Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Duque, 365 días

Quisiera destacarle algo a Duque, pero sus retos se diluyeron en debates innecesarios e inocuos; le faltó carácter para imponer su propia agenda. Percibo al presidente como un discípulo y no como al gobernante capaz de oponerse al maestro.

Javier Gómez, Javier Gómez
6 de agosto de 2019

Sin pena ni gloria transcurrieron estos 365 días del gobierno del presidente Duque. De capa caída en las encuestas -ninguna le favorece- sus compañeros de fórmula -ministros y consejeros- no le ayudan; ni siquiera las dos importantes visitas a los hombres más poderosos del planeta -Trump y Xi Jinping- sirvieron para disipar las dudas sobre una administración que se equivocó, hasta ahora, en sus propósitos.  

El telón de fondo de su gobierno, como una marca de agua, ha sido y lo sigue siendo el expresidente y Senador Álvaro Uribe Vélez; marca indeleble mientras el exmandatario mantenga, intocables, sus ministros de Hacienda, Interior, Trabajo y Defensa (quien merece nota aparte): las fichas clave del exmandatario en el gabinete. Y en el Congreso, nadie de su partido le discute la agenda legislativa que previamente pasa por el cedazo de la oficina del tercer piso del Capitolio Nacional.

Escasos son los funcionarios que le arriman el hombro al inexperto presidente; cómo explicar que el ministro de la economía no tenga explicación y admita desconocer las causas del desempleo que agobia al país: “no entiendo todavía a cabalidad qué es lo que sucedió ni cuáles son las mejores medidas que podamos tomar para corregir esta dinámica”, dinámica que desde febrero registra un promedio del 10,5 por ciento, es decir cerca de tres millones de colombianos sin trabajo. La prestigiosa Blomberg criticó, por ejemplo, que el Ministro Carrasquilla se “volara por la puerta de atrás” para evadir a los periodistas y no dar una declaración sobre cómo tapar el hueco fiscal.

Ni “mu” se le oye decir a la ministra del Trabajo sobre el desempleo; ausente de propuestas el gobierno, son los  gremios de la producción los que mantienen la caña respaldando las insuficientes políticas económicas del gobierno concentradas en la tal “Economía Naranja” que no despega, mientras el contrabando invade las esquinas de las grandes ciudades desplazando la incipiente producción nacional; el desplome es notorio y presiona el cierre de fuentes de trabajo: ¿no será ésta una de las causas del desempleo, Ministro?

En fin, decía que nadie le ayuda o ayudó a Duque en estos primeros 365 días de mandato propinándole a su gestión desconfianza y escepticismo. Miren esta otra perla: a un alto funcionario del gobierno le sugirieron que destacara dos hechos que hubieran marcado positivamente la administración en este primer año y, después de titubear, solo atinó a decir: “el haber dado de baja a alias Guacho”. ¡Qué horror! No es posible pretender resaltar la baja de un criminal, cuando desde el 7 de agosto de 2018 a la fecha han asesinado más de 160 líderes sociales y cerca de 140 desmovilizados de las farc sin que se conozcan los responsables intelectuales y materiales. 

Es un laberinto pesado y lleno de esquirlas por donde ha transitado Duque y lo que le espera si no corrige su andar. No es posible que su propio partido, el de gobierno, el Centro Democrático, lo hubiera llevado al cadalso legislativo al proponer una agenda que eclipsó la del propio presidente. Lo metió en la conjura contra el Acuerdo de Paz a sabiendas que no era posible modificarlo y lo expuso a una contundente derrota política -junto al exfiscal Martínez Neira- tras el fracasado debate sobre las objeciones a la Ley estatutaria de la JEP; tal fue el descalabro que la única opción legislativa que le quedó a Duque fue apostarle a sacar unas leyes que le cerraron la puerta a futuras negociaciones de paz con otros movimientos al margen de la ley. Craso error.  

Este primer año ha sido un tropiezo serio y le espera un segundo que desde el Congreso no presagia buenos vientos. Mientras el país se sume en una crisis social sin precedentes, la inseguridad campea y el desempleo toca a la puerta de millones de colombianos, en las curules parlamentarias el compromiso con sus congéneres metidos en líos judiciales,  copará la atención del debate político: la doble instancia retroactiva. Eso es como si un panadero hiciera pan para otros panaderos. La tal cadena perpetua no es más que un distractor llamado populismo punitivo, mientras los proyectos anticorrupción nuevamente podrían naufragar; pero eso sí, no podían faltar los once proyectos contra el Acuerdo de paz que de nuevo cobraron vida de la mano del Centro Democrático. 

Quisiera destacarle algo a Duque, pero sus retos se diluyeron en debates innecesarios e inocuos; le faltó carácter para imponer su propia agenda. Percibo al presidente como un discípulo y no como al gobernante capaz de oponerse al maestro; además, observo al mandatario incapaz de forjarse su propia autonomía y salir de ese apresamiento ideológico en que lo sumieron Uribe y el Centro Democrático.

@jairotevi     

Noticias Destacadas