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El fracaso venezolano y de la proliferación de organismos

El fracaso del régimen venezolano tiene efectos negativos para los colombianos y no es garantía de la no intervención en nuestros asuntos internos.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
27 de agosto de 2018

El Ecuador ha anunciado su retiro del Alba por considerar que el gobierno de Maduro carece de voluntad política para enfrentar la crisis migratoria.

Es evidente que lo mejor para nuestro país sería tener como vecina a una Venezuela próspera, con cualquier sistema que la rija. Su fracaso tiene efectos negativos para todos los colombianos y de ninguna manera es garantía de la no intervención en nuestros asuntos internos.

Entre tanto, la proliferación de organismos regionales en el continente ha incidido en la decadencia de todos ellos. Unasur está agonizando sin pena ni gloria, mientras que del Alba nadie se acuerda.     

El 14 de diciembre de 2004 entre bombos y platillos se formalizó en La Habana la creación del Alba, la “Alianza Bolivariana para los Pueblos de América” promovida por Fidel Castro y Hugo Chávez para servir de contrapeso al Alca “Área de Libre Comercio para las Américas” gestada por los Estados Unidos en el marco general de la OEA. Pero el Alba, nunca logró sus propósitos, mientras que el Alca fracasó estrepitosamente.

La situación en 2004 en el continente era diferente. Cuba se había visto forzada a cerrar un centenar de ingenios, por la baja dramática del precio del azúcar en el mercado mundial y por consiguiente a redireccionar su economía azucarera de un siglo y que había sido también el orgullo de la Revolución.

Se encontraba además en el “Período Especial”, una especie de emergencia económica permanente, derivada de la caída del socialismo y la disolución de la Unión Soviética, que había obligado a Moscú a suspender la generosa ayuda económica que le venía otorgando.

Para alivio de males, el severo bloqueo impuesto por los Estados Unidos se había intensificado y muchos presagiaban la inminente caída del régimen cubano.

Chávez, admirador incondicional de Fidel Castro y constituido en figura mundial, había anunciado el establecimiento de un nuevo socialismo. Presidía un país ricachón y poderoso que repartía beneficios entre sus amigos: desde el suministro de petróleo hasta la compra de papeles de la deuda argentina.

Cuba requería del crudo para sobrevivir y esperaba que Venezuela tomara las banderas de su revolución. Los intereses empataban. Entonces se concertaron acuerdos para que Venezuela le suministrara a Cuba el petróleo que necesitaba y esta le enviara miles de asesores, que tenían además la misión de contribuir a la tarea de la socialización de Venezuela.

Cuba y Venezuela, que coincidían en su interés por los países del Caribe, al constituir el Alba, incorporaron a Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Surinam. También al Ecuador de Correa, la Nicaragua de Ortega y la Bolivia de Evo Morales.    

Nadie imaginó el 14 de diciembre de 2004 que Cuba y los Estados Unidos reestablecerían relaciones durante la administración de Raúl Castro y que Venezuela llegaría al caos por el que ahora atraviesa.

El fracaso venezolano dio al traste con el extraordinario apogeo de nuestras relaciones que a partir de 1990 tuvo efectos extraordinarios para millones de colombianos y de venezolanos.

(*) Profesor titular de la facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario   

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