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El yerno de Trump y las extensiones del TLC

Hubo sí una extensión del TLC, con jugaditas a favor del Norte y de ñapas a Europa con algo que denomina “recomendaciones exigentes”.

Aurelio Suárez Montoya
2 de octubre de 2021

El exministro de Hacienda de Juan Manuel Santos Mauricio Cárdenas publicó una suerte de novela económica, de “episodios y anécdotas”, titulada Cómo avanza Colombia, que suscita debate no solo por chocar con la opinión general, que vive lo contrario, sino por omitir asuntos trascendentales como el balance sobre los resultados de los TLC puestos en marcha como estrategia central por ese Gobierno, al que sirvió por 83 meses como ministro de Minas y luego de Hacienda.

Se complace de que Trump no hubiera invitado de manera directa a renegociar el TLC, como pasó con México (pág. 87). No obstante, sin miramientos y al tenor del ingreso a la Ocde, cuenta las cesiones a Estados Unidos en cinco “cabos sueltos” del Tratado: derechos de autor, licores, “chatarrización” de camiones, farmacéuticos (Res. 06-CNPD-agosto 6-2018) y asuntos laborales, estos últimos como taparrabo. Es decir, hubo sí una extensión de los TLC, con secretismo y jugaditas a favor del Norte y de ñapas para Europa, con algo que denomina “recomendaciones exigentes” (capítulo 2).

Destaca al yerno de Trump, Jared Kushner, el marido de Ivanka, como palanca para resolver “dos grandes obstáculos en la recta final” del ingreso a la Ocde, por lo que Cárdenas agradece su diligencia. Kushner, según narra, ayudó a ablandar –frente a las enmiendas en los capítulos enunciados– al representante comercial, Robert Lighthizer, que vio, en la obstinación de Colombia por entrar a la Ocde, un chance para “apretar tuercas” sobre los temas pendientes (pág. 90). ¿No conocía Cárdenas las denuncias sobre los Kushner acusados de múltiples ilegalidades vinculadas al tráfico de influencias? Hasta en Netflix están. ¿O no supo que siguió “participando en los negocios (…) beneficiándose de políticas que impulsó dentro de la administración”? (Wikipedia). ¿Kushner cobró? Inaceptable.

El que no se guarde mínimo recato en esta narrativa se explica por el dogma en que algunos convirtieron los TLC, “fuera del cual no hay salvación”, que todo lo justifica y vale y que cuenta entre sus destacados correligionarios a varios precandidatos como Óscar Iván Zuluaga, Juan Carlos Echeverry, a los propios Alejandro Gaviria y Enrique Peñalosa, y otros prosélitos como Iván Duque, Alberto Carrasquilla y Andrés Felipe Arias, quien defendió el acuerdo con Estados Unidos por el intercambio “de trigo por uchuva”. Le salió al revés: luego de nueve años, importamos en promedio anual 150 millones de dólares del cereal y exportamos menos de 3 millones de la fruta. Coinciden en la feligresía a los TLC, igualitos (USDA FAS-ProColombia).

Para refrescar la memoria de Cárdenas, sirve retomar cifras del balance de algunos TLC, vigentes desde Santos y varios negociados por Uribe, presentados como fuente substituta de ahorro para salvar la destorcida de los precios del petróleo y de la minería a partir de 2014. El déficit comercial acumulado por Colombia en el TLC con Estados Unidos entre 2012 y 2019 fue de -7.593 millones de dólares; con la Unión Europea, de -7.414; con México, espina dorsal de la Alianza del Pacífico, de -25.566; con Mercosur, de -14.876; con Canadá, de -2.989 y con Corea del Sur, de -3.819. Peor imposible (cálculo con datos MinCit).

La inversión extranjera directa no trajo la utopía que documentos oficiales le atribuían como “fundamentales para lograr el financiamiento de una tasa de inversión del 30,7 %” (Conpes 3837, 2015). Aunque esa modalidad creció 65.436 millones de dólares entre 2015 y 2019 (Banrep), el PIB creció solo 2,4 por ciento en promedio, el peor en lo corrido del siglo hasta entonces, y el PIB por habitante, en dólares constantes de 2015, apenas el insignificante 0,5 por ciento anual, menor que la tasa de crecimiento de la población, y, si se acoge el concepto de renta nacional de Piketty, que sustrae del PIB las utilidades del capital foráneo, el resultado sería más funesto.

Para cubrir tal estancamiento y el déficit externo, la deuda del sector público consolidado entre 2015 y 2019 creció de 438 billones de pesos a 593, un exorbitante 35 por ciento, y por habitante llegó a niveles del 57 por ciento del ingreso personal (Banrep). Así el lector puede comprobar si la estrategia de libre comercio y atracción a toda costa del capital extranjero, como variable de cierre, lleva, según aduce Cárdenas, “al progreso”. Mejores los datos que las anécdotas.

Dos precandidatos, De la Calle y Jorge Robledo, han planteado en forma abierta la revisión de los TLC. Incluso Petro avaló el ingreso a la Ocde, que, como se devela, se mezcló con el endurecimiento de los tratados. ¿Hay avance o hay retroceso? Aunque se vea remoto, este es el debate principal de la campaña política en curso y en consecuencia: ¿cambio o continuismo?

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