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Peñalosadas en TransMilenio

¿De qué nos vale a los colombianos exigir sindéresis a nuestra clase dirigente si no podemos doblegar la voluntad de quienes se aferran a ideas o acciones que finalmente nos afectan sin razón alguna?

Javier Gómez, Javier Gómez
2 de julio de 2018

Esa pregunta es válida cuando, de un lado se pretende utilizar un químico cancerígeno, el glifosato, para erradicar la hoja de coca por exigencias externas y del otro, se pretende optar por un combustible cancerígeno, el diésel, que movilizará la nueva flota de buses de TransMilenio (TM) por las troncales de Bogotá.  

Es decir, la suerte está echada. Los campesinos cocaleros se verán obligados a padecer el químico maldito, y los ciudadanos de la capital tendremos que convivir con el nocivo diésel. Dos agentes altamente cancerígenos, según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS).  

De fumigaciones que llegarán, hablaremos en otra oportunidad. Hoy le dedicamos el tiempo a la imposición del diésel como combustible y al modelo de financiación de la adquisición de los 1444 buses que reemplazarán los viejos buses de las fases una y dos de TransMilenio (TM). Para describir la notable preocupación que ello implica, decidí echar mano de la investigación del estudioso concejal Juan Carlos Flórez y su equipo de trabajo, que en un documento juicioso y detallado han llamado ‘Los Golazos que nos quieren meter en la licitación de TransMilenio‘; nos alertan cómo nos quieren meter (a los bogotanos) gato por liebre en el uso del diésel desde la alcaldía de Peñalosa con el argumento de que “no hay incentivos para avanzar en el uso de energías limpias” y, como si fuera poco, de la novedosa financiación para que los operadores adquieran los nuevos buses.

Dice la investigación que en los prepliegos diseñados para adjudicar el gran contrato de la compra de los buses no dejaban un margen distinto al “sí o sí, el uso del diésel”, un  combustible erradicado de varios países de Europa por nocivo y obsoleto. Pero lo más alarmante es la justificación que esgrime la Empresa TM para justificar la llegada del cancerígeno combustible: “No hay incentivos para que dejemos el diésel y avancemos hacia energías como la eléctrica”. ¡Por favor, señor alcalde! Ese no es el mejor argumento. Los bogotanos ya tuvimos buses jalonados por energía eléctrica caminando por nuestros corredores viales… Usted mismo los conoció: los llamados “Trolebuses”. No venga con reflexiones poco convincentes. Aquí lo que hay que preguntarse es si detrás de esa decisión hay unos compromisos previos establecidos. Todo esto es muy raro, deja entrever una especie de red de enredos corporativos poco transparentes; al menos así se deduce de la investigación del concejal Flórez cuando advierte que “la oferta técnica estaba centrada únicamente en la contratación de buses de combustible diésel”.

Otro punto de tantos es el de las inconsistencias en la financiación de la compra de los buses de TM por parte de los operadores privados. El concejal Flórez y su equipo revelan que tal como está diseñada, quienes compran quedarán a merced de los prestamistas que son del sector financiero, bancos, fondos de inversión etc., sin que estos tengan alguna  responsabilidad sobre el servicio público del transporte en Bogotá. La explicación es muy sencilla: si existiere un incumplimiento de los operadores en el pago de los créditos, los buses, todos los 1444, pueden quedar a merced de los acreedores hasta tanto los deudores no cancelen la obligación.

Piensa el alcalde Peñalosa subsanar ese pequeñísimo detalle con la supuesta aclaración en el pliego final al afirmar que “Se estipula que la flota no podrá estar sujeta a embargos o medidas cautelares que lleven a su inmovilización”. Qué ingenuidad la de la administración cuando la Ley 1676 de 2013 ampara a los acreedores y les entrega todas las herramientas para salvaguardar su negocio.    

Para concluir, dos preguntas: ¿Si mañana un alcalde que no guste o tome decisiones contrarias a sus intereses, hablo del gran capital, no podrá ser víctima de un chantaje? ¿Lo podrán tumbar?

@jairotevi