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El Defensor protagonista

Tenemos un Defensor que afirma defender los derechos humanos sin protagonismo y que paradójicamente es un protagonista de escándalos.

Semana
18 de febrero de 2009

Hace unas semanas un nuevo escándalo sacudió a la Defensoría del Pueblo en cabeza Vólmar Pérez. Esta vez a causa de las críticas que la Asociación Nacional de Servidores Públicos de la Defensoría del Pueblo, Asdep, realizó a su gestión e independencia. Para la asociación, el Defensor ha sido poco independiente del Ejecutivo y ha bajado el perfil de la institución precisamente en las zonas más deprimidas y alejadas del territorio nacional.

Acto seguido, el Defensor respondió ante los medios las críticas recibidas. Que está estudiando el asunto, que son problemas administrativos, que esto, que lo otro. Con este nuevo escándalo se evidencia que el Defensor sólo aparece en los medios protagonizando algún escándalo, pero nunca para llevar la batuta en los grandes temas de derechos humanos.

Esto es preocupante, porque al contrario de otras entidades (como la Procuraduría y la Fiscalía), la Defensoría carece de poder sancionatorio y depende de la fuerza moral de su Defensor. En otras palabras, la eficacia de una institución como la Defensoría depende de las calidades personales y de la independencia del Defensor. Así, con la altura del Defensor se materializa el protagonismo que la Constitución quiso: una entidad capaz de influir en la agenda pública de los derechos humanos.

Sin embargo, hemos pasado de un Defensor invisible a un protagonista de escándalos. Ante el silencio del Defensor, hace unos años varios columnistas se preguntaban ¿y dónde está el Defensor? o ¿alguien recuerda cómo se llama? Hoy debo decir que estas preguntas tienen respuestas fáciles: se está defendiendo y se llama Vólmar Pérez.
 
Cuando el Defensor en el 2004 justificó su silencio diciendo “creo en la protección de los derechos humanos sin un protagonismo excesivo”, no aclaró si aceptaba el protagonismo siempre y cuando no tuviera que ver con la defensa de los derechos humanos.

Nadie puede negar que en los últimos meses el Defensor fue un protagonista, y que su protagonismo, no tuvo nada que ver con el cumplimiento de su misión constitucional. Recientemente Pérez fue criticado porque resultó elegido de una terna –al parecer elaborada por el Partido Conservador- que no contó con la presencia de una mujer como lo ordena la ley; porque sectores sociales demandaron su nombramiento; porque el Consejo de Estado lo suspendió provisionalmente; porque decidió renunciar al cargo; porque fue nuevamente nombrado, y, ahora, porque el sindicato lo critica.

Esto es lo que la opinión pública conoce, pero estoy seguro que no es ni la milésima parte de lo que pasa en la institución. Esperamos conocer más del nuevo protagonista. Para lograrlo es muy importante que los funcionarios de la institución que aún están comprometidos con la defensa del pueblo y lo que queda de democracia en Colombia se pronuncien. Es necesario que nos ayuden a aclarar cómo la institución ha sido politizada y neutralizada, y qué es lo que se oculta detrás del extraordinario favoritismo del doctor Pérez en los sectores políticos.

Oscar Wilde dijo “que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”. Según esta idea, nos encontramos en una situación menos mala que la de hace unos años. Esto porque valientes sectores han renunciado a su silencio y están dispuestos a ventilar lo que ha sucedido con la institución.

Aunque estamos lejos de una Defensoría que abandere los grandes temas de derechos humanos, al menos tenemos un Defensor protagonista. Un Defensor que afirma defender los derechos humanos sin protagonismo y que paradójicamente es un protagonista de escándalos.

 


* Javier Revelo es investigador de DeJuSticia. El Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad -DeJuSticia- (www.dejusticia.org) fue creado en 2003 por un grupo de profesores universitarios, con el fin de contribuir a debates sobre el derecho, las instituciones y las políticas públicas, con base en estudios rigurosos que promuevan la formación de una ciudadanía sin exclusiones y la vigencia de la democracia, el Estado social de derecho y los derechos humanos.