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El dúo dinámico

Esa coordinación 'ad honorem' que han ejercido Echeverri y Hommes me parece necesaria en campaña pero incómoda en el gobierno

Semana
24 de junio de 2002

Dos de los forjadores del Exito de Alvaro Uribe han sido el empresario Fabio Echeverri y el economista Rudolf Hommes. Antes de su meteórica disparada electoral, cuando el joven candidato todavía 'tenía techo', Uribe necesitaba urgentemente caras y nombres de peso específico que con su adhesión dejaran sembrada la idea de que allí había un proyecto político en plena gestación y que le borrara un poco el empaque de aventura electoral parroquiana.

Se consiguió a Fabio y a Ruddy, y estos no sólo le aportaron el 'caché' que tanto necesitaba Uribe para que comenzaran a tomarlo en serio, sino que se pusieron en la tarea de organizar a fondo la campaña, con los resultados conocidos.

Echeverri y Hommes, con fama de ser igual de antipáticos, se complementaron entre ellos al pelo y a su vez complementaron al candidato, particularmente en una de sus principales falencias: un desconocimiento grande sobre la gente y los temas de Bogotá pero además sobre quién es quién en Colombia.

Fue tan exitosa la presencia de la pareja, que terminada la campaña, Uribe los nombró gerentes del empalme. Versiones de dentro señalan que han mandado bastante y han tenido definitiva injerencia en casi todos los nombramientos. De que han acertado constituye prueba la gran aceptación que ha tenido el gabinete y hasta el polémico proyecto de fusionar varias carteras.

Después del empalme, Echeverri y Ruddy volvieron a aparecer en el primer consejo de ministros del Hotel Radisson, donde fungieron como coordinadores del gabinete, o sea, como una especie de intermediarios entre el Presidente y sus ministros.

Hasta aquí su papel me ha parecido muy útil. Pero me preocupa lo que venga hacia delante. Porque todo parece indicar que este papel de coordinadores podría seguir vigente, como ya lo ha dejado entrever Fabio Echeverri, cuando anuncia que su único interés en el próximo gobierno es un escritorio en Palacio en donde pueda sentarse todos los días a ver en qué puede ayudar.

El problema es que esa coordinación ad-honorem como la que han venido ejerciendo Echeverri y Hommes es perfectamente práctica y necesaria en una campaña pero se hace incómoda en un gobierno.

Sobre todo porque no se trata de dos colombianos comunes y corrientes.

Desde su retiro de la Andi, Fabio Echeverri ha trabajado en multitud de negocios privados y su nombre se lo han peleado para sendas mesas directivas. Es un lobbyista exitoso, y la mezcla de su arrolladora personalidad, su capacidad de trabajo y su naturaleza dominante y obstinada no indican que sea prudente que se la pase estos cuatro años flotando por ahí, entre los corredores de Palacio, a ningún título, "a ver en qué puede ayudar".

Tampoco Ruddy. Es socio y representante en Colombia de Violy McCausland. En la actividad de la banca de inversión son muchos sus clientes que tienen intereses en varios ministerios.

A partir del 7 de agosto quedarán totalmente definidas las responsabilidades y los sueldos de quienes formarán parte del nuevo gobierno. Quienes no los tengan definidos deberían recibir las gracias por su colaboración, despedirse, y regresar a sus antiguas actividades. Ninguna lógica tiene mantener asesores en Palacio sin responsabilidades, sin cargo o sin sueldo.

En Fabio Echeverri y en Rudolf Hommes no ha habido sino buenas intenciones de ayudar. Pero muchos han sido los compliques políticos que se han armado por culpa de buenas intenciones que no llegan a happy endings.

Los conozco y admiro mucho a ambos. Repito que su aporte a la campaña de Uribe y al empalme me ha parecido invaluable.

Si la idea es seguir al lado de Uribe, apoyándolo en las enormes ingratitudes que al nuevo Presidente le esperan en el día a día y brindándole un valioso soporte para que Uribe pueda perfeccionar su 'máster plan' de gobierno y pensar en grande, lo conveniente sería que Fabio y Ruddy renuncien a todas sus actividades privadas y se vuelvan servidores públicos, con puesto y sueldo en Palacio.

De lo contrario se abriría paso un gobierno 'de sanedrín' que en experimentos anteriores no les han dado a los presidentes sino dolores de cabeza.

ENTRETANTO? Yo ya estoy confundida. Después de la impertinente e inoportuna presencia del nuevo Ministro de Salud y Trabajo en el Congreso durante la discusión de la reforma pensional... ¿cuál es al fin el Londoño bueno y cuál el Londoño malo?

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