OPINIÓN
Nadie cree
La misma ONU evidencia la mentira. Informó que solo se han extraído 77 caletas con armas y explosivos. Faltan al menos 872. ¿De dónde salen los titulares que señalan que las Farc entregaron ya la totalidad de las armas, si faltan 872 caletas?
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Culminó la “dejación” del “conjunto de armas individuales” de las Farc. La verdad es que casi nadie cree ni en el desarme absoluto, ni en su desmovilización total. Menos en que ese grupo terminará los vínculos con la criminalidad organizada y el narcotráfico. Tampoco los ciudadanos creen que las Farc van a entregar la riqueza acumulada y menos se tragan el cuento de que no existirá impunidad para quienes cometieron crímenes atroces. La gente no cree porque no hay nada que se pueda creer.
Difícil creerle a una guerrilla cuyos voceros en el Congreso se atreven a negar en los medios de comunicación que la detonación de un carro bomba en el Club El Nogal haya sido un acto terrorista. Difícil creerle a un grupo que pretende imponer la versión que acepta que estuvieron vinculados con el narcotráfico, pero que no son narcotraficantes o que reclutaron niños pero que no son responsables de ese crimen de guerra. ¿Quién le puede creer a quienes no muestran ni una pizca de arrepentimiento y que están empecinados en justificar los miles de crímenes atroces perpetrados como parte de un ataque generalizado y sistemático contra la población civil?
Y más difícil aún creerle a Juan Manuel Santos. El presidente hizo de la mentira su discurso oficial. Imposible pedir a los colombianos que crean en un jefe de Estado que les genera profunda desconfianza, que siempre está bajo sospecha, que se supone siempre navega en engaño y farsa. ¿Cómo creerle a un individuo así? Campeón de campeones en la falacia. ¡Fuera de concurso en la mentira! La gente no es boba, como creen en la Casa de Nariño.
¡Que las Farc entregaron todas las armas! ¡Que la oposición se quedó sin discurso y no sabe qué inventarse! Esos los argumentos “sesudos” del Gobierno. Sin embargo, las razones para no creer provienen del propio Gobierno. El presidente informó en marzo que el “inventario” de las armas que las Farc debían entregar a la ONU es de 14.000 (imagen 1). Un inventario es un “asiento de los bienes y demás cosas pertenecientes a una persona o comunidad, hecho con orden y precisión”, no una “suma un poco a la ligera” hecha por un general, como salió a decir Santos la semana pasada.
Imagen 1
Tal era la rigurosidad con la que se adelantó por parte del Ministerio de Defensa el “inventario” que esa entidad precisó públicamente que de las 14.000 armas, 11.000 correspondían a fusiles (imagen 2). Ningún general se hubiera inventado esa detallada información y si existiera, ya lo habrían retirado por facultad discrecional y enfrentaría una investigación disciplinaria, lo cual no ha sucedido. Además, tamaña tarea no es de un espontáneo general con iniciativa, sino una responsabilidad institucional. Quienes hemos trabajado en el sector defensa sabemos que una cifra en tema tan delicado, nada más ni nada menos que el desarme de las FARC, no sale de una “suma a la ligera” y menos que un oficial va a reportar un dato de tal importancia al ministro y al presidente de la república si no tiene la información debidamente soportada.
Imagen 2
En la fuerza pública desde hace meses se venía trabajando en el inventario de armas de la guerrilla, lo cual incluyó entrevistas a los desmovilizados de las Farc y considerar forzosamente el último conteo del enemigo realizado en septiembre de 2016. No es una cosa hecha a la ligera, sino un ejercicio riguroso. La mentira es tan obvia que hasta el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, el hombre de Santos, reconoció que el desarme no es total. Santos no resiste media verdad y cuando se le “chispotea”, corre presuroso a convertirla en mentira. ¡Personaje!
La misma ONU evidencia la mentira. Informó que solo se han extraído 77 caletas con armas y explosivos. Faltan al menos 872. ¿De dónde salen los titulares que señalan que las Farc entregaron ya la totalidad de las armas, si faltan 872 caletas? La propia ONU reconoce que queda mucho por hacer. Eso sin hablar de armas de los milicianos que nunca se trasladaron a las zonas veredales de ubicación, como se pactó en el Acuerdo.
Reclamar transparencia sobre el desarme de las Farc y exigir que sea absoluto es velar por el derecho a la no repetición que tienen las víctimas y la sociedad colombiana. La parodia de la entrega completa de las armas adormece al país frente a lo que continúa siendo una amenaza latente: la no desmovilización de miles de integrantes de las milicias, cerca de 7.000, según datos oficiales, cifra que coincide curiosamente con las aproximadamente 7.000 armas que no están en los containers de la ONU. Muy importante tener 7.132 armas fuera del alcance de los delincuentes, pero se necesita que no quede ni una en sus manos. El Gobierno debe preocuparse porque las Farc entreguen todas las armas, no por crear o acomodar relatos que tapen lo que todo el mundo sabe.
*Exviceministro de Defensa Nacional
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