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Espejito, espejito

No es difícil ver las obvias diferencias con Venezuela, pero no estaría de más que empezáramos a observar las preocupantes semejanzas

Daniel Coronell
18 de octubre de 2008

Hace exactamente un mes, el director ejecutivo de Human Rights Watch para las Américas (HRW) fue expulsado de Venezuela. José Miguel Vivanco y el subdirector de HRW, Daniel Wilkinson, fueron arrestados en un hotel de Caracas y conducidos por la fuerza al aeropuerto de Maiquetía para obligarlos a salir de Venezuela en el siguiente vuelo. La mañana de ese mismo día, 18 de septiembre, Vivanco había presentado un informe de la organización protectora de derechos humanos, titulado: 'Una década de Chávez: Intolerancia política y oportunidades perdidas para el progreso de los derechos humanos en Venezuela'.

El reporte era una analizada recopilación de los abusos del gobierno venezolano. La acumulación del poder en una persona, la toma gradual de la rama judicial, la cooptación total del Legislativo venezolano, la persecución de los opositores, la discriminación a los sindicatos no afectos al oficialismo y la persecución normativa y económica a los medios de comunicación que han persistido en posiciones críticas.

No había nada en el informe que no estuviera sustentado. Sin embargo, el gobierno calificó la presentación como una agresión a la soberanía venezolana.

Después de asegurar que Vivanco es un "enemigo del proceso y de Venezuela", el canciller, Nicolás Maduro, explicó que la expulsión obedecía a que la organización "de manera abusiva y grosera presentó una rueda de prensa, donde vilipendió a las instituciones de la democracia venezolana e hirió la dignidad de un pueblo".

La prensa chavista no reseñó el contenido del informe, sino la descalificación del gobierno venezolano. Titularon 'Expulsado del país José Vivanco' y 'Sesgos en informes de HRW'. No faltaron epítetos como "agente del imperialismo", "pregonero de la oposición", "desestabilizador profesional" y "mercenario de los derechos humanos".

En cambio, el diario El Tiempo de Bogotá, en un editorial titulado 'Chávez y Human Rights Watch', destacó: "Unos llaman a HRW comunista; Chávez la señala como agente imperialista… Con su arbitraria medida, Chávez ha logrado mayor divulgación a las denuncias de la ONG".

Muchas voces en Colombia señalaron -con toda razón- que la veloz descalificación del informe y la expulsión de Vivanco confirmaban de manera elocuente el grado de intolerancia denunciado.

Unos días después, el jueves de la semana que acaba de terminar, los mismos José Miguel Vivanco y Daniel Wilkinson vinieron a Bogotá para presentar su informe sobre Colombia. Se llama '¿Rompiendo el control? Obstáculos a la Justicia en las investigaciones de la mafia paramilitar en Colombia'.

Allí HRW dice, entre otras cosas, que el presidente Uribe ha atacado a la Corte Suprema de Justicia y que ha intentado desprestigiarla. Que el gobierno colombiano hundió una reforma política que buscaba sancionar la influencia paramilitar en el Congreso. Así mismo, afirma que el Ejecutivo ha impulsado una reforma constitucional para quitarle poderes a la Corte en el proceso de investigación y juzgamiento de los para-políticos.

Al día siguiente, el asesor presidencial José Obdulio Gaviria dijo en La FM de RCN: "Siempre todo lo que hace Vivanco le hace daño a Colombia. Él es un enemigo de Colombia" y concluyó rápidamente que HRW es un instrumento de la oposición colombiana: "Es un amigo de sus amigos en Colombia que le hacen una oposición cerrera al Presidente sin justicia, sin verdad y sin razonamiento".

El diario El Tiempo, ese mismo viernes, incluyó una información en la modesta página 1-4, titulada: 'Gobierno descalifica informe de Vivanco'. Los lectores del periódico más importante del país no tuvieron la oportunidad de conocer el alcance de ese informe. El subtítulo advertía que se trataba de "Otra polémica con Human Rights".

No es difícil ver las obvias diferencias con Venezuela, pero no estaría de más que empezáramos a observar las preocupantes semejanzas.