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Ganadores y perdedores de la Consulta Anticorrupción

Corrupción, mayor enemigo de la democracia. En consulta anticorrupción participó 32,05%. Promotores reclamaron triunfo. Resultado pobre, cerca del 78% se abstuvo. En plebiscito participó 37,43%. El problema está en la Fiscalía. Medidas mostrarán limitaciones. Ganaron promotores e insurgentes, perdió Congreso, y perdimos todos.

Juan Manuel Charry Urueña, Juan Manuel Charry Urueña
28 de agosto de 2018

El mayor enemigo de las democracias contemporáneas es la corrupción, con ella perdemos todos, afecta las instituciones, envilece a las autoridades, deteriora la confianza ciudadana y ahuyenta la inversión.

La consulta anticorrupción, en las pasadas elecciones del 26 de agosto, en la pregunta más votada, cárcel a los corruptos, contó con la participación del 32,05 por ciento, 11’673.166 votos. Todas las preguntas obtuvieron más del 99% por ciento por el sí.  Sin embargo, no alcanzó a superar el umbral del 33,33 por ciento del censo electoral, esto es 12’140.342 votos; en consecuencia, su resultado no es obligatorio.

A pesar de no haber logrado su objetivo, sus promotores reclamaron el triunfo, anunciaron la presentación de proyectos de ley y señalaron que el Congreso no podría evitar su trámite y aprobación, ante la caudalosa manifestación ciudadana. Igualmente, el presidente de la república, ante tales resultados, convocó a los promotores y a los partidos para acordar una agenda contra la corrupción.

Es curioso, los que pierden se declaran triunfadores. Si se tiene en cuenta que el esquema amigos-enemigos, de la lucha contra la corrupción no admite fácilmente oposición, el resultado es pobre, pues cerca del 78 por ciento se abstuvo, bien como decisión activa o simple desinterés.

Las comparaciones son odiosas y simplistas son equivocadas. Las elecciones presidenciales no son comparables con las de participación ciudadana. Los resultados electorales de 2002 no son comparables con los de 2018, si no se tienen en cuenta los censos electorales de cada época y se expresan porcentualmente. Por ejemplo, en el plebiscito para refrendar los acuerdos con las Farc, participó el 37,43 por ciento, que muchos calificaron como bajo.

Ahora bien, quienes criticamos la convocatoria lo hicimos por la inconveniencia de las medidas, pues ya existen leyes anticorrupción y procedimientos para mayor transparencia, mientras que los índices de impunidad llegan al 92 por ciento y las cárceles están hacinadas. La inconsistencia de endurecer las penas para los corruptos, mientras se rebajan para infractores de delitos de guerra y de lesa humanidad. El asunto no son más leyes, sino cultura ciudadana, buen ejemplo, y baja impunidad. El problema está en la Fiscalía y en las decisiones judiciales. La ciudadanía está cansada de prófugos de la justicia, vencimientos de términos, capturas fugaces, y dilaciones injustificadas.

Se equivocan quienes se montan en la ola de indignación contra la corrupción, buscando réditos políticos y mejores imágenes ante la opinión pública, con las propuestas de más leyes, estigmatizando a los congresistas y políticos electos, cuando el mal que aqueja a toda la organización estatal en sus diferentes niveles. En el mediano plazo, las medidas mostrarán sus limitaciones y la corrupción oronda continuará su marcha.

Así las cosas, ganaron los promotores de la consulta y los inmediatistas, porque lograron figuración política. Perdió el Congreso, porque se le impondrá una decisión ciudadana no obligatoria, construida sobre el desprestigio de la clase política. Ganaron insurgentes y reinsertados que critican el Estado y su corrupción, pues su lucha parece justificada. El gobierno que se sumó tarde a la consulta, en contravía de su partido, con la intención de encontrar coincidencias con la oposición. Perdimos todos, porque las normas no solucionarán el problema. En fin, ganó la corrupción y los enemigos del establecimiento, que en la confusión de la política espectáculo, distrajeron la atención con los fuegos pirotécnicos de las iniciativas normativas y los anuncios.

*Abogado Constitucionalista

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