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El mejor de los mejores

No le queda bien al gobernador andar en esos ágapes mientras en casi todas las carreteras de su departamento la gente hace peligrosos transbordos.

María Jimena Duzán
8 de enero de 2011

Horacio Serpa dirá que la culpa de que su departamento esté prácticamente aislado del país desde hace un mes es del invierno y del terreno inestable que hay en esta región. Sin embargo, la tragedia vial que está padeciendo Santander es de tal magnitud que al gobernador Serpa le va a tocar echar mano de algo más contundente que las encuestas de opinión para convencer a sus paisanos de que, a pesar del colosal colapso vial que enfrenta, él es el mejor gobernador que tiene el país.

Yo, de él, comenzaría por renunciar a los homenajes que se le están haciendo en Bucaramanga. Por respeto a la tragedia que está atravesando la mayoría de sus paisanos, dejaría de utilizar los recursos del departamento para autopromocionar su gestión -lo mismo hizo en su momento Juan Carlos Abadía en su controvertida gobernación en el Valle del Cauca- y me dedicaría de lleno a enfrentar la tragedia que vive el departamento. Pero si no es por respeto a las víctimas, que lo han perdido todo, lo haría por cierto temor a hacer el ridículo, así en los homenajes, como el que se le rindió a finales del año, lo proclamen (¿otra vez?) candidato presidencial, como lo hizo Francisco Serrano, un importante y próspero avicultor de la región.

No le queda bien al gobernador andar en esos ágapes mientras casi todas las carreteras de su departamento están interrumpidas y desde hace un mes hay gente haciendo peligrosos transbordos, echándose ocho, nueve o diez horas para llegar a Bucaramanga o para salir de allí, sin que las cosas mejoren ni se vea una solución viable a la vista. La vía a Málaga está interrumpida desde hace un mes por varios derrumbes. Lo mismo ha sucedido con la vía Bucaramanga-Cúcuta, la cual parece más un acordeón que una carretera, por las veces que se abre y que se cierra. Algo parecido sucede con la carretera a Matanza, para no hablar de la de Rionegro, que es la que comunica a Santander con la costa. En el paso de El Playón, cada vez que retiran un derrumbe se sucede otro. Y solo el jueves pasado abrieron un paso provisional, pero se temen nuevos derrumbes. El impacto económico por cuenta de este cierre de la carretera de Rionegro ya se siente no solo en Santander, sino en el norte del país, y la primera perjudicada, además de los miles de ciudadanos, ha sido la industria turística, que esta temporada se ha visto seriamente afectada en gran parte del país.

Pero tal vez la situación más grave sea la destrucción de un tramo grande de la vía a Barranca, un centro neurálgico del Magdalena Medio. La carretera ha quedado totalmente inhabilitada y no solo por culpa del invierno, sino porque fue hecha sobre una falla geológica, desoyendo las voces de varios expertos que desde entonces denunciaron los peligros que podría tener la carretera si al problema de la falla se le sumaba un invierno fuerte. Desde hace un mes, la tragedia que desde entonces se anunció es ya una realidad: en estos momentos hay una masa de tierra de unos cuatro kilómetros de extensión que se está desplazando y que coloquialmente se conoce como 'coluvión'. Los esfuerzos que está haciendo la Policía -que ya no da abasto- no son para permitir el paso de vehículos, que va a estar cerrado hasta nueva orden, sino para que la gente pueda pasar a pie de un lado al otro. Los que habitan la zona dicen que esa montaña ruge a su paso, pero los únicos que nunca la oyeron fueron los concesionarios que la trazaron con el apoyo de la clase política del momento, hace cerca de cuarenta años. Los que tienen que ir a Barranca han tenido que tomar una vía mucho más larga y en pésimo estado, y los pasajes están por las nubes. Y mientras todo el Magdalena Medio ha quedado aislado del país y miles de campesinos han visto perder sus cosechas, en la radio se oyen propagandas sobre los éxitos de la gestión de Serpa.

Desde que se produjo el colapso vial, la reacción del gobernador Serpa ha sido particularmente caótica. No ha podido cumplir lo que prometió hace un mes, cuando sobrevino la debacle, y la única solución que ha planteado para la vía a Barranca, que es la vertiente por Lebrija, no solo no está lista, sino que ha despertado entre los expertos el temor de que la carretera puede terminar siendo construida sobre la misma falla geológica. Es evidente que en estos tres años que lleva de gobernador, su obsesión no fue precisamente el mantenimiento ni el mejoramiento de la red vial de Santander. De todas maneras, hay que reconocer que Serpa es un político "ni el verraco". No cualquiera logra convertirse en el mejor gobernador del país, como lo afirman varios sondeos de opinión, en medio de semejante catástrofe.