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El amigo Gaviria

No voto por él para Presidente porque no lo encuentro totalmente coherente, y porque en sus posiciones ideológicas detecto unos claro-oscuros que me perturban

Semana
20 de mayo de 2006

Ahora que está claro que Carlos Gaviria va a quedar de segundo en las elecciones del próximo domingo, valdría la pena hacer un análisis de sus pros y sus contras.

Porque es indudable que como figura política queda totalmente vivo; catalogado de héroe por haber logrado la mayor votación en la historia de la izquierda en Colombia y pro-yectado incluso hacia la Alcaldía de Bogotá, aunque con esta ciudad tenga escasos vínculos raizales.

A mí me encanta conversar con Carlos Gaviria. Lo considero un amigo, un intelectual despampanante, un conversador culto que hipnotiza, un gran contertulio gastronómico. Uno de esos hombres que aportan por el sólo hecho de existir en un país. Pero no voto por él para Presidente porque no lo encuentro totalmente coherente, y porque en sus posiciones ideológicas detecto unos claro-oscuros que me perturban.

Por ejemplo, de los primeros recuerdos que tengo de él son sus violentas críticas a la Constituyente del 91. Al cabo de 15 años, sin embargo, casi que su campaña presidencial se basa en la defensa de esta Constitución, con la que parece por fin ideológicamente identificado.

¿Cuándo cambió su postura? ¿Cuando lo eligieron magistrado de la Corte Constitucional, una de las más trascendentales creaciones de esa Constitución? No sabría decirlo.

Pero en aquella época, en la que no existía el Polo, salió elegido para esa dignidad con el apoyo del Partido Liberal, y creo que incluso bajo el padrinazgo del hoy senador y primo del Presidente, Mario Uribe. Para eso le sirvió el liberalismo. Hoy no duda en señalar al Partido Liberal por corrupto y por ineficiente. ¿El liberalismo de hoy es tan distinto del de antes?

También recuerdo una entrevista en El Espectador cuando, recién salido de su laberíntico gobierno, Ernesto Samper dijo que Carlos Gaviria era una de las personas que más lo había apoyado durante su mandato. Vaya usted a saber qué significa eso, pero deja inquietudes.

Un concepto parecido emitieron hace varios meses en un noticiero de televisión las Farc, a través de su vocero, ‘Raúl Reyes’. Preguntado acerca de la postura de esa organización guerrillera frente a los posibles candidatos presidenciales, Reyes lo mencionó como el favorito. Hoy las Farc, sin embargo, se cuidan de apoyarlo públicamente: comprenden que le causarían un gran perjuicio a sus dividendos electorales, y más bien han “dado permiso” para que los colombianos acudamos a las urnas sin sus habituales amenazas de época electoral. ¿Alguna coincidencia?

Gaviria también ha sido cuidadoso con la guerrilla. En una entrevista con Álvaro García, director de RCN Televisión, dijo que aunque las Farc cometen actos terroristas, no pueden catalogarse como un grupo terrorista. Álvaro le contrapreguntó que cuántos actos terroristas tenía que cometer un grupo para ser catalogado de terrorista. Todavía seguimos esperando la respuesta de Gaviria.

También recuerdo que cuando era magistrado de la Corte, y como ponente de un fallo producto de una tutela, ayudó a que le devolvieran a la familia Gaitán Cendales los bienes que le había incautado la Fiscalía de la época por narcotráfico. Indescifrable decisión.

Incluso hay quienes lo señalan de haber liderado en la Corte Constitucional la caída de la llamada ‘Ley Pacho’ contra el secuestro, que penalizaba el pago de recompensas. Fue una ley de iniciativa popular a través de la cual el país manifestaba su voluntad de hacer el sacrificio de una generación para favorecer a todas las venideras. La Corte decidió ignorar la iniciativa popular. Quizá los secuestrados de la época le deban la vida, pero quién sabe si los que hoy se encuentran privados de la libertad lo estarían si esa ley hubiera sobrevivido.

En cuanto a sus posturas económicas, está lleno de lugares comunes de una izquierda de antes de la caída del Muro de Berlín. Brilla por la ausencia de ideas y de conceptos. Abunda en estereotipos como la no privatización, aumentar el intervencionismo estatal, no al TLC, abajo los bancos… No le da ninguna seguridad al sector privado, ni a los inversionistas, ni a la expansión económica. Se ve anticuado y vacilante. ¿Será por eso que no acudió al foro de Portafolio sobre empleo?

Una semana antes de las elecciones, el vicepresidente Pacho Santos ‘pichoneó’ al Polo haciéndole proselitismo a Carlos Gaviria entre los niños de las escuelas. Gaviria, que aumentó su irascibilidad seguramente por cuenta de las tensiones de la campaña, respondió muy airado como si lo que se estuviera criticando fuera que los maestros tuvieran posturas políticas. Ni más faltaba. Pero lo del lavado cerebral a los niños con el abuso de su nombre, tampoco.

En fin, yo aspiro a que se acabe esta campaña y pueda invitar a Carlos Gaviria a almorzar sin el cargo de conciencia de que lo prefiero mil veces como amigo que como Presidente.
Qué culpa.

ENTRETANTO... ¿Los magistrados de la Corte Constitucional se acostarán por las noches con la sensación de que ellos son realmente los que gobiernan en Colombia?

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