Home

Opinión

Artículo

EL JARDIN DE GAVIRIA

ESTOS NIÑOS SON TODOS INTELIGENTISIMOS, AMABLES PASAN AL TELEFONO Y MANDAN

Semana
1 de octubre de 1990

Son como siete enanitos encantadores. Hasta que Gaviria no los vinculó al gobierno, seguramente vivían la vida normal de cualquier sardino colombiano, ennoviados, discotequeros, de pantalón de pana, irreverentes, estudiosos y despreocupados. Hoy siguen siendo iguales. La única diferencia es que, además, gobiernan.
¿Quién iba a imaginar, hace seis meses, que cualquier persona que fuera en el futuro a Palacio, por importante y nacional que.sea el problema que desee tratar, tendría que hacerlo con una audacia menor de 30 años?
Es la generación Gaviria. Un grupo de muchachitos que, querámoslo o no, han comenzado a jubilar a quienes, a los 45 años, apenas se preparaban para ser llamados a integrar gobiernos anteriores, en los que joven era toda persona menor de 60 años.
No se veía un relevo generacional tan impetuoso desde los días de López Pumarejo, que se inventó sus propias "audacias". En aquella época el liberalismo llevaba 100 años sin gobernar. La gente que se interesa por la política en épocas de adversidad son los jóvenes. Oposicionistas de más de 50 años son escasos. Era lógico que el viejo López escogiera a varios de sus colaboradores de la gente "sin ensayar".
De lo que sí no hay duda es de que el jardín infantil de Gaviria, en medio del cual un ministro como Luis Fernando Jaramillo parece casi "viejito", es una generación de oro. Son todos inteligentísimos, amables, pasan al teléfono y mandan de verdad.
Carrillo, el constitucionalista. regresó hace poco de Harvard. Dicen que era grande desde chiquito. Es el dueño absoluto de la reforma constitucional, y salió del movimiento estudiantil de la séptima papeleta. Gaviria lo conoció cuando Carrillo fue a visitarlo con un grupo de estudiantes. Y cuando hubo que poner ya sobre el papel la bendita reforma, el entonces candidato se acordó de él y lo llamó a su lado.
Cepedín, el politólogo, ya vivía en Palacio, y venía molestando con la constituyente desde el diseño del referendo del 88, mejor conocido como el "robo a la joyería". Se caracteriza por escribir excelentes discursos y cartas, por lo que es extraordinariamente valioso para un Presidente.
Miguel Silva, secretario y hombre de confianza de Gaviria, del que ninguno de sus asesores está más cerca, es conciliador y equilibrado. Conoció al Presidente haciéndole una entrevista para La Prensa, y después se volvieron amigos asistiendo a conciertos "rock".
Juan Lozano, tímido pero con un venenoso sentido del humor, es el hombre de las causas justas. Se "encarreta" con los programas para niños y ancianos, hasta el punto de que se ha convertido en la mano derecha de Ana Milena. Es un espectacular ejecutor de programas sociales.
Gabriel Silva, el internacionalista, que ya formaba parte de los famosos "pitufos" de Barco, se caracteriza por poseer un increíble nivel de conocimiento del tema internacional. No sólo es el más consultado asesor de Gaviria en estos temas, sino que dicen las malas lenguas que incluso dejó boquiabierto a un grupo de "duros" periodistas internacionales hablando del conflicto del Medio Oriente como de lavar y planchar.
Rodrigo Pardo, el vicecanciller, ya no es propiamente un consejero presidencial, aunque continúa asesorando muy de cerca al Presidente en los gajes de la diplomacia, tema en el que es experto. Pardo posee además un extraordinario olfato para la política nacional, por lo cual no descartamos que lo podamos ver no muy lejos en estos ruedos. ¡Ah !, y con la característica de que todo el que lo conoce "lo adora".
Y finalmente Mauricio Vargas, a quien todo el mundo le asigna como su principal mérito el ser un excelente periodista. Pero yo diría que la mayor importancia de Mauricio es poseer un cerebro que asimila como esponja y archiva como computador, y en el que guarda datos sobre todos los temas: desde las cifras exactas del rollo de la crisis financiera, hasta la votación precisa obtenida en las elecciones del 86 por un congresista cualquiera.
El único "pero" de estos brillantes consejeros presidenciales es tal vez la dualidad de sus cargos. Están ahí para asesorar al Presidente en temas en los que, cuando yo estudiaba derecho administrativo, lo asesoraban los ministros del ramo. Hoy cada ministro tiene entre sí y el Presidente a un consejero, con excepción del ministro de Justicia que tiene dos, que prácticamente lo dejan sin funciones.
Ojalá me equivoque, pero anticipo que tarde o temprano habrá enfrentamientos entre los ministros y los respectivos consejeros, por la sencilla razón de que a diario tendrán que "pisarse las mangueras".
Entre uno y otro, ganará siempre el que esté más cerca del Presidente. Y como en algunas de las consejerías están los más cercanos amigos de Gaviria, cabría la posibilidad de que los ministros se conviertan en especies de subalternos de las "audacias gaviristas" menores de 30 años.
Me perdonarán si tengo ideas un poquito anticuadas, pero es que ni yo, a los 35 años, me escapo de pertenecer a la generación que está en tan doloroso proceso de jubilación.

Noticias Destacadas