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GOBIERNO VS. FAMILIA DE OPOSICION

Con el comunicado del consejo de Ministros, el gobierno echó irremediablemente a la oposición a Andrés Pastrana.

Semana
15 de mayo de 1995

CERRADO YA EL TURBULENTO CAPItulo en la política colombiana que María Isabel Rueda llamó la Semana de Pasión, y pasada la Semana Santa que dejó de ser de pasión desde hace mucho tiempo, el país reanuda sus actividades normales a partir de este lunes con una novedad en el sistema político: el curioso esquema gobierno-familia de oposición.
Hemos experimentado el esquema de división aritmética de la representación política en el gabinete del Frente Nacional; pasamos por la participación adecuada y equitativa de los años inmediatamente posteriores a la alternación, y tratamos de retomar más tarde el catecismo europeo del esquema gobierno-oposición. Según como se les mire, todos estos esquemas han tenido mayor o menor grado de acierto, y con un movimiento de péndulo el país ha regresado a uno u otro, según la temperatura política del momento.
Pero el sistema que se va a implantar en Colombia a partir de esta semana, resultado de la decisión del Consejo de Ministros de pronunciarse oficialmente contra la familia Pastrana, promete ser el más apasionante de todos.
Desde el comienzo de este gobierno se vio claro que Samper no estaba interesado en hegemonías liberales, y conociendo su estilo era fácil afirmar que hubiera gobernado casi por mitades de no haberse presentado el episodio de los narcocasetes.
Fue así como los primeros siete meses del gobierno estuvieron signados por el unanimismo casi total del conservatismo en el Congreso (tal vez con excepciones aisladas, como la de Juan Camilo Restrepo). La oposición se centró entonces en los comentarios virulentos del diario La Prensa y los latigazos frecuentes del ex presidente Misael Pastrana.
Andrés Pastrana, a su turno, mantuvo un silencio casi absoluto. Salvo el asunto de los narcocasetes, que puso al gobierno a la defensiva desde su posesión, para los entendidos era claro que no iba a haber mucha oposición y que, incluso, se estaban tendiendo unos puentes tímidos con el presidente Samper.
Por eso es curioso que frente al caso del fotomontaje de La Prensa, hecho que rebosó la copa del gobierno en materia de agravios, Samper no hubiera recogido la bandera blanca que significaba el mensaje de Andrés Pastrana desde el Japón. De haber matizado el asunto y no empaquetado sus furias contra toda la familia Pastrana, Samper le habría quitado mucha fuerza a ese bloque. Tal vez le habrían criticado el caer en el juego de que los Pastrana juegan a una cosa aquí y a otra allá, pero eso no habría tenido mayor significación política.
Con el comunicado del Consejo de Ministros, el gobierno echó irremediablemente a la oposición a Andrés Pastrana. Algunos dirán que ya estaba en la oposición desde el comienzo, lo cual no es del todo cierto. La forma como Andrés manejó el tema de los narcocasetes fue un desacierto que lo enfrentó con Samper, pero no había signos claros de que quisiera seguir por ese camino.
Con las nuevas reglas de juego, si el ex candidato de la Nueva Fuerza Democrática quiere seguir en la jugada política tiene que empezar a hacerle obligatoriamente una oposición contundente a Samper. Y hacer oposición cuando el gobierno la institucionaliza, como lo hizo el gabinete en pleno, es una tarea que resulta relativamente fácil y efectiva. Además de obligatoria, por supuesto.
Todo esto no sería tan preocupante para Samper si la cosa no pasara de ahí. Pero ahora que el gobierno ha establecido, casi por decreto, que la oposición a su gobierno la va a asumir una familia, le queda la otra pata: Misael Pastrana. Y el ex presidente está mostrando un estilo que se parece mucho a la oposición que ejerció en Venezuela Rafael Caldera contra Carlos Andrés Pérez, con los resultados ya conocidos.
Por estos días se especula mucho sobre si todo esto beneficia o perjudica a Andrés Pastrana. Yo creo que lo beneficia en cuanto lo obliga a asomar la cabeza y a reasumir un protagonismo político. Y le hace daño en la medida en que lo mete en el mismo paquete de su papá, incluso un poco por detrás de él. Eso es malo, pues Misael ya fue presidente y no puede repetir, y lo que está haciendo es opacar y entorpecer el camino que aspira a imitar su hijo.
Pero estoy en desacuerdo con la mayoría de los comentaristas, quienes han opinado que a Samper lo beneficia lo ocurrido en la semana de pasión. El Presidente ha inaugurado el sistema gobierno-familia de oposición, el cual, de seguir la cosas como van, puede prolongar el tiempo del viacrucis hasta el final de su mandato. -