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Más que profesionales, personas

¿Qué gran mérito puede haber para una Universidad Acreditada en altos estándares internacionales si sus egresados son ladrones de cuello blanco, padres irresponsables, e incluso mafiosos, o gobernantes peligrosos para la paz y la estabilidad mundial?

Ramsés Vargas Lamadrid, Ramsés Vargas Lamadrid
6 de junio de 2017

Cuando se piensa en los problemas de corrupción que hoy azotan a Colombia y al mundo, una de las tantas preguntas que surge es, precisamente, cuál ha sido el rol que han jugado las universidades como centros académicos de formación avanzada, en la preparación de las últimas generaciones de profesionales que, de una u otra forma, han tenido la oportunidad de asumir responsabilidades inmensas en la conducción de nuestras sociedades.

Verdad irrebatible: la academia en Colombia ha avanzado mucho en temas de calidad, a punta de altas exigencias no siempre equitativas, pero  si hemos de ser honestos, hay que reconocer que la cuota de responsabilidad de nuestras universidades es enorme, dado que las mismas, en sus planes de estudio, apenas, si acaso, solo dan una mirada a aspectos relacionados con la ética profesional en las distintas carreras, o a la filosofía moral, en el caso específico de las carreras de Filosofía, pero, sin duda, han dejado completamente descubierto el frente de la formación humana en valores, en esos aspectos que tienen que ver no ya con el futuro profesional sino con el proyecto de hombre, de persona, que viene a ser lo básico y fundamental antes de abordar la cuestión profesional. Tal vez estamos graduando muy buenos técnicos y profesionales, pero lo que nos faltan son hombres y mujeres de bien que puedan ejercer competentemente la ciudadanía.                        

Quizás la línea de pensamiento que los guía sea: esa tarea es responsabilidad de los padres de familia, de la casa, no de las universidades, a las que solo les compete la formación profesional y de la ética profesional. Puede ser cierto, pero, sin embargo, las universidades entregan un “producto” a la sociedad que debe ser garantía no solo de idoneidad profesional sino también de rectitud, porque en ellos la sociedad basa su confianza.  
En Colombia, por ejemplo, un ex ministro de Estado egresado de Harvard University estuvo preso por haber sido parcialmente responsable de una campaña presidencial mal llevada, y muchos otros graduados en las principales universidades de las élites colombianas a diario desfilan por los patios de La Picota, así como también egresados de universidades regionales. Entonces, en estos casos, ¿quiénes defraudan a la sociedad: ¿solo los padres de familia, o también hay cuota de responsabilidad de las universidades? ¿Y qué decir de la sociedad que los pone a competir desde las empresas con unos jugosos salarios al que más venda o gane licitaciones? 

Ante un panorama como este, es imperiosa la necesidad de que, así como algunas universidades se están ocupando del tema de la familia, que también está en crisis y la tratan de manera profesional y científica, también debe ser motivo de preocupación central de éstas el hombre que también está en crisis.  Y es el que la universidad, antes de graduarlo debería estructurarlo como persona, por los evidentes déficit en la formación humana que muchos de nuestros estudiantes traen de sus maltrechos hogares y que, si no se atienden, inexorablemente impactarán en su desarrollo futuro, comprometiendo también el prestigio de sus universidades.

¿Qué gran mérito puede haber para una Universidad Acreditada en altos estándares internacionales si sus egresados son ladrones de cuello blanco, padres irresponsables, e incluso mafiosos, o gobernantes peligrosos para la paz y la estabilidad mundial? Este autocuestionamiento es insoslayable para quienes tenemos en nuestras manos el privilegio de darle forma no solo científica y técnica, sino también humana, a la juventud sedienta de crecer en todos los aspectos. En este sentido valdría apropiarse del consejo de Barack Obama, hace poco, a los estudiantes en la Universidad de Chicago: "Preocúpate menos de lo que quieres ser y más de lo quieres hacer".

*Rector Universidad Autónoma del Caribe