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Es falso que la cuarentena sea la única salida

Es urgente que Bogotá ajuste sus acciones frente al coronavirus. Vamos perdiendo la batalla.

Eduardo Behrentz, Eduardo Behrentz
30 de junio de 2020

Colombia se convirtió en centro de la pandemia. Ya superamos a China y el pico observado durante el pasado fin de semana nos ubicó como el octavo país del mundo con mayor velocidad de contagio. Ya son historia los días en que se afirmaba, de manera prematura, que éramos un referente en estos temas o que la famosa curva se estaba aplanando. Ni lo uno ni lo otro.

En ese contexto, resulta de extrema urgencia un cambio de rumbo, especialmente en Bogotá, en donde se presenta el mayor número de contagios y muertes de todo el territorio nacional. Preocupa, entonces, que la Administración Distrital enfoque sus energías y capacidades en acciones y debates que no generan respuestas efectivas.

Por un lado, la Alcaldía compró y se apropió de la disyuntiva entre salvar vidas y proteger la economía. Ya son muchos los que piden superar ese falso debate. Está claro que la prioridad es la vida y la integridad de los ciudadanos. Pero igualmente claro debería ser que para lograr este objetivo no es necesario destruir el tejido productivo y, de paso, arrasar con los avances sociales de las últimas décadas. La cuarentena no es la única alternativa.

Más aún, tal y como lo mencioné en columna reciente (ver aquí), la experiencia internacional, particularmente en América Latina, muestra que las costosísimas medidas de restricción a la movilidad están lejos de ser infalibles. Perú, por ejemplo, inició estrictas cuarentenas antes que Colombia y hoy muestra una tasa de mortalidad por covid-19 similar a la de Brasil. Si no ajustamos curso, puede que sigamos nosotros.

Después de 100 días de encierro y de haber pagado un enorme costo social en un país de bajos ingresos y de economía informal, es una necedad seguir apostando a más restricciones generales. En la actual coyuntura no será fácil lograr obediencia ciudadana sin tener que recurrir a fuertes represiones.

Como dije, existen alternativas. Una de ellas, que ha mostrado buenos resultados en Europa y Asia, ha sido la apuesta por un monitoreo masivo de la población para identificar los casos positivos. De esta forma se aísla a quienes portan la enfermedad y se ofrece tratamiento a quienes lo requieren. Esto sumado a un programa de ayuda estatal (de aplicación inmediata) para quienes deben dejar de trabajar mientras cumplen su aislamiento. ¿No seremos capaces de algo similar?

Por ejemplo, si empezamos con una tercera parte de la población adulta de Bogotá, tendríamos que hacer cerca de dos millones de pruebas que, utilizando economías de escala, podrían costar cada una alrededor de 100 mil pesos.

Esto es, 200 mil millones de pesos que habría que adicionar al programa de ayuda para aquellos que están en aislamiento. Si con esta estrategia encontramos, digamos, 100 mil casos positivos en la ciudad, y la ayuda inmediata equivale al salario mínimo para 15 días, esto suma otros 50 mil millones de pesos.

Lo anterior significa que con menos del 1,5 % del presupuesto de un año de Bogotá podríamos poner en marcha una estrategia concreta y efectiva para la contención del coronavirus y la disminución de su curva de contagio.

Entendiendo que es más difícil gestionar algo como lo aquí descrito que poner una firma en un decreto que establezca restricciones generales, yo exhorto a la Alcaldía a considerar alternativas más sofisticadas y costo-efectivas.

Los ciudadanos ya hicimos nuestra parte durante varios meses. Ahora les toca a ustedes entender que la cuarentena es incierta en sus resultados en el control de la emergencia, mientras representa la opción más costosa y destructiva para nuestro futuro a corto y mediano plazo.

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