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El daño colateral del virus

En Colombia el reto de Duque no es menor. El presidente no puede seguir mostrándose como el asalariado del gran capital dueño de esta economía mediocre y dependiente del petróleo y la minería, además del sector financiero y de la banca. Tendrá que reinventarse y mirar hacia adentro.

Javier Gómez, Javier Gómez
31 de marzo de 2020

Es tal el aislamiento que un ladrido de un perro se escucha a lo lejos nítidamente; y es tal  la ausencia de la vida cotidiana que los animales más exóticos se tomaron las calles de las ciudades, esas que otros llaman las selvas de cemento. Es un silencio sepulcral saturado de muchos mensajes que aún no logramos descifrar; tampoco al virus que hoy nos confinó en nuestros propios ombligos. 

Es inverosímil lo que estamos experimentando, sí. Es aventurado prever el inmediato futuro, sí. Un mundo en estado de hibernación lo dice todo, cero certidumbre. Ya China “superó” el coronavirus, y ahora ¿qué se pone a hacer? Seguramente a producir, que es de su esencia: ser la despensa comercial del mundo entero. Y para qué si en el resto del mundo no hay quien les compre. Su principal comprador, Estados Unidos, entró en cuarentena y su aparato económico (el consumo)  se paralizó; y Europa, frenético consumidor de los productos chinos, vació sus calles y nadie va a trabajar.  

Ese es el efecto colateral del coronavirus que pasó de ser un problema de salud a convertirse también en un revulsivo económico, social y político inesperado y sorprendente. Tanto, que hoy muchos gobiernos se están jugando su continuidad en el poder dependiendo de cómo administren y resuelvan los estragos de la pandemia. 

Por ejemplo, Trump, que montó su reelección sobre la cresta del pleno empleo, hoy ve amenazada su continuidad tras paralizarse la economía trayendo consigo la destrucción de millones de puestos de trabajo. Un golpe bajo del que le va a costar mucho reponerse, esto sin contar las críticas que le lloverán por la displicencia con que manejó la presencia del Covid-19 en Estados Unidos. Hablan de 200 mil los muertos al final de la epidemia. 

Ni qué decir de los gobiernos de España, Francia, Alemania e Italia, entre otros, hoy cuestionados por la manera tardía en que reaccionaron. La actividad económica está prácticamente paralizada y el creciente número de contagios que desbordó el sistema sanitario, en unos países más que otros, llevarán a los ciudadanos a repensar sus posiciones políticas presionadas por unos bolsillos vacíos y un creciente desempleo.

Ni que hablar de los países de América Latina o africanos, netos proveedores de materias primas; Pekín no los mira ni de reojo; menos Washington que apenas comienza a sentir los latidos frágiles de una economía entrando en recesión, ni qué decir de los países europeos, epicentro del contagio viral, que hoy no tienen cabeza para pensar en cosa distinta a paliar una crisis que se antoja crítica y duradera. 

“Nosotros hemos hecho unas proyecciones preliminares y hemos visto que, simplemente calculando el impacto en China y Europa, que son dos de los socios principales de la región, (el Producto Interno Bruto en) en América Latina caerá en 1,8 por ciento”, estimó Alicia Bárcena, la secretaria ejecutiva de la CEPAL en Naciones Unidas, quien advirtió que en las economías locales el crecimiento será negativo (-3% es la proyección).  

Si a esto se le suman los efectos negativos sobre economías clave de América Latina como  Brasil y México por culpa de su inacción contra la pandemia, el panorama económico será sombrío y por muchos años. Bolsonaro y López Obrador la pagarán caro. 

En Colombia el reto de Duque no es menor. El presidente no puede seguir mostrándose como el asalariado del gran capital dueño de esta economía mediocre y dependiente del petróleo y la minería, además del sector financiero y de La banca. Tendrá que reinventarse y mirar hacia adentro, no podemos seguir en la lógica de importar 14 millones de toneladas de alimentos al año, cuando aquí los podemos producir, por ejemplo. 

Ese es el gran mensaje que trae la presencia del coronavirus, que también invita a renegociar un nuevo contrato social porque la recesión que se nos viene acompañada de destrucción de puestos de trabajo no da tregua y esperamos que, como siempre ocurre, no seamos los colombianos de a pie quienes términos pagando la crisis.   

@jairotevi

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