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Una carrera casi resuelta

Aunque ni siquiera se sabe quiénes serán candidatos a la Alcaldía de Bogotá, el nombre del sucesor de Enrique Peñalosa dependerá de la posibilidad de Petro, Fajardo, los verdes y el Polo de consolidar una alianza.

Lucas Pombo, Lucas Pombo
15 de noviembre de 2018

Aunque falta casi un año para las elecciones locales y ni siquiera es claro quién será candidato a la Alcaldía de Bogotá, hay una certeza: el nombre del sucesor de Enrique Peñalosa dependerá de si la Coalición Colombia, compuesta por la Alianza Verde, el Polo y Compromiso Ciudadano, logra sellar una alianza con la Colombia Humana de Gustavo Petro para impulsar a un candidato único.

En la primera vuelta presidencial, los entonces candidatos Sergio Fajardo y Gustavo Petro sumaron más de dos millones de votos en Bogotá, duplicando la suma de los votos obtenidos por el hoy presidente Iván Duque y Germán Vargas Lleras en la capital. Esta tendencia se mantiene hoy; en la primera encuesta de Guarumo sobre intención de voto a la Alcaldía, las excandidatas vicepresidenciales Claudia López, Ángela María Robledo y el exsenador Antonio Navarro suman el 39% del total de la intención de voto, sin un candidato que logre pisarles los talones.

Claro, hablar de alianzas en fácil pero la filigrana es compleja. Poner de acuerdo a Sergio Fajardo y a Jorge Enrique Robledo con Gustavo Petro es una tarea casi imposible. En la segunda vuelta, y a pesar de las inmensas presiones de los sectores anti uribistas, Fajardo y Robledo decidieron votar en blanco y no endosar su apoyo a Petro. Después de ese episodio, que para algunos le costó la Presidencia al exalcalde, las relaciones quedaron en un estado de absoluto congelamiento.

Mientras petristas y verdes definen qué hacer en la elección de octubre, Uribe repite la fórmula con la que logró elegir presidente. A cuenta gotas, el líder natural del Centro Democrático lanza al agua a dirigentes de su partido para que se enfrenten en una especie de primaria que, al menos durante la campaña presidencial, acaparó durante semanas la atención de los medios de comunicación, como si se tratara de un “reality show”. Es difícil que el uribismo logre poner al próximo alcalde pero el expresidente entiende que a una pelea de pesos pesados, en la que los ataques a su partido serán duros y sostenidos, hay que llevar a un candidato de primera línea. No es casualidad que, aunque los concejales Ángela Garzón y Diego Molano ya habían expresado su deseo de ser precandidatos, Uribe haya propuesto los nombres de Samuel Hoyos y Paloma Valencia para el cargo.

Los candidatos cercanos a Enrique Peñalosa están en el peor escenario posible. El ex secretario de gobierno, Miguel Uribe salió al ruedo de la campaña cargando la cruz de haber sido funcionario de uno de los alcaldes más impopulares del país. La defensa del legado de esta administración es criptonita electoral, por lo que es difícil que esa candidatura despegue.

La situación para Carlos Fernando Galán tampoco es fácil. El exsenador ha hecho la tarea y se había perfilado como una de las cartas fuertes para aspirar a la Alcaldía de Bogotá; sin embargo, la coyuntura lo llevó a un punto muerto. Ante la opinión pública quedó debilitado por su defensa de la administración Peñalosa y en el plano político quedó sólo, después de haber dado un portazo en Cambio Radical, abandonando una de las estructuras electorales más poderosas de la ciudad. Sólo la decisión del Consejo Nacional Electoral de revivir el Nuevo Liberalismo podría darle un segundo aire, en su segundo intento por llegar al Palacio de Liévano.

El voto de opinión hace mucho tiempo derrotó a la maquinaria en Bogotá y esa opinión hoy tiende hacia la centroizquierda. La indignación ciudadana, que está en su pico más alto, es el caldo de cultivo ideal para que los sectores que hace apenas cinco meses estuvieron a punto de llegar a la Presidencia pongan a uno de los suyos en el segundo cargo más importante del país; vamos a ver si con estas condiciones favorables cumplen su objetivo o si la división hace que la victoria se les escurra entre los dedos.

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