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El peligro de la reciprocidad en el TLC

Lo peor que le puede pasar a Colombia es negociar el TLC con Estados Unidos bajo el principio de reciprocidad. Columna de Ricardo Buitrago.

Semana
20 de marzo de 2005

Esta vez no me detendré a comentar sobre las negociaciones que se adelantan en la VIII ronda del TLC con sede en Washington y Miami, primero porque aún no tenemos adelantos significativos en nuestros sectores sensibles y segundo porque quisiera tratar el contexto y la reciprocidad en las que se ha desarrollado en TLC con Estados Unidos.

¿Por qué el TLC?

Como lo planteé en el artículo anterior, la pregunta que cabe formularse es ¿por qué estamos negociando un TLC? Cuando todos pensábamos que para enero de este año ya deberíamos haber terminado las negociaciones de un Área de Libre Comercio de las Américas (Alca) que entraría en vigencia a partir de 2006, de pronto nos encontramos en una serie de conversaciones bilaterales -luego multilaterales- bastante apresuradas que nos llevan a negociar a la mayor brevedad un Ttratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

El Alca fracasó por la gran divergencia que existe entre Estados Unidos y Brasil por los intereses económicos de cada uno. Estados Unidos quería negociar sus sectores sensibles en OMC y no en Alca, y Brasil, otro tanto. Por esto al empantanarse Alca, los países andinos adquirieron un atractivo sin precedentes.

Antes, ni el coloso del norte ni el del sur nos habían mirado con tantas ansias. De hecho cuando se pretendieron formalizar relaciones más estrechas, la posición negociadora de Brasil se hizo sentir en negociaciones que duraron años y tan solo lograron acuerdos parciales antes de 2004. Por otro lado, a la ex ministra Martha Lucía Ramírez le negaron un TLC, durante la administración Pastrana, ya que el interés de Estados Unidos era el Alca.

Ahora todo es diferente. Se trata de saber quién se queda con un mercado cautivo para poder explotar y sacar provecho. Lo triste es que no parecemos darnos cuenta y, peor aún, estamos convencidos de que estas negociaciones son la panacea para nuestra economía.

Características de la negociación

Con Estados Unidos estamos negociando la normatividad, y es allí donde está el quid y no en los aranceles, que es la idea que nos han vendido. Estados Unidos tiene un arancel promedio del 3 por ciento y el arancel promedio de Colombia está por el 12 por ciento. Si vamos a lograr libre comercio, esto será lo que tengamos que entregar.

Si bien es cierto que es más lo que vamos a entregar que lo que vamos a recibir, el verdadero problema es la normatividad del acceso al mercado.

En la normatividad, los temas más delicados son las normas fitosanitarias, la propiedad intelectual, la solución de diferendos, los servicios, cláusulas sociales y ambientales y los subsidios; temas en los que Estados Unidos ha hecho lo que ha querido, y nosotros le hemos ayudado (no olvidemos los 'errores' en la negociación de la mesa de propiedad intelectual en la pasada ronda).

Otro aspecto de gran relevancia es el del impacto del tratado y la cooperación internacional. Colombia está en guerra y, que yo sepa, ningún otro país signatario de un TLC ha estado en esa posición al momento de la firma.

Cuando los pocos recursos con los que se cuenta se destinan al fortalecimiento de la seguridad democrática, no existen recursos para la reconversión (agenda interna) que requiere un proceso de estos, y veo muy difícil que el país pueda apropiar los recursos que demandará el TLC.

Al problema económico debemos añadir el problema social. Todo tratado de libre comercio requiere la asignación eficiente de recursos. Eso incluye la reasignación de poblaciones asignadas ineficientemente, y en nuestro caso con dos millones de desplazados esa asignación eficiente de recursos es bastante compleja.

Y, para rematar, Colombia es 'beneficiario' del Plan Colombia, y no es un secreto que este plan esta íntimamente ligado al tratado. Siendo un apalancamiento para nuestro programa de gobierno, no podemos embarcarnos en esta aventura y negociar año tras año los recursos de una guerra que no solo le pertenece a Colombia sino sobre todo a nuestro principal socio comercial.

La peligrosa reciprocidad

La reciprocidad -según el diccionario- significa "Correspondencia mutua de una persona o cosa con otra". En la práctica del comercio internacional, la reciprocidad juega un papel importante en la definición de directrices generales para los marcos de negociación, y toma particular importancia cuando se conceden ventajas o desventajas en las medidas arancelarias y paraarancelarias.

Existen dos tipos de reciprocidades: las generales y las sectoriales. Desde esta perspectiva, una reciprocidad general no necesariamente beneficia a un sector y viceversa.

Este principio de reciprocidad en el marco del TLC deja por fuera aspectos tan importantes como las asimetrías en el desarrollo económico sectorial, la dotación sectorial de factores o el acceso sectorial a tecnología, entre otros.

En el caso colombiano, el desconocimiento de nuestras asimetrías internas y externas, y la necesidad del apoyo de Estados Unidos en el conflicto interno ha hecho que negociemos en condiciones de igualdad poniendo en riesgo el desarrollo económico del país.

Las solicitudes de Estados Unidos de desgravar en condiciones recíprocas sectores sensibles de nuestra economía versus sectores no tan sensibles para ellos refleja una clara posición hegemónica. El concedernos algunos beneficios en cada una de las rondas de negociación no ha sido más que el mecanismo de manipulación a favor de sus propios intereses.

El Estado colombiano debe entender que las negociaciones deben darse en el marco de la no reciprocidad para lograr que el tratado produzca verdaderos beneficios mutuos y nuestros términos de intercambio tengan una igualdad justa.

Los factores exógenos

La reciente negociación y compra de armas por Venezuela pudiera verse como un factor irrelevante en términos del TLC con Estados Unidos, pero frente a una "amenaza latente", como ha sido calificada por expertos en la materia, ¿cuál será el camino que tomará Colombia? En el conflicto con Nicaragua en los 80, salimos corriendo a pedir ayuda a Estados Unidos; si llegásemos a tener conflicto con Venezuela, o mejor ellos con nosotros, ¿quién vendría a rescatarnos? ¿A cambio de que?

Aún nos falta preguntarnos cuál es la premura de la firma del acuerdo CAN-Mercosur, ¿qué intereses hay allí? ¿Es tan bueno como parece? ¿Que pensará nuestro principal socio comercial de una alianza con quienes no le dejaron prosperar el Alca?, y ¿cómo afectará esta negociación la cooperación internacional (Plan Colombia) que soporta nuestra seguridad democrática?

En esta negociación hay más en juego que el simple intercambio comercial. La soberanía, el conflicto interno, el equilibrio de fuerzas en la región y la necesidad de un mercado ampliado hacen que el contexto se torne escabroso. Por tanto, nuestros 'negociadores' deben ser muy cuidadosos si no quieren venderle -y además mal vendido- el país al mejor postor.

* Consultor internacional y docente universitario