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JORGE HUMBERTO BOTERO

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Fortalecer a EPM

La suerte de EPM a todos debe preocuparnos. No solo a Medellín cuyas utilidades financian buena parte del presupuesto de inversión de la ciudad. También al país por su importancia en la provisión de electricidad, un bien público esencial.

Jorge Humberto Botero
25 de septiembre de 2020

Que ante la renuncia (a mi modo de ver equivocada o, al menos, prematura) de los directores de la empresa, el alcalde, con grados amplísimos de libertad, los haya sustituido sin que quepa reproche jurídico, demuestra con claridad que la empresa carece de reglas de gobierno corporativo sólidas, que son aquellas que definen, de manera obligatoria, las competencias de sus diferentes instancias. Existía, es verdad, un acuerdo de buenas intenciones, suscrito en el 2007 entre el alcalde de entonces y el gerente, que carece de efectos vinculantes, más aún para los alcaldes que vinieron después. Surgida la crisis, para intentar resolverla se dio precedencia a los Estatutos. Allí está claramente establecido que la junta directiva es nombrada por el alcalde, que él la preside y que es atribución libérrima suya designar el gerente. ¿Cuál es, entonces, el problema?

El problema consiste en que ahora es evidente que la empresa depende de la voluntad de una sola persona, la cual, además, indefectiblemente cambia cada cuatro años. No existe, entonces, garantía alguna de que mantenga un rumbo coherente en el largo plazo. Por supuesto, esta constatación erosiona la confianza de diversos grupos de interés, al margen de quien tenga la razón sobre las causas del siniestro de Hidroituango, y cuáles sean las mejores estrategias para obtener resarcimiento de los cuantiosos daños emergentes, y del lucro cesante causado por la demora de ese proyecto en comenzar a operar.

Los proveedores de financiamiento, bien sea mediante préstamos o compra de bonos emitidos en el mercado de valores, tienen motivos para percibir que los recientes trastornos en su manejo implican un deterioro de su calidad como deudor. Torpe sería que los banqueros lo dijeran -incluida la banca multilateral- pues lo que les conviene no es hacer olas en los medios de comunicación sino recuperar los fondos prestados. Tampoco podría interpretarse como señal de tranquilidad que realicen nuevos desembolsos si los consideran necesarios para ir reduciendo paulatinamente su exposición. Lo que ellos no consideran prudente decir lo ha dicho una de las calificadoras de deuda al degradar los papeles emitidos por EPM, y lo dirán, con su eventual retraimiento, los fondos de pensiones si la empresa intenta, en las condiciones actuales, captar recursos frescos en el mercado de capitales.

La evidente hostilidad de buena parte de los funcionarios de EPM, que desde hace algunos años se encuentran sindicalizados tal vez porque anticiparon la crisis actual (se olieron el tocino se dice en el habla de la comarca) es preocupante. Tanto o más que el capital físico el factor que determina la calidad de las empresas es su capital humano. Si los funcionarios que detentan el saber acumulado se van o pierden la motivación para aportar lo mejor de si, lo probable es que la institución en la que esto ocurra entre en un proceso de declinación irreversible. Al principio no se nota pero, con el paso del tiempo, los efectos se hacen visibles. PDVSA fue, durante años, una gran empresa; hoy, en el país que tiene unas reservas petroleras gigantescas, se importa de contrabando gasolina desde Colombia.

Dejo para el final un aspecto de singular preocupación. El foso profundo que se ha abierto entre la sociedad civil (empresarios, profesionales, académicos, sectores varios de la ciudadanía) y el alcalde es un realidad nuevas urgida luego de muchos años de armonía entre ellos, un fenómeno que, en Medellín, ha sido más intenso y perdurable que en otras ciudades. Los motivos de esta alianza son varios.

Uno de ellos fue la fundación, en 1927 y en mi ciudad, de la Federación de Cafeteros. Convencidos los cultivadores del grano de que, sin infraestructura vial adecuada, su acceso a los mercados internacionales no sería factible, se impusieron un impuesto, que, por décadas fue voluntario, para financiar esas obras. Se gestó así una exitosa cooperación entre los estamentos estatales y privados de la sociedad. Otro, la creación de EPM en 1955. Entonces se dispuso que cuatro de los integrantes de la junta serían nombrados por el alcalde a partir de ternas remitidas por el sector privado, un esquema que funcionó con éxito durante muchos años.

Ocurre esta fractura con relación al manejo de la entidad en el peor momento posible. Además de los pagos que están realizando las aseguradoras, se requiere abundante liquidez para remplazar los ingresos que se estarían percibiendo si aquel funesto episodio en la construcción de la presa no hubiere sucedido, financiar las obras de rehabilitación de estructuras, la compra de equipos que se dañaron con motivo de la inundación de la casa de máquinas y asumir los costos e inversiones derivados de los compromisos asumidos respecto de la distribución de energía en un segmento de la costa atlántica. No sería insólito que, en años futuros, las utilidades se reduzcan, contingencia muy preocupante dado que son fuente primordial de los programas de inversión social de Medellín.

En reciente foro, Lina Vélez, presidente de la Cámara de Comercio de Medellín, propuso invitar, de común acuerdo con el alcalde, a un grupo de expertos independientes para que ayudaran a pensar en opciones encaminadas a fortalecer el gobierno corporativo de la empresa. Para ese proyecto podría contarse con el apoyo de la Ocde. Muchos esfuerzos hicimos para ser admitidos; es el momento de sacarle partido. Haría bien Daniel Quintero en tomar la mano que se le tiende.

Íntimas reflexiones. Escribe Wislawa Szymborska, la gran poetisa polaca: Cuatro mil millones de hombres en esta tierra / y mi imaginación sigue siendo la misma que era. / No congenia con los grandes números. / Todavía se emociona ante lo particular. / Revolotea en tinieblas como la luz de una linterna, / sólo alumbra los rostros con los que tropieza y relega el resto a la invisibilidad…Siento lo mismo. Me preocupan las cifras de muertos que cada día nos deja la pandemia, pero me hundo en la tristeza porque nos arrebata a Andrés Mauricio Ramírez, un noble y generoso amigo.

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