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‘Duty free’

Villamizar y sus compinches piensan que no tienen deberes para con los colombianos que les pagan los sueldos sino sólo derechos

Antonio Caballero
13 de agosto de 2001

El oceano de la corrupcion en Colombia es “inconmensurable”, como lo acaba de definir el procurador Edgardo Maya al meter en él la punta del dedito, como quien prueba el agua, y darse cuenta de que no tocaba fondo. En ese océano hay, por supuesto, cosas mucho más graves que el viaje de sainete de ocho congresistas a Rumania que nos costó a los contribuyentes 100 millones de pesos. Cada página de cada periódico da cuenta a diario de por lo menos ocho o 10 casos en que el costo ha sido de 50.000 millones. Los 100 milloncitos del viaje de los congresistas a Rumania no son nada: una gota de agua en el océano. Pero precisamente el pensar que no son nada es lo que los convierte en un síntoma elocuente del saqueo del país, que ha acabado por volverse la destrucción del país.

Dice el doctor Basilio Villamizar, presidente (ojo: nada menos que presidente) de la Cámara de Representantes (ojo: de representantes: los que nos representan), que fue el cabecilla de la alegre paseata a Rumania, en El Espectador de hace tres o cuatro días:

—No voy a devolver el dinero que me sobró de los viáticos porque soy el presidente y hago lo que me da la gana. Uno hace con esa plata lo que quiere.

Los viáticos eran (fuera de los pasajes de avión) de 380 dólares diarios. Casi 900.000 pesos. El equivalente a más de tres salarios mínimos mensuales. Los parlamentarios, con su cabecilla el doctor Basilio Villamizar a la cabeza, se los gastaron —sin devolver las vueltas— en ir a “estrechar lazos” con los parlamentarios de Rumania, a quienes no pudieron ver porque cuando llegaron estaban de vacaciones. Porque la invitación era para el mes de mayo, pero la aceptaron nuestros ‘padres de la patria’ a finales de junio. Un sainete. Barato, sí, comparado con otros sainetes más costosos. Pero costoso, comparado con cosas útiles más baratas. Pero la desfachatez con que el doctor Basilio Villamizar, presidente de la Cámara, explica por qué se siente con derecho a quedarse con la plata, y con las sobras de la plata, de los demás colombianos, ayuda a entender por qué la indignación ciudadana en Colombia crece como está creciendo: hasta la sublevación sangrienta.

Y qué mezquinos, qué mezquinos, el doctor Basilio Villamizar y sus colegas: qué mezquinos. Porque lo de los lazos con Rumania es apenas un pretexto para la escala en París. O ni eso, ni siquiera eso. Lo que les interesa al doctor Basilio Villamizar y a sus amigotes son los duty free de los aeropuertos, en donde pueden comprar trago sin impuestos.

Duty free significa eso: sin impuestos. Pero, literalmente, quiere decir “sin deberes”. El doctor Basilio Villamizar y sus compinches consideran que no tienen deberes para con los colombianos que les pagan los sueldos y los viáticos, sino sólo derechos frente a ellos, y sobre ellos: ¿quién los mandó ser lo bastante imbéciles como para elegirlos? Una vez elegidos (“yo soy el presidente” dice el doctor Basilio Villamizar) tienen derecho a hacer “lo que les dé la gana”, y a no responder ni siquiera por las vueltas: “Uno hace con esa plata lo que quiere”.

Y si “esa plata” se acaba, se inventan nuevos impuestos: la boleta fiscal. Y se les añade el insulto y la tortura de hacer cola para conseguirla.

Lo grave es que los compinches del doctor Basilio Villamizar no son sólo sus siete borrachitos de aeropuerto. Es toda la clase dirigente de este país. La clase dirigente política (incluyo en ella a los jefes guerrilleros); la clase dirigente económica (incluyo en ella a los narcos); la clase dirigente social (incluyo en ella a los eclesiásticos y a los del fútbol). Que no es clase dirigente, puesto que no dirige; pero sí parasitaria, y contribuye a hundir: arrastra hacia abajo.

Se queja el doctor Basilio Villamizar, presidente de la Cámara de Representantes, en su nombre propio y en el de sus compañeros de duty free, de que el monto de sus viáticos fuera insuficiente para su codicia:

—Afortunadamente los rumanos nos dieron alojamiento, por lo que hicimos algunos ahorros.

Les harán falta, en el exilio.

Nota para el embajador de Israel: ¿Seguiremos discutiendo tantos años como llevan en guerra los israelíes con los palestinos?

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