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EDUARDO LORA

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El conflicto entre la equidad y la productividad

Los gobiernos de derecha tienden a darle más importancia a la eficiencia que a la equidad. Los de izquierda hacen lo opuesto. Quizás por eso países como el nuestro se ven atrapados en un círculo vicioso de inequidad e improductividad. Somos uno de los países con mayor desigualdad del ingreso, y nuestra productividad (en relación con la de Estados Unidos) ha estado estancada durante más de tres décadas.

Eduardo Lora
28 de enero de 2023

Siendo de izquierda, este Gobierno ha lanzado muchas ideas para corregir las grandes inequidades del país. Muchas de ellas pueden ser muy dañinas para la productividad. Hay incluso una posición de desprecio a la iniciativa privada y, en áreas como la salud, las pensiones y la generación de energía, hay una intención declarada de marginar a los sectores empresariales.

Algunos pensarán que es el precio que tendremos que pagar para conseguir el anhelado cambio social. No tiene que ser así. Hay muchas estrategias que, según las experiencias de países en desarrollo en las últimas décadas, han demostrado ser útiles para mejorar simultáneamente la equidad y la productividad. Así lo concluye una reseña de estudios internacionales que servirá de base para el Informe sobre desarrollo humano de Colombia, del PNUD, que estará enfocado en el círculo vicioso de inequidad e improductividad que padece el país (el informe se dará a conocer a fines de este año).

Aquí van algunos ejemplos de estrategias que sirven para mejorar la eficiencia y la equidad. La primera y más importante es formar individuos con habilidades para desempeñarse laboral y socialmente. Las habilidades cognitivas y no cognitivas son el factor más potente para mejorar las posibilidades económicas de las personas, el desarrollo productivo del país y el funcionamiento armónico de la sociedad. La formación de las habilidades empieza con el hogar desde el primer momento de la vida, se enriquece con educación formal pertinente y estimulante, y se expande durante la vida laboral mediante la capacitación, los programas de aprendizaje y las interacciones laborales y sociales.

La segunda estrategia es facilitar la creación de empleo formal sin perjudicar a los trabajadores. La elevada informalidad laboral es un obstáculo de primer orden para crear un círculo virtuoso de mayor productividad y mayor equidad. Un paso necesario es reformar el financiamiento de la seguridad social para que solamente los riesgos asociados con el trabajo (como accidentes laborales y desempleo) sean cubiertos con contribuciones laborales; otros riesgos, como la enfermedad y la pobreza en la vejez, deben ser cubiertos con impuestos generales. Pero muchas otras políticas laborales en que suele insistirse –como erosionar el salario mínimo, desmontar la protección al empleo o debilitar la capacidad negociadora de los trabajadores– no son conducentes para lograr simultáneamente los objetivos de mayor productividad y más equidad.

La tercera estrategia que ha demostrado ser útil para mejorar la equidad y la eficiencia es la inclusión financiera. Tener un sistema financiero vigoroso, abierto a la competencia y bien regulado es condición necesaria pero no suficiente para que ese sector sea parte de la solución al círculo vicioso de la improductividad e inequidad. La inclusión financiera es el ingrediente adicional que se necesita. Esto significa ampliar el acceso y uso de servicios financieros formales, tales como transacciones, ahorros, créditos y seguros, para que lleguen a individuos y familias de menores ingresos y a empresas pequeñas. Implica, obviamente, que haya inclusión digital.

Una estrategia necesaria para que funcionen las otras es construir capital social. La confianza en las instituciones públicas y privadas y en las personas, más allá del círculo cercano de familiares y amigos, es fundamental para la productividad y, posiblemente, también para la equidad. La desconfianza restringe la capacidad emprendedora, la innovación y la inversión, y limita el crecimiento de las empresas y sectores con mayor potencial. La desconfianza favorece a las élites y a los grupos económicos y sociales ya establecidos. Construir capital social es una tarea colectiva que supera el campo de acción de cualquier gobierno. Requiere liderazgo, claridad de objetivos y cooperación entre el Estado, el sector privado y las organizaciones sociales.

No tenemos todo el tiempo del mundo para hacer estas cosas. El gobierno de Petro será uno de los últimos que gozará de la ventaja del bono demográfico, es decir, de la relativa abundancia de gente en edad laboral, antes de que los viejos sean la mayoría. La estructura de edades de la población colombiana es todavía muy favorable para invertir en los niños y para mejorar la distribución del ingreso de los trabajadores. Esa ventana de oportunidad no durará mucho. Es urgente aprovecharla ya, poniendo en acción este conjunto de estrategias para romper el círculo vicioso de improductividad e inequidad. Cada vez será más difícil lograr ese objetivo.

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