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El inicio del fin del acuerdo de paz

En manos de la Corte Constitucional -la única institución que dará luces en este oscuro camino que se aviene- está la suerte del acuerdo final de paz celebrado con las Farc, porque ya quedaron en evidencia las intenciones de la nueva alianza post-uribista.

Marco Tulio Gutiérrez Morad, Marco Tulio Gutiérrez Morad
4 de julio de 2018

La creación de una nueva y no acordada Sala para investigar y juzgar a los agentes del Estado perpetradores de los más abominables y atroces crímenes, comparados con los cometidos por la guerrilla, es la prueba inequívoca de querer desbaratar uno de los núcleos esenciales de todo proceso de paz: la verdad.

Este concepto de verdad está definido por la Corte Constitucional como “la posibilidad de conocer lo que sucedió y en buscar una coincidencia entre la verdad procesal y la verdad real”.

Las consecuencias de conocer la verdad son benéficas para el país y las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos porque conocidos los hechos que las causaron, develarán a los autores y se evitará la impunidad.

La corte le otorga al derecho a la verdad una dimensión colectiva cuyo fin es “preservar del olvido a la memoria colectiva” y otra individual como un derecho de las victimas a un recurso judicial efectivo para materializar el anhelo de ver a sus victimarios como sujetos de un castigo proveniente de la racionalidad estatal y judicial.

Estos fines se ven menguados porque con instancias especiales con tratos desiguales para unos, más favorables para otros, nadie reconocerá las equivocaciones y todo quedará amparado en los desastres y el ejercicio perverso de la guerra.

Colombia requiere, por encima de cualquier análisis o debate político, de la verdad, porque el efecto inmediato de hacerle caso omiso a este derecho, será sembrar la desconfianza en grupos como el ELN que en pleno proceso miran con recelo lo sucedido hasta ahora con el acuerdo con las Farc.

No pueden ser egoístas los uribistas que piensan que por llegar al poder van a avasallar a quienes hemos defendido La Paz, como tampoco podrán decir arbitrariamente “este es el gobierno de Iván Duque y en él La Paz no tiene cabida” -así lo vociferan los seguidores del Centro Democrático- porque lo asumiremos como una apocalíptica notificación ante la cual se moverán las masas para defender lo alcanzado hasta ahora en el acuerdo final.

Para bien de las generaciones que vendrán, porque ya no alcanzaremos a disfrutar una paz estable y duradera, la Corte Constitucional tendrá que declarar la inconstitucionalidad de lo no incluido en el acuerdo, con mayor razón, si las modificaciones atentan contra la esencia del mismo, porque sin la verdad continuarán auspiciando la guerra que muchos desean que sea infinita para satisfacer sus intereses personalísimos, porque son quienes traen las armas, porque son parte de la ultra derecha, porque son tosudos, o porque al final del día, les puede más la rabia contra quien fue el único que logró el acuerdo y quien ganó el premio Nobel de paz.

Ahora los defensores de la Paz somos minoría, y como tal, nos asiste una protección especial de parte de la Corte Constitucional. ¡¡¡Así será!!!

*Abogado Constitucionalista.

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