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El país de José Obdulio

A los colombianos desplazados por los violentos, cuyo número se ha triplicado en estos siete años de gobierno, se les rebautizó "migrantes".

María Jimena Duzán
16 de mayo de 2009

Gústenos o no, José Obdulio se ha convertido no sólo en un panfletario de postín, sino en un reformador del lenguaje. Con una dedicación insólita, ha ido cumpliendo con la tarea de rebautizar los hechos y de maquillar con nuevas palabras los acontecimientos de este país. Su objetivo es recrear una nueva historia acorde con los logros de esta patria refundada por él y su jefe, el presidente Uribe, quien ha sido catalogado por el propio José Obdulio como dueño de una "inteligencia superior".

De ahí que sus entrevistas y sus columnas publicadas en El Tiempo estén llenas de eufemismos tan delirantes como peligrosos. Lo cierto es que, bajo esta nueva lupa, todas las arbitrariedades y los abusos de poder cometidos por este gobierno han terminado siendo rebautizados por este gran reformador del lenguaje. Por esta vía a los asesinatos cometidos para cobrar recompensas se les llama "falsos positivos", y a la guerra total, sin pudor ni fronteras, "Seguridad Democrática". A los colombianos que han resultado desplazados de sus tierras por los violentos, cuyo número se ha ido triplicando en estos siete años de gobierno, se les rebautizó "migrantes", y como a los grupos paramilitares ya no se les puede llamar así porque técnicamente en el país de José Obdulio éstos ya no existen -"El paramilitarismo se acabó" reza otra premisa clave del dogma uribista- se les debe reconocer por el nombre de "bandas emergentes". A las interceptaciones ilegales hechas por el DAS desde la campaña reeleccionista del presidente Uribe en 2006 a políticos y periodistas, se les debe reducir a simples "chuzadas"; y a la persecución infame de que ha sido objeto la Corte Suprema de Justicia, un "delirio producto de la invención de los magistrados", como llegó a afirmar María Isabel Rueda en una columna, haciendo eco de una afirmación hecha por José Obdulio.

Si los medios sacan a la luz cintas que ponen en evidencia los abusos de poder de asesores como José Obdulio, hay que cuestionar el medio que publica esa pieza judicial y no ponerle atención a lo que revelan las cintas. Y a los uribistas que muestran sus reservas frente a la segunda reelección del presidente Uribe, como sucedió con el propio Felipe López -por ese camino va también Enrique Santos Calderón- se les quita la credencial de uribistas y se les trata como si fueran infiltrados de las Farc.

Sobra decir que el afán de José Obdulio por retocar las palabras y recurrir a eufemismos con el objeto de maquillar la realidad no es exclusividad suya. El gobierno de Bush hizo algo parecido cuando rebautizó la palabra "tortura" con el eufemismo aparentemente aséptico de "técnicas de interrogación mejoradas" ("enhance interrogation techniques"), para poder torturar. Y aunque la comparación resulte un poco fuera de lugar, algo similar sucedió en Bogotá cuando Alfonso Palacio Rudas, siendo alcalde, decidió que los moteles se debían rebautizar con el nombre de "estaderos".

A la par con este nuevo lenguaje, hay nuevos dogmas de conducta. Uno de ellos es el de que en este nuevo país no hay delito de parentesco. "Tenga la seguridad de que las fallas de sus hermanos no van a trasladarse a él. Este gobierno es el de la modernidad, no el del traslado medieval de las culpas familiares a funcionarios", dijo recientemente José Obdulio en referencia al caso del ministro del Interior, Fabio Valencia Cossio, quien tiene un hermano en la cárcel acusado de haber puesto la Fiscalía al servicio de la mafia. A una persona que ha vivido con el estigma de ser primo hermano de Pablo Escobar, estos nuevos dogmas de conducta que se imponen en esta patria refundada le caen como anillo al dedo. El único agravante es que su insistencia en este nuevo código de ética puede llevar al extremo de que para ser ministro de este régimen se debe tener al menos un hermano en la cárcel, investigado por narcotráfico o por paramilarismo. Este es el delirante país de José Obdulio, el mismo que pretende prolongar indefinidamente su jefe con su 'heroica' cruzada reeleccionista.

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