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EL CLUB DE GROUCHO MARX

Antonio Caballero
14 de abril de 1997

Un vaticinio: el próximo presidente de Colombia, sea quien sea, va a ser peor que este que ahora tenemos, y que ha sido el peor de nuestra historia. Por eso mismo: la férrea constante histórica que muestra que todo presidente de Colombia es peor que el anterior. Fue bueno, en la Colonia, el presidente Venero de Leyva, un hombre justo y recto; y de ahí en adelante la cosa fue en bajada hasta el lamentable virrey Sámano. Después, en la República, fue bueno Santander, pero sólo cuando era vicepresidente: como presidente ya fue pésimo, inaugurando el nuevo ciclo. Un nuevo ciclo que nos ha traído, siempre en bajada, hasta Ernesto Samper.Con él al mando pareciera que hubiéramos tocado fondo. Nunca antes Colombia había estado en peor situación que al cabo de dos años y medio de su inepto gobierno (el cual heredó, reconozcámoslo, considerable impulso hacia la catástrofe de los ineptos gobiernos de sus predecesores). A Samper, en parte por herencia y en parte por sus propias acciones y omisiones, se le ha derrumbado el país entre las manos. Se le ha derrumbado físicamente: los puentes, los acueductos, las carreteras. Se le ha derrumbado económicamente: lo reconoce hasta él mismo, que por eso declara (inconstitucionalmente) una 'emergencia económica'. Se le ha derrumbado socialmente: nunca antes había sido tan honda y tan extensa la pobreza; nunca había sido tan generalizada, tan intensa y tan múltiple la violencia (guerrillera, militar, paramilitar, común), y no contento con la que hay su gobierno la agrava decretando, "por convicción, y no por coacción", una nueva guerra inútil y suicida contra los campesinos cocaleros de medio país: con lo cual no sólo aumenta la miseria sino que fortalece, de rebote, el poderío de las mafias de narcotraficantes que en teoría pretende combatir; nunca había habido tantos colombianos asesinados, perseguidos, desplazados, desaparecidos, como bajo su "gobierno de la gente"; nunca se había evaporado de tal modo la solidaridad, que, más que la riqueza o la fuerza, da cohesión a una sociedad (un solo ejemplo: el ministro de Trabajo escogido por Samper asiste sin pestañear al recorte del poder adquisitivo de los obreros, pero recuerda sus propios derechos sindicales de sindicalista profesional para decir que él no renuncia a su propio aumento de salario). El país se le ha derrumbado a Samper también moralmente: nunca antes se había llegado a tan alto y descarado nivel de corrupción, desde los ministros que no pagan sus deudas hasta los liquidadores de Colpuertos que se roban Colpuertos; y cada día aparece en los periódicos un nuevo caso de político que, siguiendo el ejemplo de la campaña electoral del Presidente, se ha vendido al dinero de los narcos. Jurídicamente: con la farsa pestilente de la preclusión presidencial, con la farsa grotesca de las reformas constitucionales, con el escándalo de la ampliación del fuero militar, con el sainete de la 'emergencia económica', con el atentado de la ley de control de noticieros. Militarmente: nunca ningún gobierno había dedicado tantos recursos a la guerra contra la subversión, y ninguno la había llevado nunca tan perdida. Diplomáticamente: nunca se había visto Colombia tan aislada en el mundo y tan irrespetada por el mundo como bajo Samper. Esto ya no es un Estado, pues el Estado aquí no lo respeta nadie, empezando por quienes lo manejan. Bajo Ernesto Samper, y en buena medida por obra de Ernesto Samper, se ha convertido en un patio de pícaros en el que reinan la violencia, la corrupción y la astucia. Y la mentira: nunca, en este país de presidentes mentirosos, había sido tan mentiroso un presidente como Ernesto Samper.Pero el que venga después será peor. Sea quien sea, y venga de las filas de los amigos de Samper o de las de sus críticos. ¿Guerra Tulena, Marta Catalina Daniels? O si no, ¿Noemí, tan oportunista? ¿Pastrana, que fue tan mal alcalde? ¿El fiscal Valdivieso, en quien ni él mismo cree? ¿Valencia Cossio? ¿O el petulante Carlos Lleras de la Fuente? El petulante Lleras, que escribe en El Tiempo artículos preguntando "¿Dónde está Lleras?" y se responde a sí mismo: "¡Aquí toooyyy!" para concluir con petulancia: "El Tiempo me lanzó", porque sus artículos los publicó ese diario. El petulante Lleras, que, encaramándose en la moda de la clonación de mamíferos, les recuerda insinuante a sus lectores que el gobierno de su padre era un gobierno serio, no como éste; el petulante Lleras, que no fue funcionario del gobierno de su padre pero de éste sí.Un paréntesis: si Carlos Lleras Restrepo parece en la nostalgia un buen presidente es también a causa de la ley de hierro que rige nuestra historia: sus sucesores fueron peores que él (Pastrana, López, Turbay... hasta este Samper de ahora). Por esa misma razón no creo que el sucesor de Samper vaya a ser Horacio Serpa: porque es mucho mejor que Samper. Pero cualquiera de los otros sirve.Decía Groucho Marx al rechazar la invitación de un club que le ofrecía hacerlo socio: "No podría ser socio de un club que acepta entre sus socios a tipos como yo". Algo muy parecido sucede aquí: no puede ser buen presidente de Colombia alguien que quiere ser presidente de Colombia.Todo esto suena muy negativista, ya lo sé.

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