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De la FILBO a una FILCO

El oro y la escoria de nuestra sociedad están puestos en este escenario para evaluarlos colectivamente, dejándonos sorprender por la contradicción, por el brillo y la oscuridad humana que nos circundan.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
23 de abril de 2018

La Feria del libro de Bogotá, Filbo en su versión 2018 es una demostración del afán por contarnos, entendernos, mirarnos y de la apertura cada vez mayor a la tolerancia que exuda esta sociedad.

Se calcula que unas 600.000 personas, casi el 8 por ciento de los habitantes de Bogotá acudirán a los diferentes pabellones, carpas y espacios que se han dispuesto en Corferias hasta el 2 de mayo.

Es una constatación de que un importante número de los habitantes de Bogotá tienen una vital ambición de crecer en su inteligencia, de ampliar sus visiones, de incluir a los distintos, de permitirse que la enriquezcan desde afuera. En esencia de fortalecer una visión democrática para sus vidas, la de sus familias y la del país.

La primera versión se llevó a cabo el 3 de octubre de 1936 y su impulsor fue el alcalde de Bogotá de la época, Jorge Eliécer Gaitán. Duró solo cinco días y no se conoce mucho sobre la programación. Se suspendió y solo hasta 1988 fue realizada la segunda versión en momentos en que la tragedia por los asesinatos a la izquierda legal estaba en sus picos más altos y había un reclamo de apertura democrática que se consolidaría en la Constitución de 1991.

Una Constitución garantista de derechos y apertura democrática que sobrevive 27 años después, a pesar de que, desde las Farc, el ELN y los sectores más recalcitrantes de la derecha colombiana han insistido e insisten en sepultarla con contrarreformas, bozales y la persistencia por mantener el país anclado a la violencia.

Produce alegría saber que las boletas para oír a Rodolfo Llinás -que se entregaban con la compra del libro- se acabaron con mucha antelación a su presentación del domingo; al igual que las sillas para la conversación con Laura Restrepo quien presentó su libro Los Divinos sobre el asesinato de la niña Yuliana Samboní, o ver repletos los stands donde los libros de youtubers de moda tenían largas filas de adolescentes.

Hay desde publicaciones de las editoriales de diferentes creencias religiosas hasta la editorial Nueva Colombia, que distribuye libros en los que se narran la historia de las Farc en la guerra, escrita por algunos de sus protagonistas.

Igualmente, se encuentra un stand del Ejército que recibe al visitante con hitos de operaciones militares, como la operación Jaque, y que sirve de marco para que los niños entren a las funciones del circo del Ejército con animación de payasos e invitaciones para que curioseen jugando con radios militares, dispuestos para la manipulación.

Infaltable la memoria histórica sobre la violencia colombiana, los espacios de Fundalectura que guían y promueven el crecimiento de los lectores en el país.

Se encuentran libros de alto costo, pero también de bajo precio y hasta promociones.

Hay pabellones con juegos didácticos en madera, textos para estimular la curiosidad de los más pequeños, cursos de inglés, clases rápidas de alemán, de comida brasilera, y un pabellón exclusivamente dedicado a Argentina en su cultura y literatura. En total, 23 países se hacen presentes en esta 31 versión de la Filbo.

Si se camina despacio, con tiempo y cuidado se podrá apreciar el mundo en su diversidad.

Se encuentran también, documentales producidos con visiones nuevas, refrescantes sobre la realidad local y los dolores, que requerimos sanar en nuestro país.

El oro y la escoria de nuestra sociedad están puestos en este escenario para evaluarlos colectivamente, dejándonos sorprender por la contradicción, por el brillo y la oscuridad humana que nos circundan.

De extrañar que en medio de la campaña presidencial, la Filbo no haya programado un debate para conocer la política cultural que cada candidato propone desarrollar durante el nuevo período de gobierno y que el único eco político existente sea que el escritor peruano Mario Vargas Llosa, hizo una extraña adherencia a la campaña de Iván Duque.

Una propuesta para los candidatos sería transformar la Filbo en una Feria del Libro de Colombia Filco: una muestra itinerante y permanente que durante sus cuatro años de gobierno recorriera ciudades intermedias, no solo mostrando libros sino estimulando la ambición de Colombia por mirarse frente a su propio espejo, asombrarse, evaluarse en su historia, la del mundo y reconstruirse en democracia.

ajimillan@gmail.com

@alvarojimenezmi