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El delirio feminista

Con su teoría del uso sexista del lenguaje, las feministas van a acabar con el español, opina Carlos Cortés Castillo.

Semana
28 de noviembre de 2004

El término 'machismo' bien podría ser un sinónimo de 'terrorismo'. Es el demonio en persona, hay que combatirlo a toda costa, atacarlo y aniquilarlo. Pero el problema sigue siendo el mismo, y es que es tan amplio que no sabemos muy bien qué comprende y hasta dónde llega. El feminismo aborda su lucha contra este flagelo desde la economía, el derecho, la política, la familia, el fútbol o los métodos de conquista. Y si bien para este mundo es deseable que muchas de esas batallas se ganen, hay otras absurdas y delirantes, como la llamada teoría del uso sexista del lenguaje.

Según ésta, el lenguaje ha sido tradicionalmente un instrumento de dominación del sexo masculino, y, por lo tanto, una forma de imposición cultural. En palabras de una feminista, "el hombre creó el lenguaje, el pensamiento y la realidad". En los idiomas que poseen un sistema de género ('él', 'ella') donde el común para ambos es el masculino -como el español-, se perpetúa, reafirma o refuerza la discriminación contra la mujer y la subordinación de ella frente al hombre. En otras palabras, cuando Aristóteles dijo, "el hombre es un animal racional" estaba refiriéndose exclusivamente al sexo masculino.

Esto quiere decir que el idioma tiene que modificarse y reinventarse para darle visibilidad al género femenino (ojo, decir 'sexo femenino' es machista, debe decirse 'género femenino'). Ya abundan los manuales para el uso no sexista del lenguaje donde se hacen recomendaciones para escribir políticamente correcto. Por ejemplo:

-Evite el uso exclusivo de términos masculinos como 'trabajador', 'ciudadano', 'socio', 'profesor' cuando se habla de manera indeterminada de ambos géneros.

-Utilice términos neutrales que pueden ser femeninos o masculinos, como 'el profesorado' en vez de 'los profesores', 'el funcionariado' en vez de 'los funcionarios'.

-Use los artículos 'los' y 'las' y la '@', que hace las veces de 'o' y 'a', para incluir ambos géneros. 'Los/las niñ@s', 'los/las espectadoras/es', 'l@s demás'.

¿Cuál ha sido la consecuencia de esta teoría? Los peores adefesios gramaticales y ortográficos en documentos de entidades públicas, universidades y organizaciones privadas; los discursos más paranoicos y rimbombantes de quienes no quieren herir susceptibilidades y los regaños constantes de las mujeres que no se sienten incluidas cuando oyen cualquier palabra terminada en 'o'. En definitiva, un lenguaje intimidado y confundido.

Para entender la magnitud del esperpento sólo es necesario trasladar esas reglas a una obra literaria. Así quedaría, por ejemplo, un párrafo de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha donde se eleva una plegaria al sol (para las feministas es infame que algunos cosas, elementos o símbolos sean masculinos, como el sol o Dios): ¡Oh perpetuo descubridor/a de las/los antípod@s, hacha del mundo, ojo del cielo, meneo/a dulce de las cantimploras, Timbrio aquí, Febo allí, tirador/a acá, medic@ acullá, padre/madre de la Poesía, inventor@ de la Música, tú que siempre sales, y, aunque lo parece, nunca te pones!

Me niego a que cada vez que escriba o hable me toque pensar si las mesas, los pianos, los átomos o las células son niños o niñas; a meter guiones, arrobas y rayas en todas las palabras para que no me digan machista; a reaprender un español remendado por cuenta de un feminismo kamikaze venido de Marte, o de Venus, o de donde dice el libro ese que vienen las mujeres; a llenarme de prejuicios por cuenta de este discurso. Todavía estamos a tiempo para contraatacar esa filosofía frenética.

En su libro ¿Quién se robó el feminismo? Christina Hoff Sommers -feminista reconocida- descalifica la teoría del sexismo en el lenguaje. La idea es muy simple: es un error y una ingenuidad pensar que la forma como decimos algo refleja el fondo de lo que pensamos. Y es una equivocación ignorar la manera como el lenguaje cambia con el paso del tiempo y pretender modificarlo a las malas.

No obstante -dice Hoff Sommers- como toda teoría, ésta tiene que poderse comprobar. Si el lenguaje sexista tiene una relación directa con la estructura social, y es en efecto un motor que refuerza el machismo, tendría que estar presente en las sociedades machistas y ausente en las que no lo son. Veamos.

El antiguo persa, el griego, el latín y el sánscrito tenían los géneros originales femenino, masculino y neutral. Para la época de la Persia Media desaparecieron, no gracias a un movimiento feminista exacerbado, ni para abrirle espacios más amplios a la mujer en la sociedad. Se dio porque sí, porque eso le pasa a los idiomas a través de los años, que cambian, se modifican, se expanden y se contraen. El persa moderno es entonces un lenguaje sin género, del todo neutral. No existen palabras para diferenciar 'él', 'ella', sólo el unisexo 'un'.

Paralelo a esa evolución del idioma, la revolución del Ayatollah Khomeini en Irán echó para atrás reformas progresistas que les había permitido a las mujeres tener derechos civiles, e impuso de nuevo un sistema tradicional donde la mujer representa un papel segregado, es objeto de abusos y rechazos nunca vistos en sociedades como la nuestra. ¿Por qué ese idioma, supuestamente no sexista, no construyó la utopía feminista? ¿Cómo es posible que haya un idioma neutral en esa sociedad ultramachista? Sencillo. Porque el uso del género en el lenguaje no tiene ninguna relación con la igualdad del hombre y la mujer en una sociedad.

Las palabras tienen múltiples significados, y los contextos donde se usan enriquece nuestras posibilidades de comunicación. La gramática expresa significados, pero no es el significado. Aunque nuestro idioma -como el inglés, el alemán y el francés- se base en la forma masculina de las palabras, no implica una discriminación actual y manifiesta contra las mujeres. Palabras que ahora se usan en español como 'abogada', 'médica', 'jueza' o 'alcaldesa' son del todo válidas, y muestran una adaptación seria y consuetudinaria. Lo demás es fanatismo. Lo demás implica alterar por completo las estructuras del lenguaje.

No se qué pretenden las feministas-fundamentalistas con esta teoría. Si acabar con el español, el inglés, el francés y el alemán; si inventarse un idioma nuevo o crear una forma de comunicación que las diferencie para siempre de los hombres. Por el momento tienen una opción. Irse para Irán, donde está el anhelado idioma neutral.

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