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El Papa filósofo

Es absurdo que los hospitales católicos estén obligados a practicar abortos. La objeción de conciencia es un principio que debe ser respetado siempre

Semana
16 de septiembre de 2006

Para el horror de nuestro cardenal en Roma, López Trujillo, uno de los primeros actos que tuvo el papa Benedicto XVI en el verano europeo del año pasado, fue recibir al teólogo alemán disidente Hans Küng. Este teólogo, de mentalidad muy abierta en materia sexual, control de la natalidad, celibato sacerdotal, etc., pudo dialogar sin censuras con el nuevo Pontífice, a pesar de haber padecido el más completo ostracismo durante el anterior papado. La Iglesia es un paquidermo que se mueve despacio (sobre todo a causa de sus cardenales), pero a mediados de este año se habló de la posibilidad de que la prohibición del uso del condón fuera derogada en poco tiempo. Tómenlo con calma: poco tiempo en la Iglesia pueden ser 10 años.

Decía alguien que la jerarquía católica aceptó hace tiempos las matemáticas (el método del ritmo) para el control de la natalidad, pero que aún le faltaba aprobar la física (condón, coitus interruptus) y la química (píldora y DIU). Este Papa parece inclinado a aprobar la física, no sólo para evitar descendencia indeseada, sino también y sobre todo para prevenir la difusión del sida. Al parecer la química tendrá que esperar otros añitos, y el aborto del embrión malformado, algunos siglos. Amanecerá y veremos. O amanecerá y otros más afortunados verán, mejor dicho.

Lo que quiero comentar hoy son algunas de las cosas que el papa Ratzinger dijo durante su visita de la semana pasada a su tierra, Alemania. Aunque uno no esté casi nunca de acuerdo con lo que dice Benedicto XVI, al menos da gusto que lo diga con precisión y con la altura intelectual de un filósofo. Este Papa (a diferencia, ay, de nuestros cardenales en Roma) es por lo menos alguien que ha pensado, que sabe escribir y que desarrolla con mucho cuidado e inteligencia sus razonamientos.

Ha recordado Ratzinger, refiriéndose al fanatismo islámico, que en una de las primeras suras del Corán se lee: "No habrá constricciones en los asuntos de la fe". Y al criticar la Jihad, o guerra santa, les ha dicho a los fanáticos de la fe que "Dios no se complace con la sangre" y que aunque Mahoma dijera que su fe debía ser difundida por medio de la espada, para el cristianismo (al menos para el de hoy -no para el de las Cruzadas, digo yo-) "la conversión mediante la violencia es contraria a la razón, y no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios". Por lo tanto, según el Papa, la guerra santa es un acto contrario a la razón divina. Aun para quienes no somos creyentes, estas precisiones son un alivio e indican la posibilidad de que creyentes y no creyentes podamos convivir pacíficamente, a pesar de nuestro radical desacuerdo.

A propósito de convivencia entre fe y Estado laico, es absurdo que la Corte Constitucional haya dicho que los hospitales privados y católicos también están obligados a practicar abortos. La objeción de conciencia es un principio liberal que debe ser respetado siempre, y sólo los hospitales públicos (si es necesario contratando médicos dispuestos a efectuarlo) deberían estar obligados a practicar el aborto cuando las mujeres lo requieran. Como recordó en El Espectador Salomón Kalmanovitz, negarles a las clínicas católicas la opción de no practicar nunca abortos es contrario a la libertad de conciencia y absurdo desde todo punto de vista.

Dijo otra cosa interesante el Papa durante la visita a su natal Baviera. Que es el alejamiento de la religión y de la espiritualidad por parte de Occidente lo que preocupa y hace reaccionar con miedo al mundo islámico. Para el Pontífice, la vulgaridad y la burla de lo sagrado es lo que produce la reacción exagerada de algunos países árabes. Para cualquiera que tenga que sufrir la vulgaridad y ramplonería mafiosa de nuestras series de televisión locales más populares (lo triste es que sean esas porquerías las que más gustan), dan ganas de darle la razón al Pontífice.

Pero pensado dos veces, no es cierto, como dice Ratzinger, que la Europa de hoy y en general Occidente pasen por un período de tremenda crisis de la espiritualidad. Sucede que la espiritualidad no se manifiesta solamente rezando el rosario y yendo a misa. Hay una espiritualidad en el estudio de la música o de las matemáticas, en el cultivo de las artes, en el rechazo al consumismo o al racismo, en la protección del medio ambiente, en la adopción de niños del Tercer Mundo, en los matrimonios mixtos, y toda esta nueva espiritualidad está más viva en Europa que en cualquier otra parte del mundo.

Por último: no voy a contestarle aquí al cardenal López Trujillo la absurda carta que mandó la semana pasada a esta revista. Lo haré en un blog que llevo en SoHo (www.soho.com.co), una revista que es como el sacerdocio, sólo para hombres, pero les aseguro a monseñor y a sus fieles que para leer mi respuesta no tienen que detenerse ni un instante a mirar las muchachas desnudas que aparecen retratadas ahí. Basta volar con la flecha hasta abajo, y entrar a ese sitio seguro, el blog, donde lo único desnudo son las letras del abecedario.

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