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Y falló la Corte

En una decisión de alto turmequé jurisdiccional, se decidió lo obvio: con respecto a la Constitución no hay impedimentos porque es la norma de normas

Semana
3 de diciembre de 2005

Falló, aunque todavía no haya fallado, porque si todo sale de acuerdo con los análisis de lo muy poco que se logró filtrar de las sesiones de las últimas horas, no habrá grandes sorpresas. Y por esos gajes del oficio, ante una de las noticias más esperadas del año, que obviamente cambia de manera sustancial el futuro político del país, el fallo sobre la reelección me agarra subiéndome a un avión para atender compromisos fuera del país. Qué de malas. Tendré que contentarme pues con agarrarme a la apuesta del 7-2 a favor de la reelección (sin descartar que a última hora sea de 6-3) porque ciertas yerbas del pantano, hombre de ideología de izquierda y gran jurista, pero magistrado por fortuna poco encasillado en decisiones jurídicas preconcebidas, finalmente no termine convencido de lo inevitable: el trámite de la reelección es constitucional. Anticipo que habrá nueva jurisprudencia sobre una de las facultades más discutibles de la Corte, prohibida expresamente por la Constitución: fallar por vicios de fondo. Con la tesis de que la Corte debe proteger el modelo político de la Constitución del 91, los magistrados vienen, con nadadito de perro, abriéndose jurisprudencialmente esa posibilidad, que deja en manos de nueve mortales la decisión de cuándo se puede o no reformar la Carta. Eso mismo es lo que harán al fallar diciendo que el Congreso sí tenía la facultad de activar la reelección presidencial, pero, como dijeron que sí, perfectamente habrían podido decir que no. De ahí se deriva ese malestar por cuenta de un poder de la Corte tan arrogante, que ella misma decide dónde comienza y dónde termina. Lo que más o menos implica que la democracia en Colombia llega hasta donde se lo permiten las facultades que la Corte unilateralmente se ha tomado, basada dizque en doctrinas europeas. Pienso que lo que salvó la reelección fue una mezcla de varios elementos. Los muy discutibles vicios de forma que pudieron existir eran insignificantes al lado de una muy clara decisión política del Congreso. Una reforma constitucional que necesita ocho debates parlamentarios que se surtieron, no se puede caer por pendejadas. Así lo entendió la mayoría de los magistrados. Pero no desde el principio. En la decisión de cómo terminaron alineándose las fuerzas fue definitivo que los conceptos clave, como el de la validez del acto legislativo, quedaran en manos de magistrados que no tenían una animadversión política contra el actual gobierno. O sea, magistrados de mente abierta. Fue clave también que casi por primera vez se rompiera el bloque 'de tres' que tradicionalmente han conformado los magistrados Alfredo Beltrán, Jaime Araújo y Clara Inés Vargas. 'La vieja', como se le dice a la magistrada, más por su minoría de sexo que por su edad, tuvo la inteligencia de independizar su voto de los dos magistrados con los que siempre aparecía encasillada, y a quienes desde el día uno se les descontaba que votarían con un no rotundo por la reelección. Estos dos votos tan predecibles, los de Beltrán y Araújo, son una prueba más de que la Corte falla tan jurídica como políticamente. Cuando se hizo claro que por cuenta de la independencia de la magistrada ya no se arrancaba con un bloque de tres votos fijos en contra de la reelección, sino sólo con dos, algunos indecisos prefirieron esperar a ver el rumbo que tomaban las discusiones y poco a poco se fue conformando la mayoría que terminaría dándole la razón a la reelección. Macha 'la vieja'. El punto más difícil de resolver del concepto previo del Procurador fue el de las recusaciones y absoluciones mutuas de los parlamentarios. Pero en una decisión de alto turmequé jurisdiccional, se decidió lo obvio: con respecto a la Constitución no existen impedimentos porque es la norma de normas. Pero más aun, el solo interés de un parlamentario en la reelección de Uribe tampoco justificaba el impedimento. Entre la posibilidad de reelegirlo y la de que definitivamente sea reelecto, media una elección popular, que puede que ahora le sea favorable, pero que nada garantiza que siga siéndolo en un año. No estuve de acuerdo con la reelección presidencial inmediata. A los que la defendieron desde el comienzo les asiste la razón de asegurar una continuidad de las políticas gubernamentales, pero son muchas las fisuras políticas y el calentamiento de ánimos que la sensación de una continuidad presidencial forzada dejarán en el ambiente de un país que cada cuatro años viene acostumbrado a despedirse del Presidente de turno, con más alivio y casi siempre con animadversión, que con admiración o nostalgia. Me subo al avión con la frustración de no estar cuando se anuncie el histórico fallo. Pero si todo sale como lo esperado, me bajaré del avión con la esperanza de que la decisión de la Corte haya dejado abierta una puerta para que el remedio de un gobierno que repite sea mucho mejor que la enfermedad. ENTRETANTO?¿Será que el Ministro de Defensa de Colombia sí existe, o es que es tímido, o mudo, o es un secretario de gabinete, o simplemente tiene un estilo curioso para un país traumatizado por la violencia N. de la R. Esta columna, y la entrevista 'Al paredón con María Isabel' no aparecerán la próxima semana.

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