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El reconocimiento del Estado palestino

Cuando Belisario Betancur en 1982, como presidente electo, anunció que solicitaría la incorporación de Colombia al Movimiento de los Países No Alineados, fue calificado en los medios nacionales como socialista, enemigo de la democracia occidental y hasta de simpatizante con el terrorismo.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
10 de agosto de 2018

Cuando asumió la presidencia impartió instrucciones para solicitar nuestro ingreso a la Movimiento en una cumbre que se celebraría en New Delhi. El requerimiento colombiano fue acogido por aclamación.

Años después, durante la administración Samper, Colombia fue elegida como presidente de los NOAL constituido por 116 países y que tenía en ese entonces una importante influencia en los asuntos fundamentales de la ONU.

La cumbre en la que Colombia asumió la presidencia del Movimiento se celebró en 1995 en Cartagena. Entre los numerosos jefes de estado asistentes, se contó a Yaser Arafat, presidente de la OLP, calificado en los Estados Unidos y en otras naciones, como patrocinador del terrorismo. En realidad, era un luchador por los derechos de su pueblo dentro del marco del entendimiento, lo que más tarde le valió su nominación al premio nobel de paz.

Las conversaciones celebradas con Arafat en Cartagena condujeron a una visita de Samper a Palestina en 1996 en la que el mandatario colombiano habló ante la asamblea palestina en Ramala en su condición de presidente de los NOAL. Se acordó establecer una representación oficial del estado de Palestina en nuestro país bajo la figura de “misión especial”, mientras que Colombia acreditaría a su embajador en Egipto como concurrente ante la Autoridad Palestina.

Sin embargo, ni el gobierno de Samper, ni los de Pastrana y Uribe dieron el paso de reconocer a Palestina como nación independiente. Tampoco lo hizo Santos durante sus ocho años de mandato, no obstante que ya en este momento la mayoría de los países de América Latina, lo han hecho.

Nuestra tradicional y amistosa relación con Israel, la cooperación técnica y militar, la importante influencia de la comunidad judía en nuestro país, la falsa identificación de Palestina con el terrorismo, así como el hecho de que ésta no cuenta aún un territorio y una organización estatal definidas, inhibieron a los gobiernos a reconocer al estado palestino.    

Finalmente se hizo el reconocimiento por la administración Santos pocas horas antes del cambio de gobierno y no mediante un anuncio oficial de cancillería, sino bajo la extraña modalidad de un comunicado de la embajada de Palestina en Bogotá, veinticuatro horas después de la posesión del presidente Duque. Algo así no tiene precedentes.

El reconocimiento por la administración Santos, a pesar de que hubiera mediado una notificación al nuevo gobierno pocos días antes, se podría haber hecho tiempo atrás y no esperar unas horas antes de la transmisión del mando, para no afrontar las reacciones de diferente origen que seguramente se presentarían por esa decisión.  

De todas maneras, seguramente el reconocimiento de Palestina, no implicará la modificación de nuestro apoyo a una solución pacífica del conflicto árabe-israelí, al derecho de palestinos e israelíes a tener su propio territorio con fronteras seguras, ni al manteniendo cordiales relaciones con Israel.    

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