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EL ARTíCULO DE SIEMPRE<BR>(A ver si alguien se lo lee por fin alguna vez)

Es más placentera (o al menos, menos atroz) la vida cotidiana de un guerrillero(o la de un sicario) que la de un campesino sin tierra o la de un desempleado en Colombia.

Antonio Caballero
7 de diciembre de 1992

"HAY QUE PREPARARSE PARA LA GUERRA prolongada. Las Fuerzas Armadas necesitan mayor presupuesto y medidas jurídicas de excepción" -declaraba hace algunos días Rafael Pardo Rueda, ministro de Defensa. Estuve a punto de escribir "El general Pardo Rueda", arrastrado por una comprensible inercia: Pardo Rueda habla ya como cualquier General. Y se equivoca tanto como ellos.Es decir: cree que el problema de la paz en Colombia es un problema militar, en vez de un problema político, económico y social.
Porque en esa "guerra prolongada", para la cual, según Pardo Rueda, debemos "prepararnos", llevamos más de 30 años (por no decir que 500): desde que el propio Pardo se preparaba para hacer su primera comunión. Y durante estos 30 años todos sus predecesores en el Ministerio de Defensa no han hecho sino reclamar mayor presupuesto para las Fuerzas Armadas y medidas jurídicas de excepción. Y han obtenido siempre las dos cosas, desde los impuestos especiales de guerra hasta la entrega de la justicia a la arbitrariedad de los tribunales militares. Y el único resultado ha sido el de prolongar todavía más la guerra.
No soy eso que los idiotas inútiles llaman un "idiota útil": no creo ingenuamente que baste con piar "viva la paz, viva la paz", como el pajarillo del Tuerto López, para que la paz llegue. Por eso entiendo, y comparto, el análisis de muchos partidarios de la solución de fuerza según el cual la guerrilla (Farc y ELN) no quiere la paz porque le va muy bien en la guerra. Eso es verdad: pero creo que lo que hay que preguntarse es por qué le va tan bien en la guerra a la guerrilla.
Los idiotas inútiles explican que a los grupos guerrilleros les va bien en la guerra porque a su amparo se dedican a la delincuencia común: a la vacuna ganadera, a la extorsión, al secuestro. Lo cual es cierto. Pero ¿por qué es tan atractiva la delincuencia común en Colombia? En primer lugar, porque es impune:
las medidas jurídicas nunca han tenido efecto contra ella, sean o no de excepción. El guerrillero, o el delincuente común, o el sicario de los grupos paramilitares que organizan los terratenientes con apoyo del Ejército, tiene garantizada una seguridad de la que no gozan, en cambio, los llamados "colombianos de bien". Son incomparablemente más numerosos, por ejemplo, los sindicalistas asesinados que los guerrilleros muertos en combate -del mismo modo que son más numerosos los exguerrilleros asesinados que los sicarios presos. Y en segundo lugar, y sobretodo, es más placentera (o al menos, menos atroz) la vida cotidiana de un guerrillero (o la de un sicario) que la de un campesino sin tierra o la de un desempleado en Colombia.
Eso debe saberlo bien Rafael Pardo Rueda, que ha preferido graduarse de general para conservar su puesto de ministro de la guerra que quedarse sin oficio como consejero de la paz.
Esas dos -la impunidad y el rebusque son las principales razones por las cuales existe la guerrilla en Colombia, y por las cuales existe también la contraguerrilla, y también la simple delincuencia común. Son las razones que da la realidad (y, no hay que ir a buscar otras en "ideologías pasadas de moda", como llaman los idiotas inútiles al ansia de justicia, o por lo menos de supervivencia; aunque también las ideologías son, claro está, consecuencias de la realidad). La realidad en Colombia es atroz, y sigue siendo atroz, intacta, desde hace 30 años o desde hace 500. Y es esa realidad atroz la que lleva a la gente a echar tiros en el monte o en la ciudad, en la guerrilla o en el simple bandolerismo, o inclusive en el cargo de general ad honorem.
Si se quiere terminar con la situación de guerra prolongada que desde hace por lo menos dos generaciones vivimos en Colombia, hay que partir de la evidencia de que es la realidad, y no las Fuerzas Armadas, la que necesita "mayor presupuesto y medidas jurídicas de excepción". Pero si el objetivo es solamente prepa rarnos para que la guerra se prolongue todavía más, entonces sí, tiene razón el geneperdón, el ministro Pardo Rueda: gastemos toda la plata en munición, y demos piso jurídico a todas esas medidas -tortura, desaparición, ejecución sumaria- que desde hace 30 años se vienen practicando de modo jurídicamente "excepcional", pero prácticamente rutinario; y que nos tienen donde estamos.

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