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El graduado

Luis Carlos Ochoa fue nombrado liquidador del Incora. El hombre que mintió acerca de su trayectoria tendrá que dar fe sobre este inventario no finalizado

Daniel Coronell
22 de mayo de 2005

Esta es una historia de meritocracia.

La historia de un mentiroso que ha llegado lejos gracias a sus padrinos políticos. El protagonista se llama Luis Carlos Ochoa Cadavid y está hoy a cargo de una de las más importantes liquidaciones del Estado.

Todo empezó en 1995, cuando Álvaro Uribe debutaba como gobernador. El ahora Presidente nombró al señor Ochoa en un cargo directivo en la Fábrica de Licores de Antioquia.

Como requisito para posesionarse debía presentar su hoja de vida en el formato oficial. Ochoa, de 43 años en ese momento, escribió de su puño y letra todos los datos. En la casilla correspondiente a formación académica, afirmó que era abogado graduado de la Universidad de Medellín y firmó bajo la gravedad del juramento.

Su carrera en la administración regional fue en ascenso. Al amparo del gobernante 'Sector Democrático' como se llamaba el uribismo, fue subgerente y gerente encargado de la licorera. Cuando terminó el período de Álvaro Uribe, Ochoa permaneció en el cargo.

El siguiente gobernador Alberto Builes, ávido por el control de la Fábrica pero fiel a los acuerdos clientelistas, lo trasladó en 1999 a su despacho como subsecretario del Recurso Humano. Ahí empezaron los problemas para Ochoa.

Alguien, excesivamente diligente o alertado por un informante interesado, solicitó la verificación de su historial. Cuando oficiaron a la Universidad de Medellín pidiendo información sobre el señor Ochoa, el alma máter respondió que "realizó estudios en la facultad de derecho desde 1973 hasta 1978, período en el cual salió por bajo rendimiento académico".

La respuesta de la universidad puso en evidencia al señor Ochoa. No se había graduado como abogado y había incurrido en falsedad. Tratándose de un funcionario público, la mentira no es pecado venial y exige la apertura de un proceso disciplinario.

El señor Ochoa en su primera declaración confesó que jamás había recibido el título. Aseguró que mintió sin ánimo de obtener algo indebido y aclaró que su experiencia laboral suplía con creces los requisitos académicos exigidos para el cargo.

Curiosamente la certificación de trabajo con la que pretendía reemplazar el título de abogado, informaba que por 12 años había desempeñado, entre otras funciones, las de "abogado laboral" de Polímeros Colombianos. Es decir, pretendía alegar a su favor el ejercicio ilegal de esa profesión.

La investigación disciplinaria contra el señor Ochoa jamás salió del control interno de la Gobernación de Antioquia. La Secretaría del Recurso Humano, la misma dependencia en la que había trabajado el investigado, se encargó de proferir la resolución que concluyó el caso.

A juicio de esa oficina, las faltas eran claras pero la acción disciplinaria había prescrito unos meses antes y no era posible sancionar al ex compañero y falso abogado.

Por su precaria inocencia, lograda por vencimiento de términos, muchos creyeron que la vida pública de Ochoa había terminado. Pero no lo quiso así el presidente Uribe.

Luis Carlos Ochoa Cadavid fue nombrado por el mandatario gerente liquidador del Incora. La entidad que este año manejará un presupuesto de 72.000 millones de pesos y que no sabe a ciencia cierta cuántos predios tiene, ni cuánto valen. El hombre que mintió acerca de su trayectoria tendrá que dar fe sobre este inventario no finalizado.

Sus méritos ciertamente no son académicos. Ochoa hizo parte de la lista al Senado que obtuvo la mayor votación de Antioquia. Sus miembros han sido

generosamente tratados por este gobierno.

Dos de ellos, Tulio Elí Chinchilla y José Obdulio Gaviria, segundo y cuarto renglón, han sido asesores del Presidente. Son los ideólogos de la reelección, el referendo, la inexistencia del conflicto y la eliminación del delito político. Otro, el tercer renglón Carlos Sergio Nicolás Echavarría Mesa, fue nombrado embajador de Colombia en Bélgica y ante la Comunidad Económica Europea.

La cabeza de esta lista de privilegiados es el primo del presidente: Mario Uribe.