Home

Opinión

Artículo

EL SHOCK DEL PRESENTE

Semana
26 de noviembre de 1990


A mí no me asusta tanto como a ciertos editorialistas, columnistas y caricaturistas, que los dos gigantescos estómagos de Ruddy Hommes y de Ernesto Samper estén enfrentados en una verdadera política de choque.

Los Ministros de Hacienda y de Desarrollo han sostenido por regla general, en todos los gobiernos, "rifirafes" semejantes, lo que pueden atestiguar Alarcón y María Mercedes Cuéllar, en épocas de Barco "intimos cuando la segunda era directora de Planeación, pero no tanto cuando ésta fue nombrada Ministra de Desarrollo", y Roberto Junguito y Rodrigo Marin en tiempos de Betancur.

Lo que puede estar pasando, quizás, es que en el Gobierno de Gaviria se está notando más, no sólo por la inmensa humanidad física de los ministros enfrentados, sino por la naturaleza arrolladora que a ambos los caracteriza.

Ninguno de los dos es Santa Maria Goretti en materia de personalidad.
Hommes llegó al Gobiemo honestamente dispuesto a sacar adelante la apertura económica, y no tiene pensado ni negociarla, ni regatearla.

Samper, por su parte, tiene invertidos en su gestión unos dividendos que su carrera permanentemente ascendente espera cobrar a mediano plazo, y tampoco está dispuesto a permitir que su colega de Hacienda le imponga a la fuerza una devaluación de su perfil polìtico.

Y asì, mientras el Ministro de Desarrollo favorece una polìtica de apertura lenta, que proteja los sectores industriales, el compromiso del Ministro de Hacienda está por lo pronto concentrado en trancar el gasto público y bajar la inflación, y en la carrera por lograrlo piensa, a diferencia de Samper, que hay que hacerle menos concesiones a los intereses creados. Ese es un esquema lógico de prioridades administrativas. Grave, grave sera más bien que Hommes estuviera del lado de Samper o que Samper estuviera del lado de Hommes.

Pero esta rivalidad ha producido un resulado casi insospechado: que ha rescatado a Ernesto Samper de la "olla", de imagen en la que su defensa de los sanandresitos y otros populismos semejantes lo habian colocado frente a la clase industrial y empresarial del país. De la noche a la mañana Ernesto ya no es más el enemigo de la clase empresarial sino su mas ferviente defensor. Y con ello, logró reencaucharse en una posición que habìa perdido o que quizas jamas, hasta hoy, habia ocupado: la de ser en el interior del Gobierno la garantia de los gremios económicos del pais frente a la "amenaza" rudisista de una apertura a ultranza, sin que por este motivo se haya mermado su aceptación en los demás sectores populares.

De manera que lo que es a Ernesto, por ahora, el enfrentamiento con su colega de Hacienda no le ha dejado sino ganancias, mientras que a Ruddy Hommes, que no quiere ser presidente, tampoco lo ha perjudicado. Lo que falta porveres si estas discrepancias son igualmente buenas para el paìs.

A uno se le ocurriria pensar que gracias a ellas, en el consejo de ministros existen dos fuerzas antagonicas que le ofrecen al Gobierno puntos de vista distintos sobre los mismos problemas. Mientras Hommes se compromete a fondo con la apertura bajo la convicción de que afianzar en Colombia unas condiciones de mayor crecimiento es producir el higado de bacalao que le mejorará la salud al paìs, Samper insiste en que la apertura no debe ser un instrumento de control de la inflación a corto plazo y que la amenaza de la apertura súbita tiene a los empresarios invirtiendo cada vez menos.

Yo no veo, francamente, porqué no puede surgirde este punto de partida un concepto económico civilizadamente balanceado. Con una garantía adicional: que este es un pulso entre dos fuerzas proporcionales.

Es cierto que el Ministro de Hacienda es más poderoso que el de Desarrollo, pero también es cierto que en este caso concreto el de Desarrollo es ex candidato y precandidato, detalle que empareja su desventaja inicial. Pero aunque Samper, político de ejercicio, le lleva una considerable ventaja a Hommes en el manejo parlamentario, esto no permite subestimar ni por un instante a su colega de Hacienda, quien al fin y al cabo es el dueño de las llaves de los auxilios parlamentarios.

La mitad de esta ecuacion de poderes parecería estar ya comprobada, en lo que a Samper respecta, con el rumor de que mientras el proyecto de comercio exterior presentado al Congreso por el Ministro de Desarrollo va viento en popa, el de cambios, presentado por el de Hacienda, esta varado en manos de un "sospechoso" o por lo menos muy coincidencial ponente samperista. Yo francamente creo que Hommes no se quedará varado ante tamano "aureliazo" que le tendieron a su paso.

En últimas, sin embargo, si la circunstancia del no unanimismo comienza a móstrarse francamente inmanejable para el Gobierno, y si realmente las "marrulladitas" recíprocas terminan impidiendo que el cauce económico tome finalmente una dirección o la otra, existe la última garantía de que el presidente Gaviria termine interviniendo a favor del uno del otro cuando las discrepancias, si es que lo hacen, se tornen insostenibles.

Mientras tanto, frente a dos ministros de tan sobresaliente perfil, que le ofrecen al país garantías óptimas desde dos flancos distintos, siempre queda la alternativa de responder, como le escuché decir a un amigo mío cuando le pusieron la disyuntiva:
"Pues yo económicamente estoy con Ruddy, pero quiero más a Ernesto".