Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Acerca del día internacional de la felicidad

Hagamos útil lo que ya sabemos: generemos organizaciones con escenarios en donde sea mas fácil que la vida tenga sentido y fomentemos el optimismo con conciencia real, entre otras cosas.

Efrén Martínez, Efrén Martínez
21 de marzo de 2017

La felicidad y el sentido no se pueden exigir a cualquier precio ni como fin último, como comenté en mi columna sobre la tiranía de la felicidad, puesto que si en algo hay cierto consenso es en que la felicidad y el sentido de vida son el efecto natural y espontáneo de vivir una vida valiosa, de desarrollar aquellas virtudes que han sido recomendadas por filósofos, religiosos y sabios a lo largo de la historia de la humanidad y que hoy gracias al gigantesco número de investigaciones de la psicología positiva y la logoterapia, sabemos que es cierto.

Dentro de lo que se ha encontrado en las últimas investigaciones sobre el tema, sabemos que a largo plazo el ingreso económico de una persona no tiene que ver directamente con sus niveles de felicidad, motivo por el cual las políticas económicas no son suficientes para ayudar a las personas a ser felices, razón por la que hay que celebrar la creación en Colombia, y especialmente en Cundinamarca, de la alta consejería para la Felicidad y el Bienestar, liderada en este momento por Nancy Patricia Venegas; un acierto disruptivo e innovador por parte del gobernador Jorge Rey, pues la investigación seria sobre el tema nos muestra que esto tiene una alta relación con la calidad de vida, el bienestar y la productividad económica, al encontrar que las personas más felices presentan menor ideación suicida, mayor satisfacción con la vida, menores tasas de enfermedad mental, menos consumo de drogas y una vida mas equilibrada con comportamientos saludables de sueño, alimentación y autocuidado, y encontrar incluso que las personas más felices tienen mejores sistemas neuroendocrino, vascular e inmune y viven más años útiles.

A nivel educativo los estudiantes presentan mayor motivación autónoma, compromiso y logros académicos; se reduce la deserción escolar, así como la presencia de problemas mentales, riñas callejeras y consumo de drogas. Al mismo tiempo, aumentar los niveles de felicidad repercute en mejor autoestima y autoconcepto, mayores comportamientos prosociales y mejor adaptación a las exigencias del entorno.

Al parecer, las personas y familias vinculadas a programas para aumentar sus niveles de felicidad reportan mayores niveles de bienestar subjetivo, más emociones positivas y una vida de mayor calidad. En sí, la gente más feliz está satisfecha con su trabajo y es más productiva, lo que genera un mayor crecimiento de los contextos que habita. Ahora bien, concepciones de felicidad hay muchas y no debemos sucumbir a la exageración, pues la felicidad no implica estar todo el día sonriendo, ni debe ser una exigencia totalitaria de estar lleno de emociones positivas, agradecimiento y sentido todo el día. También hacen parte de la felicidad la resiliencia y el crecimiento después del sufrimiento, pues la vida no es sólo un optimismo desmedido e inconsciente, y mucho menos un hedonismo desbordado. La felicidad es uno de esos componentes que hacen que la vida tenga sentido, sin que tener sentido en la vida dependa de estar todo el día feliz.

En estos días se celebra el día internacional de la felicidad, así es que hagamos útil lo que ya sabemos: generemos organizaciones con escenarios en donde sea mas fácil que la vida tenga sentido, fomentemos el optimismo con conciencia real, agradezcamos a las personas que han hecho cosas buenas por nosotros, vivamos virtudes como la moderación y la justicia, y seamos tolerantes con aquellos que no soportan la felicidad de los demás, pues creen que los hombres felices son infantiles, las mujeres alegres son de la vida fácil, la gente optimista es ingenua y en general, que estos temas son bobadas… en últimas, cada quien decide cómo quiere vivir.

info@efrenmartinezortiz.com
@Efrenmartinezo