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Encuestas y rechiflas

En pocos días se concentró la publicación de los resultados de tres importantes encuestas, las cuales coincidieron en un rechazo a la reelección del presidente Santos.

Alfredo Rangel, Alfredo Rangel
10 de agosto de 2013

En las últimas semanas el Gobierno ha recibido las peores noticias para su propósito reeleccionista. Todas las encuestas recientes registraron un rechazo popular a la reelección de Santos. También ha soportado las más grandes manifestaciones de rechazo popular. Parece que de ahora en adelante Santos ya no se podrá exponer ante grandes multitudes, por temor a que se multipliquen las rechiflas en su contra. Definitivamente empezó su último año con el Cristo de espaldas.

Efectivamente, en pocos días se concentró la publicación de los resultados de tres importantes encuestas, todas las cuales coincidieron en una calificación negativa de la gestión del Gobierno, así como en un rechazo a las posibilidades de reelección del presidente Santos. En la encuesta de Ipsos, el 60 % de los encuestados expresó que Colombia va por mal camino, el 62 % declaró que Santos no había cumplido lo prometido en su programa de gobierno, y el 60 % manifestó que estar en contra de su reelección. En la encuesta de Datexco, el Gobierno se raja en 14 de los 17 sectores sobre los cuales se indaga la calificación ciudadana; en esta misma encuesta el 70 % de los colombianos cree que el país ha empeorado o sigue igual, y el 65 % no votaría por Santos si se lanzara a la reelección. En la encuesta de Polimétrica, el 29 % votaría por un candidato uribista y sólo en 24 % lo haría por Santos; el 63 % está en contra de su reelección. Para rematar, en un sondeo de opinión de la FM, el 88 % repudia la reelección de Santos.

Lo que dicen las encuestas ya se empieza a palpar en las concentraciones públicas. Santos fue abucheado en la inauguración y en la clausura de los Juegos Mundiales de Cali. También lo fue en la celebración del 7 de Agosto en Medellín. En los desfiles del 20 de julio en Bogotá, y del 7 de agosto en Boyacá y en Medellín, se impidió la presencia de público en las cercanías de la tribuna presidencial, temiendo nuevas rechiflas. Anillos de seguridad antiabucheos forman ahora parte del protocolo presidencial de Santos. La fría soledad del poder empieza a rodear al presidente. En adelante tendrá que gobernar en la sombra, sin darle la cara al público.

Las encuestas y las rechiflas se han convertido en las únicas formas de expresión de la inconformidad de la opinión pública en torno la gestión del Gobierno y sus ansias reeleccionistas. La inmensa mayoría de los medios de comunicación ha dejado de comunicar esa inconformidad, pues en ellos predomina el unanimismo laudatorio hacia el Gobierno. Esta actitud genuflexa de los medios está sin duda relacionada con los más de un billón y medio de pesos que en propaganda y publicidad está gastando el gobierno nacional, dineros que obviamente mejoran los balances económicos de dichos medios, aun a costa de sacrificar el sagrado deber de informar objetivamente lo que está pasando. Por ejemplo, la reiteración de las rechiflas.

El Gobierno y sus áulicos en los medios parecen ausentes de la realidad y se niegan a aceptarla. Ante el rechazo abrumador de la iniciativa reeleccionista, unos se van por la tangente argumentando que esas encuestas las responde gente que no vota, y que en las urnas se verá otra cosa. De nada les vale que alguna encuesta les niegue el argumento, pues las preguntas sobre intención de voto las hizo a las personas electoralmente activas, o sea, que habían han votado en las últimas elecciones presidenciales. El rechazo a la reelección de Santos entre este grupo de población votante es el mismo que cuando se pregunta al conjunto de la población.

Otro argumento peregrino es que el rechazo a la reelección de Santos se debe a que Colombia es un país antirreeleccionista. Falso. Los hechos recientes lo demuestran. Uribe ha sido elegido tres veces en los últimos ocho años; la última vez, claro, en cuerpo ajeno, como lo sabemos los nueve millones de colombianos que votamos en la última elección presidencial. Es más, seguramente Uribe sería elegido nuevamente, por cuarta vez, si la Constitución lo permitiera. Entonces no es cierto que el país sea antirreeleccionista. La reelección en Colombia, como en cualquier país democrático, es un premio o un castigo: el pueblo la otorga como premio para los buenos gobernantes, y la niega como castigo contra los malos gobernantes.

El presidente está nervioso y asustado. Y transmite esa inseguridad a todo su equipo y a su bancada parlamentaria, que se quedó prácticamente sin agenda en lo que queda de mandato. Ante esta situación, Santos ha reaccionado descalificando con agresividad y atacando con grosería a la oposición uribista y al Polo. Y, para distraer la atención, como si el fracaso en los diálogos con las FARC no fuera suficiente, ahora se saca de la manga unos diálogos con el ELN, y alguna promesa rimbombante sacará del cubilete. Vano esfuerzo: la gente ya no le cree y le perdió la confianza. Por todas las anteriores razones, insisto en que Santos tal vez no se presentará a la reelección, lo que, en medio de todo, no deja de ser una buena noticia para el país.

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