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Ideología de género, mentiras y libertad de expresión

Muchos medios han hablado de cómo la campaña por el No se nutrió del miedo que impusiera una “ideología de género”, por medio del Acuerdo de paz con las FARC.

Semana.Com
11 de octubre de 2016

Muchos medios han hablado de cómo la campaña por el No se nutrió del miedo de que se impusiera una “ideología de género”, por medio del Acuerdo de paz con las FARC. ¿Discriminación o libertad de expresión?

El exprocurador, Alejandro Ordóñez, promotor del No en el plebiscito por la paz, dijo, días antes a esa votación, que “el Gobierno y las FARC pretende que la ideología de género quede en la norma constitucional”.

Según lo contó Semana, ese argumento se volvió un caballito de batalla de la campaña que ganó el pasado 2 de octubre. Después de los resultados, el New York Times contó cómo esta campaña se alimentó de posturas como la que defiende el exprocurador.

Este argumento fue determinante para que sectores como algunas iglesias cristianas estuvieran de acuerdo con la campaña del No. También se pudo ver que personas como Marco Fidel Suárez, el “Concejal de la Familia”, hicieron publicaciones como un video que dice que la familia natural se veía amenazada en el plebiscito. Uno de los personajes de ese video comenta que “como en la ideología de género todo se vale, abre la posibilidad, por ejemplo, a las parafilias: Pedofilia, zoofilia, necrofilia y también a la poligamia, a la poliandria y al incesto”.

Sumado a esto, el pasado miércoles, 5 de octubre, Juan Carlos Vélez Uribe, líder de la campaña por el No, aseguró en una entrevista en La República que habían tergiversado mensajes. La entrevista no habla explícitamente de la “ideología de género”, pero sí genera suspicacias sobre cualquier argumento usado por esas personas.

Lo sucedido con la campaña del No, el argumento de la “ideología de género” y la entrevista de Vélez Uribe recuerda a unos casos en los que se habló sobre los límites entre libertad de expresión y la discriminación en Europa.

En Suecia, un señor de apellido Vejdeland, junto con otras tres personas, repartió panfletos en los casilleros de un colegio. Estos documentos decían que la homosexualidad era una de las principales razones por las que el VIH y el SIDA se han propagado. Además, decían que el “lobby homosexual” buscaba restarle importancia a la pedofilia. Las 4 personas recibieron unas condenas de multa, penas de prisión suspendida y libertad condicional.

Vejdeland y sus compañeros acudieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) alegando que se había violado su libertad de expresión. Sus argumentos se enfocaban en decir que lo que buscaban era promover un debate sobre la falta de objetividad en la educación sueca. El TEDH consideró que los panfletos eran, sin ninguna necesidad, ofensivos contra los derechos de los homosexuales, refiriéndose a que el insulto, ridiculización o calumnia dirigida hacia determinados grupos podía ser razón suficiente para que las autoridades tomaran acciones.

Otro caso es el de Daniel Féret contra Bélgica. Féret, antiguo líder del partido “Frente Nacional”, durante tiempo de elecciones, repartió panfletos que se referían a los inmigrantes como personas con mentalidades criminales y propensas a explotar los beneficios que reciben por vivir en Bélgica. El líder político fue condenado por incitar al racismo, odio y discriminación.

Féret también acudió al TEDH por considerar que se vulneraba su derecho a la libertad de expresión. El TEDH consideró que este tipo de panfletos tenían un riesgo inevitable de despertar, especialmente entre las personas con poco conocimiento, sentimientos de desconfianza, rechazo u odio contra extranjeros. Además, el Tribunal recalcó que los políticos tienen que evitar dar declaraciones que alimenten la intolerancia.

El Sistema Europeo de Derechos Humanos tiene muchas diferencias con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que es el que aplica para Colombia. Una de esas diferencias es que el último sistema ha tratado mucho menos este tema, aunque ya hay unos puntos de partida.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicó un capítulo sobre discurso de odio e incitación a la violencia contra personas LGBTI en América en su informe anual de 2015. En ese texto, la Comisión hace un llamado a las autoridades a que se abstengan de difundir mensajes de odio contra esas personas y a “contribuir de manera contundente a la construcción de un clima de tolerancia y respeto”.

La campaña del No no es una autoridad pública, pero sí está integrada por funcionarios públicos y personas que tienen alta incidencia en la sociedad. Además, su responsabilidad frente a la forma en que están informando a sus electores implica mayor cuidado sobre las declaraciones que dan. De otra forma, no solo se estaría afectando los derechos de grupos sobre los que se refieren sus palabras, sino el derecho de sus votantes a recibir información veraz y elegir libremente.

La información que se publicó antes del plebiscito con relación a la “ideología de género” tuvo varias exageraciones y suposiciones equivocadas. Más allá de esto, si se compara con lo sucedido con Vejdeland y Féret, varias de las cosas que se dijeron podrían considerarse discriminatorias. Esto es un muy mal precedente para la democracia, pues incentiva a que la gente crea que está bien violentar los derechos de otros para ganar una elección.

* Asesor de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). @EmmanuelVP

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