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El fair play de la FIFA

La FIFA no aplica el Fair Play que predica y su noción de ética es circunstancial; que nadie olvide como adjudicó a Qatar la sede del Mundial 2.022. Los desafueros y excesos de la rectora del fútbol desafían la prudencia y provocan rechazo mundial.

Rafael Rodríguez-Jaraba, Rafael Rodríguez-Jaraba
11 de julio de 2014

Gracias, mil gracias Selección Colombia por vivificar la esperanza y por reagruparnos en torno a la nacionalidad. Ojalá que los Colombianos siempre estuviéramos unidos, no solo en alegrías o duelos, y avanzáramos juntos en la construcción de una patria mejor; lograrlo, es cuestión de decisión. Entre tanto, seguimos sin entender que por encima de los intereses individuales están los intereses superiores de la nación.

Ojalá que el ejemplo prodigado por Pekerman y sus muchachos, nos inspire a construir una unidad nacional fuerte, diversa y pluralista; monolítica, firme y solidaria, que nos integre en una fraternidad inquebrantable no solo en momentos de triunfos y derrotas. Ser colombiano debería ser la vivencia permanente de un ideario común de valores que aún no hemos construido.

La Selección demostró que todo es posible, salvo lo que no se anhela e intenta, y que la disciplina puede más que la suerte y la misma inteligencia, pues con ella se consiguen éstas.

Ahora debemos empezar de nuevo, pero esta vez, con mayor alegría, ilusión y confianza. Como bien lo hizo la Selección, es obligación de todos modificar el presente para hacer más promisorio el futuro.

Si bien ya todo está consumado, la Federación Colombiana de Fútbol debió haber sentado un precedente por la manera, al menos sospechosa, en que fue eliminada la Selección Colombia del Mundial.

La Federación debió impugnar de manera formal el nefasto arbitraje del cotejo con Brasil y manifestado su justa inconformidad por la ocurrencia de hechos inequívocos, que si bien no fueron determinantes en el resultado, si evidenciaron una conducta impropia y por demás indecorosa en un juez al que se le confió tan grave y delicada responsabilidad.

Para muchos, el árbitro si incidió en el resultado, no solo por su notoria parcialidad en favor de Brasil, sino porque anuló un gol legítimo a Colombia, sancionó un tiro de esquina inexistente que originó el primer gol brasilero, y luego, una falta imaginaria que propició el segundo; no siendo poco, violentó de manera flagrante el reglamento al no expulsar al arquero brasilero al cometer una falta artera que dio lugar al penalti que propició el gol de Colombia.

La compensación que hacen los malos jueces cuando faltan al deber es predecible y recurrente, y explica la indulgencia que se tuvo con Camilo Zúñiga en una jugada, que si bien al parecer no fue premeditada, si merecía una amonestación formal, y que a la postre, excluyó del Mundial al intermitente y lloroso Neymar.

Por su parte los medios de comunicación de Colombia siguen sin denunciar los desafueros y excesos de la FIFA y de la organización del Mundial, y el pueblo brasilero sin aceptar, que el faraónico gasto en su organización constituye una inversión en salud pública, como infructuosamente lo quiere hacer parecer el gobierno populista de la señora Dilma Rousseff.

Sea cual sea el resultado del Mundial Brasil 2.014, el torneo quedará en la memoria colectiva con una mácula imborrable, como le quedó al Mundial de 1.978 que "ganó" Argentina, para no agraviar a la Dictadura del General Jorge Videla, y que le sirvió de cortina perfecta para solapar las atrocidades de su régimen.

Es claro que la FIFA no aplica el Fair Play que predica y que su sentido de la ética es circunstancial; que nadie olvide como adjudicó a Qatar la sede del Mundial 2.022.

¿Desde cuándo saber perder implica aceptar el artificio y la ventaja indebida?

En Twitter: @rrjaraba
*Consultor Jurídico y Corporativo. Director y Socio de Rodriguez-Jaraba & Asociados. Especialista en Derecho Comercial y Financiero, y Magister en Derecho Empresarial. Catedrático Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.