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El reflejo en el espejo de la integración

Aunque el Área de Integración Profunda puede considerarse otro éxito en la política exterior del gobierno Santos, todavía queda mucho por recorrer.

Semana
4 de mayo de 2011

La iniciativa del Arco del Pacífico tuvo la semana pasada su primer fruto: el Área de Integración Profunda, constituida por Colombia, México, Chile y Perú. Aunque esto puede considerarse como otro éxito en la política exterior del gobierno Santos, todavía queda mucho por recorrer en un camino lleno de obstáculos; en especial, la creación de nuevas identidades que soporten estos intereses.
 
El primer elemento que este proceso nos muestra es que definitivamente hay un nuevo tono y manejo de la política exterior colombiana, en donde el tema de la seguridad no subsume los demás temas de la agenda internacional del país. Esto es positivo en la medida en que se pueden ampliar tanto los instrumentos como los interlocutores en nuestro relacionamiento, aunado a que se pueden utilizar otras fuentes de poder para conseguir nuestros objetivos.
 
Ahora bien, el grupo de los cuatro presenta indicadores atractivos para el comercio y la inversión, y permitirá la entrada de más integrantes con costas en el Pacífico. Esto de por sí plantea un problema: a pesar de su aparente inclusión, todos los países con costa única en el Atlántico tendrán que ver el proceso desde las barreras. El caso de Brasil puede ser paradigmático. Su esfuerzo por articular una región suramericana, materializada en Unasur, puede chocar con esta nueva representación geográfica, toda vez que los referentes y las potencialidades internacionales se definen de una manera distinta.
 
En este sentido, la posición geoestratégica de Colombia, importante como articulador de las Américas, implica una mira Pacífica y Atlántica al mismo tiempo. Sin embargo, no es clara la forma en que el país logrará unir estos paisajes políticos. Hacemos parte de la Asociación de Estados del Caribe, de la CAN, de Unasur, de la Iniciativa de Mesoamérica, buscamos incesantemente el TLC con Estados Unidos, con Europa, tenemos con Canadá; es decir, nos reflejamos en múltiples espejos que sólo tienen en común la inserción de nuestra economía en estos espacios.
 
En adición, los objetivos de cada uno de los procesos de integración en América Latina son distintos. Colombia le ha apostado a la creación de áreas de libre comercio como identificador y parámetro de política exterior económica. Para otros países, el comercio es sólo uno de los aspectos y el énfasis de la integración se ha puesto en temas políticos. El gran reto estará en no desbaratar la incipiente unidad regional suramericana con otro más de los intentos por lograr el desarrollo a partir de la integración.
 
Por último, si el objetivo es relacionarnos de manera más profunda con el Este de Asia, las experiencias de los otros tres miembros nos puede ayudar en la consecución de este objetivo. Además, la idea fundamental es empezar, realmente, a actuar como bloque. Sin embargo, el rezago de Colombia en experiencia asiática frente a los otros tres es abismal. Por ello, el cuerpo de servicio exterior del país tendrá que ser muy hábil para que nuestros intereses se vean reflejados en el actuar del grupo. Para lograr esto, no queda otra que seguir especializando a nuestro cuerpo diplomático en temas asiáticos junto con un conocimiento profundo del país para que puedan saber cuáles son los mínimos irrenunciables en cualquier aproximación a los países de Asia del Este.
 
El interés asiático de Colombia data de los años 80. Sin embargo, todavía no hay un proceso de construcción de una identidad hacia esta región que permita soportar esos intereses. Como este proceso es tanto interno como externo, en los próximos años el país deberá tomar decisiones fundamentales que reflejarán la imagen en los espejos de América Latina y Asia Pacífico. Una imagen que debe proyectar un nuevo rol en los asuntos internacionales.
 
Director de la carrera de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana.