Muchos no se alcanzan a imaginar el terror que viven a diario miles de niños víctimas de abuso por parte de sus mismos familiares, en medio de situaciones que desgraciadamente los menores pueden considerar como “normales”.
Adultos miserables que vulneran de la manera más descarada los derechos y la dignidad de los niños, muchos de ellos, infantes inocentes de tan solo meses de vida. ¿Hasta dónde pueden llegar la maldad y la perversión del ser humano?
Cada día son más los casos que se conocen sobre abuso de menores en el país y pareciera que cada nuevo caso resulta más aberrante que el anterior. Recientemente, se conoció la trágica historia de una menor de tan solo nueve años en Cali, la cual era abusada por su padrastro y por su abuelo mientras su mamá grababa estos actos asquerosos para, posteriormente, vender el contenido por el cual recibían cerca de cinco millones de pesos.
Según las autoridades, estas personas venían sometiendo a la menor a diferentes tipos de abusos de nivel físico y psicológico desde los siete años. Lo más desconsolador, sin duda, fue que la menor plasmaba todo el infierno de explotación sexual que vivía en un cuaderno que la Policía encontró en uno de los cuartos donde era sometida por sus familiares, previo a la captura de esos miserables abusadores que le arruinaron la vida.
Y es que es totalmente repugnante pensar que una “madre”, si se puede llamar así, se atreva a grabar a su hija teniendo relaciones sexuales con su padrastro y abuelo por más de dos años, para lucrarse de la manera más infame y aberrante, comercializando este contenido destinado a pedófilos desadaptados dentro y fuera del país mediante plataformas digitales.
A esto se le suma un repudiable caso en el que una pareja de mujeres abusaba sexualmente de un niño de tan solo dos añitos de edad en la localidad de Suba. La mamá del niño y su pareja habrían involucrado en varias oportunidades al menor en sus relaciones íntimas, causándole terribles traumatismos, y así como ocurrió en el caso anterior, estas perversas mujeres grababan estos actos indeseables con diferentes equipos celulares para comercializar ese contenido a través de plataformas de material pornográfico.
Y pese a que las mujeres fueron capturadas y la Fiscalía les imputó delitos de acto sexual con menor 14 años agravado y pornografía con persona menor de 18 años, es aquí donde hablamos que de nada sirve una reforma a la justicia que elimine los delitos contra la familia, ya que este tipo de violaciones se vive a diario en el país y se da principalmente por parte de familiares.
Actualmente, Colombia registra unas cifras aterradoras frente al abuso de menores en diferentes partes del país; durante los últimos meses, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ha atendido a 16.221 niños, niñas y adolescentes por violencia sexual. Así mismo, la Defensoría del Pueblo afirmó que la violencia contra menores de edad aumentó en un 24 %, incluyendo un incremento del 10 % en homicidios. Sin duda, la niñez está en crisis, en particular las niñas de Colombia. ¿Dónde están los planes de intervención inmediata?
En el caso de Bogotá se registran cerca de 13.000 casos de posible abuso a menores en los colegios. El Distrito ha reportado más de 6.877 casos de presunto abuso sexual o bullying en el último año. Los datos fueron entregados por la Secretaría de Educación de Bogotá, que advierte que se reportan 13.105 casos de posible agresión, desde 2019; se habrían dado más casos de posible abuso sexual en el hogar, con 6.632 hechos, y en las instituciones han sido 4.144, siendo Kennedy, Ciudad Bolívar y Suba las localidades con más registros. En lo corrido del 2023, han sido rescatados ocho menores en cuatro localidades de la capital.
Por desgracia, la realidad para muchas menores abusadas que quedan en embarazo es lamentable, ya que al tener hijos a tan temprana edad no pueden seguir educándose, pasan a depender económicamente de sus abusadores y muchas de ellas caen en la pobreza absoluta. Se convierten en vidas truncadas por la violencia, la desprotección y la falta de apoyo.
Sin contar con otro aspecto fundamental como la salud mental de estos menores en los años siguientes al abuso, su vida se quiebra, quedan abiertas heridas que generan repulsión a la sociedad, rechazo, agresividad, trastornos y diferentes traumas que, sin un acompañamiento oportuno, pueden derivar en terribles consecuencias. Es necesario avanzar en un asesoramiento permanente por parte de psicólogos, psiquiatras y especialistas, así como la creación de redes de apoyo, las cuales juegan un papel primordial en la vida de los menores abusados.
Sin duda, el llamado contundente es para robustecer las penas y sancionar con todo el peso de la ley a los bandidos abusadores, que además arruinan la vida de los menores. Estoy segura de que ellos nunca vuelven a ser los mismos. Si son altas las cifras de los casos que se han dado a conocer, imagínese usted, señor lector, todas las situaciones que permanecen ocultas al interior de muchas viviendas en contextos urbanos y rurales en complicidad de más integrantes de la familia y el menor sometido a callar por temor. ¡No hay derecho!
Si usted llega a conocer algún caso de maltrato infantil, violencia sexual, acoso escolar, trabajo infantil o consumo de sustancias psicoactivas, entre muchas otras situaciones que amenazan la vida e integridad de los niños en Bogotá, lo mejor es que puede denunciar para que se activen de inmediato todos los protocolos en materia de salud física y mental para el menor. Pero también, todo el despliegue judicial que contemple penas ejemplares para el abusador, ya que si el niño no se siente resguardado y protegido en su casa con su misma familia, ¿qué puede esperar?