Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

El segundo tiempo de Duque

El presidente Iván Duque cuenta ya con su equipo renovado. Debe aprovechar este nuevo arranque para articular una narrativa con sus prioridades de gobierno para lo que queda de su administración, que presente una visión de país y que genere adhesión ciudadana alrededor del rumbo que propone para Colombia.

Camilo Granada, Camilo Granada
12 de febrero de 2020

Empieza el segundo tiempo del Gobierno Duque. Con el nombramiento de los nuevos ministros y el enroque de las ministras de Trabajo e Interior el presidente reconfigura su equipo para 2020. Veremos si esto contribuye a una mayor gobernabilidad y una mejor conexión con la ciudadanía. Pero corre el riesgo de quedarse con el pecado y sin el género.

El reajuste del gabinete es un paso moderado y calculado. El presidente estaba pagando las consecuencias de haber llevado al extremo su anuncio de no pactar con los partidos, y su promesa de nombrar exclusivamente ministros técnicos. Con la llegada al gabinete de Fernando Ruiz (Salud), Ángel Custodio Cabrera (Trabajo) y Rodolfo Enrique Zea (Agricultura), Duque trata de lograr encontrar un equilibrio entre el apoyo legislativo que tanto necesita sin que parezca desdecirse de su rechazo a la representación política de los partidos.

Lo anterior explica que el presidente haya escogido a “técnicos con sentido social” como los caracterizó en un trino. Los tres nuevos ministros si bien son cercanos a Cambio Radical, el Partido de la U y el Conservador, no fueron escogidos por esas colectividades. Se trata de representantes de los partidos, pero sin imposición de nombres. Los cambios le dan un respiro a Duque en el frente parlamentario. En ese campo serán de gran ayuda Alicia Arango, uribista y duquista pura sangre que tiene un gran sentido político y es capaz de buscar acuerdos sin sacrificar sus posiciones y Ángel Custodio Cabrera es un experimentado político que conoce de cerca los intríngulis del Congreso y de la dinámica parlamentaria.

Sin embargo, por su exceso de precaución, existe el riesgo de que el gobierno se quede con el pecado y sin el género. Los únicos realmente contentos son los conservadores, pues recuperan el Ministerio de Agricultura, una cartera que han ocupado muchas veces en el pasado y que consideran casi como su dominio reservado. Pero en los otros partidos, las cosas no son tan simples. En La U se habla de descontento porque no se incluyó a Dilian Francisca Toro, quien luego de la gobernación del Valle aspiraba a ser ministra para proyectarse a nivel nacional como una presidenciable. Por el lado de Cambio Radical, la elección de Fernando Ruiz no hace la unanimidad entre los líderes del partido quienes son los que votan en el Congreso. Es una victoria para el exvicepresidente Vargas Lleras en contra de su propia bancada y de la casa Char, quienes querían el Ministerio de Agricultura y tenían varios candidatos para el cargo.

Estos descontentos pueden terminar expresándose en una rebelión parlamentaria que reduzca el impacto favorable esperado. Además, para algunos congresistas, ver entreabrirse la puerta de los cargos del ejecutivo puede no calmar sino por el contrario abrir los apetitos burocráticos.

Por el lado del partido del presidente, el Centro Democrático no permitió perder sus espacios, pues mantuvo a Alicia Arango que va a Interior, y Nancy Patricia va a palacio en reemplazo del exconsejero Barbosa, el nuevo fiscal. Sin embargo, habrá que ver si volver a traer a Vargas Lleras o a La U al Gobierno levanta ampollas entre los más radicales.

A pesar de los riesgos señalados, es indudable que el panorama es claramente mejor que hace tres meses con el paro del 21 de noviembre. Pero eso no significa que haya un jardín de rosas para el Gobierno. Si el presidente quiere abordar temas de fondo y urgentes, como la necesaria reforma de pensiones, la reforma laboral y la reforma a la justicia, va a necesitar ejercer un gran liderazgo político para conseguir las mayorías en el Congreso y el apoyo ciudadano para propuestas necesariamente difíciles y controversiales.

El presidente Duque cuenta ya con su equipo renovado. Debe aprovechar este nuevo arranque para articular una narrativa con sus prioridades de gobierno para lo que queda de su administración, que presente una visión de país y que genere adhesión ciudadana alrededor del rumbo que propone para Colombia.