Opinión
El miedo no está de este lado
Quienes hoy tienen miedo usan su brazo armado y represor para generar en los ciudadanos que el pasado 28 de julio decidieron ser libres, temor.
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De niño recuerdo que cada vez que lloraba por cualquier razón —mayormente por malcriadez— mi mamá me cantaba una canción repugnante que decía: “Los niños que lloran se ponen feos. Yo no lloro, porque me arrugo. Si tú lloras, no vas pa’l paseo, te quedas en la casa haciendo el aseo”. Para no escuchar más esa canción del demonio, me limitaba a llorar. Yo no quería arrugarme, ponerme feo, y claro que quería ir al paseo.
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Las veces que recuerdo haber llorado fue por miedo. Quizás por aquella película de terror protagonizada por un muñeco maldito, que juré por semanas que estaba debajo de mi cama. O el día que pensé que moriría ahogado por la repentina crecida de uno de los ríos de mi pueblo que desemboca en el lago de Maracaibo, mientras estaba pescando con mi papá y sus amigos, yo apenas con 9 años de edad. Pero, marcado en mi corazón, se encuentra la última vez que lloré por miedo e impotencia; fue en el año 2018, cuando despedí junto a mi papá, mamá y hermano menor, a mi hermana de apenas 19 años, quien no pudo culminar sus estudios y se vio obligada a migrar y buscar en Chile las oportunidades que la dictadura de Nicolás le arrebató. Ese día, en el aeropuerto internacional Camilo Daza de Cúcuta, el miedo de no saber cuándo la volvería a ver quebró mi alma, como se la había quebrado a millones que ya se habían visto obligados a huir de Venezuela.
Los psicólogos dicen que el miedo puede ser una respuesta tanto a amenazas reales como imaginarias, y puede manifestarse en diferentes grados, desde una ligera preocupación hasta un terror intenso; también están los que reaccionan de manera violenta para protegerse. El miedo te paraliza. Por más que quieras, no te permite ver el horizonte. Es esa barrera invisible que se interpone entre el cambio y tú.
Ahora, quiero que pienses brevemente en cuál sería tu futuro si eres una persona que está siendo juzgada por crímenes de lesa humanidad que no prescriben; que tu cabeza tiene un valor en los Estados Unidos de 15 millones de dólares; que eres una de las personas más impopulares del mundo y que, además, te acabas de robar unas elecciones en las cuales tu adversario te saca casi 40 puntos de diferencia y tiene cómo demostrarlo. Tendrías miedo, ¿verdad?
Quienes hoy tienen miedo usan su brazo armado y represor para generar en los ciudadanos que el pasado 28 de julio decidieron ser libres, temor. La violencia sistemática y organizada que es llevada a cabo por la dictadura y sus agentes con el propósito de secuestrar, controlar e intimidar es terrorismo de Estado, el mismo que busca desmoralizar y aislar, generar desconfianza y destruir el tejido social a través de la violencia física, la represión judicial, el espionaje, la desinformación y la persecución a los venezolanos, tal como lo hicieron Hitler, Stalin, Pinochet y Marcos Pérez Jiménez.
Quienes tienen miedo en Venezuela son ellos, que tras 25 años en Miraflores y con todos los poderes del Estado secuestrados, no tienen cómo ocultar los 7 millones de votos del presidente electo Edmundo González. Quienes tienen miedo son ellos, que con armas buscan callar lo que todo el país sabe. Quienes temen son los que perdieron el respaldo popular de Hugo Chávez y lo volvieron cenizas. ¿O es que acaso tienen cómo desmentir la paliza en el estado natal del difunto presidente, donde Edmundo arrasó con el 74.49% de los votos?
La verdad está con nosotros y lo saben la ONU, la Unión Europea y los gringos. Lo sabe el Centro Carter, Brasil, Colombia y México. Lo sabes tú, lo sé yo, y los del Plan República que ayudaron a sacar las actas que reposan en las manos de los ciudadanos. Con la verdad no hay miedo, y como no somos nosotros los que tenemos que andar culpando a Elon Musk, WhatsApp, TikTok y los ciberataques desde Macedonia del Norte, este sábado marchemos en las calles de Venezuela y el mundo sin miedo y CON LA VERDAD.