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FABULA

Antonio Caballero
28 de diciembre de 1998

Hace unos días publicó El Tiempo una instructiva historia. Es una crónica de su enviado especial en las montañas del Huila, titulada como una fábula de Esopo o de Samaniego: "El campesino que le habló con franqueza al Presidente". Y narra la visita que, a la cabeza de "una flotilla de helicópteros artillados y aviones fumigadores", hizo Andrés Pastrana a una de las regiones cocaleras y amapoleras que van a ser fumigadas con tebutirión e imazapir por orden del gobierno de Estados Unidos. Cuenta el cronista que el presidente cayó del cielo en el "potrero lleno de boñiga" del campesino José Bocanegra, cultivador huilense de arveja, lulo, repollo y cebolla, y de "una hectárea de amapola". Lo acompañaban un senador de Estados Unidos, dos altos oficiales de la policía colombiana disfrazados de 'Rambos', y el ministro de Agricultura, Carlos Murgas. Tras abrazar al sorprendido campesino, Pastrana le dijo _"en tono enfático, como para que escuchara el senador Michael DeWine", cuenta el periódico; aunque no queda claro si habló en inglés para que lo entendiera el senador o en español para que lo entendiera el campesino_ que "para el campesino cultivador de pequeñas hectáreas de coca y amapola habrá ayuda del gobierno", pero que, "con los dueños de grandes cultivos no habrá contemplación".El campesino "hizo cara de incredulidad".Es natural. Porque no va uno a ponerse en serio a perseguir drogas en compañía de alguien que se llama DeWine (o sea, según el Webster's Dictionary of the English Language, del 'vino', o, por extensión, del jugo fermentado de cualquier fruta o planta usado como bebida intoxicante: es decir, de algo más parecido al opio líquido que al tebutirión granulado). Ni lo va a hacer uno tocado (como se ve en la foto del periódico) con una gorrita como las que usan los tripulantes de los Hércules de la FAC: no es el momento. Y menos va a esperar uno que le crean ese cuento llamándose Pastrana (que, según el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico de Corominas y Pascual, quiere decir 'patraña', mentira fabulosa, cosa falsa que se cuenta como verdadera, particularmente cuando la falsedad es muy grande). El campesino Bocanegra tenía razones de sobra para desconfiar: ese par de gringos hablando en inglés (cuatro, contando a los 'Rambos'), ese helicóptero artillado, esa gorrita... Comprendiendo sus recelos, salió al quite el ministro de Agricultura, diciendo: _ Yo también vengo del campo y por eso he venido a ayudarle.Bocanegra miró a Murgas y le creyó todavía menos. (El Diccionario de Uso del Español de María Moliner define 'murga' como "banda que toca música ligera", y, figuradamente, como "fastidio, lata o impertinencia". "Dar murga", según explica el Diccionario Ideológico de la Lengua de Julio Casares, es, familiarmente, "molestar, importunar"). De modo que le contestó al ministro:_ Qué me va a ayudar usted, si el doctor vive por allá en Bogotá donde no tiene ningún problema.Murgas, cuenta el periódico, "soltó la caracajada, y luego sacó un billete de 10.000 pesos y se lo empuñó en la mano como adelanto de lo que será el plan de desarrollo alternativo, que cuenta para su financiación con varias docenas de millones de dólares, de los cuales cuatro los aportó Estados Unidos". (¿Cuatro de los cuales qué? ¿Dólares? ¿Millones? Si fuera cuatro docenas no diría "los" sino "las", pero nunca se sabe).Diez mil pesos, pues, ¿Seis dólares? (El senador DeWine no añadió ni un centavo de su bolsillo). Bocanegra, sin abofetear al ministro por la burla de la risotada y la humillación de la limosna, se limitó a comentar:_ Con esas promesas amanecerá y veremos.Se fueron todos en el helicóptero: el presidente, el senador, el ministro, los policías artillados, el enviado especial del periódico. Este no cuenta nada más. Pero es posible imaginar al senador de apellido de zumo tóxico exigiéndole explicaciones al presidente de apellido de mentira muy grande por la insolencia del campesino de apellido de deslenguado. Y es posible imaginar al ministro tratando de distraerlos a los dos con música ligera. Y al presidente pidiéndole disculpas al senador, completamente apastranado (el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española define 'apastragarse', o 'apastranarse', como la actitud de agacharse hasta el suelo). Y es posible imaginar al campesino allá abajo, guiñando los ojos para mirar al trasluz su billete de 10.000 pesos. Porque sólo faltaría que, como en las moralejas de las fábulas didácticas, el billete de 10.000 saliera de los falsos.