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El veto al PIN se debe mantener

En política no existen ni las enemistades absolutas, ni las lealtades incondicionales.

Semana
24 de junio de 2010

Durante la campaña electoral para elegir Presidente de la República, todos los medios de comunicación de alcance nacional estuvieron pendientes de los posibles apoyos que podrían dar los congresistas elegidos por el Partido de Integración Nacional (PIN) a los candidatos, sin tener en cuenta que el tiempo para la negociación política no se daría durante la época proselitista, sino después.

A pesar de que el presidente del PIN, Samuel Arrieta, anunció que su partido daría apoyo irrestricto al entonces candidato y hoy mandatario electo, Juan Manuel Santos, era obvio que ese respaldo para ese tiempo no daría pie a negociaciones políticas, en primer lugar, porque la maquinaria política y gubernamental estaba puesta a favor de Santos y, en segundo lugar, porque para ellos era claro que su momento era más adelante.

Los congresistas elegidos por el PIN, algunos nuevos en la política, otros no tanto, saben que en el momento en que el Gobierno comience a presentar proyectos a consideración del Legislativo, será el tiempo adecuado para darse a la tan acostumbrada práctica del toma y dame, cosa que también sabe el mismo Presidente electo, quien parece adelantarse al hecho y pretende armar una coalición donde no sólo reúna a los miembros de la U, el conservatismo y Cambio Radical, sino también al liberalismo y, de ser posible, también a los integrantes del Partido Verde, y así no depender tanto de personas cuestionadas.

No se sabe qué tanto sea posible hacerle el quite al PIN. Dudo mucho que el veto impuesto por Juan Manuel Santos durante la campaña perdure durante todo su mandato, más si se tiene en cuenta que en política no existen ni las enemistades absolutas, ni las lealtades incondicionales. Prueba de lo anterior es el respaldo al Presidente electo de Alfonso Gómez Méndez, quien se decía cercano a la senadora Piedad Córdoba, la más fuerte opositora del liberalismo al gobierno actual, al que Santos promete darle continuidad irrestricta.

Algo similar ocurrió con el presidente Uribe en 2006, quien expulsó de su coalición a los miembros de Convergencia Ciudadana en momentos en que corría el rumor de la cercanía de algunos de sus miembros con las Autodefensas, para más adelante llamarlos a hacer parte de su bancada en Senado y Cámara.

Si el Presidente electo, Juan Manuel Santos, logra introducir en su grupo de apoyo al total de los congresistas liberales, más la bancada del Partido Verde, se evitaría la cercanía y el apoyo un tanto incómodo de personas que llegaron al Legislativo con apoyos cuestionados como Héctor Julio Alfonso, hijo de Enilce López, alias la ‘Gata’, y Teresita García, hermana de Álvaro García, condenado a 40 años de cárcel por parapolítica. De paso, también evitaría que le hicieran los mismos señalamientos que se le hicieron al presidente Álvaro Uribe por permitir dentro su grupo de senadores y representantes a quienes se aliaron con el paramilitarismo para hacerse al poder local, sin importarle que más adelante estos provocarían la más grande crisis humanitaria en municipios y regiones (más de 21.000 asesinatos y desapariciones, cientos de secuestros y reclutamiento de menores, más de 3.200 fosas comunes identificadas y millones de desplazados, según el informe final presentado por ex fiscal Mario Iguarán al término de su gestión).

Quiera Dios que el presidente electo, Juan Manuel Santos, mantenga su decisión de no hacer tratos con el PIN, aunque de antemano sé que esta decisión será muy difícil de mantener por más que quiera, debido a que, como lo dije en párrafos anteriores, en política no existen ni las enemistades absolutas, ni las lealtades incondicionales.

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