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Daniel Felipe Briceño Montes

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Gustavo Bolívar: un peligro para Bogotá

Si algo debemos impedir quienes amamos esta ciudad es que por puro cálculo político el sueño del presidente Gustavo Petro de retrasar la obra de infraestructura más importante se haga realidad.

1 de febrero de 2023

Muy a pesar de los esfuerzos del exsenador Gustavo Bolívar por negar su candidatura a la Alcaldía de Bogotá, cada día con su actuar y los movimientos políticos de su partido se refuerza esta idea en la ciudad. No en vano renunció a pocas horas de finalizar el 2022 cumpliendo con el periodo máximo que tenía como congresista para evitar una inhabilidad que le impidiera aspirar al segundo cargo de elección popular más importante del país.

Bolívar es un tipo populista. Sus posiciones en temas fundamentales como la movilidad, la seguridad o la economía reflejan su falta de formación, conocimiento o experiencia para asumir la capital. Es el tipo de persona que le dice a sus electores lo que quieren oír, aun cuando sabe que está mintiendo. Su discurso facilista está dirigido a reforzar ideas imposibles e inalcanzables solo para mover corazones y masas.

Gustavo no quiso terminar una carrera profesional pese a tener las posibilidades económicas para hacerlo. ¿Cuántos de sus jóvenes electores hubieran querido tener al menos una oportunidad? Tampoco es la persona que ha demostrado un interés en adquirir una formación en temas económicos, urbanos, de movilidad y seguridad. Su papel como político ha sido el de actuar como el escudero más influyente de Gustavo Petro en redes sociales, dedicándose a vender humo con frases rimbombantes y debates sin profundidad.

Bogotá está pasando por una profunda crisis en materia de seguridad. La desarticulación institucional entre la Alcaldía y la Policía Metropolitana está en un momento muy delicado gracias al populismo ejercido por la alcaldesa Claudia López en contra de la institucionalidad. Punto en común con Bolívar, quien se ha encargado de reforzar permanentemente su desprecio por la autoridad policial y su profunda reverencia por algunos delincuentes. ¿Qué expectativas tienen las familias y comerciantes en los barrios aledaños a los portales de Transmilenio de Américas y Usme? Personas que durante meses sufrieron la impunidad de los delitos de la primera línea. Su candidatura ofrece un mensaje en favor de quienes transgreden la ley y en contra de la ciudadanía que con tanto esfuerzo procuran por su cumplimiento.

Veamos otro punto común: la movilidad. Personalmente siempre he sido un defensor de Transmilenio porque desde hace muchos años ha sido mi apuesta personal para movilizarme. Nunca he sido fan del carro particular y desde hace unos años ha sido el medio de transporte que más he usado. Pero también soy consciente de sus limitaciones. El Sistema transporta 4 millones de usuarios cada día en sus tres componentes y se hace urgente lograr que esta movilidad sea más digna, rápida y eficiente. Por eso, la construcción de la Primera Línea del Metro tal y como está contratada es una apuesta impostergable. Sin embargo, el exsenador sería en definitiva la persona que nos dejaría nuevamente sin esta opción.

Si algo debemos impedir quienes amamos esta ciudad es que, por puro cálculo político, el sueño del presidente Gustavo Petro de retrasar la obra de infraestructura más importante se haga realidad. La empresa Metro ya firmó el contrato por un valor cercano a los 13 billones de pesos. Hasta el momento, a pesar de la cofinanciación el Distrito ha girado el 36 % y la Nación solo el 3 %. En la actualidad, según cifras de la Empresa Metro de Bogotá, la adecuación del suelo del patio taller ya se encuentra en un 62 % de ejecución, el 95 % de la adquisición predial ya se realizó, el traslado de redes ya se encuentra en un avance del 97 % y el intercambiador de la calle 72 ya se encuentra en obra.

En los últimos días hemos visto el capricho del presidente para hacer subterráneo algún tramo del actual trazado. Una petición que puede dejarnos en varios riesgos jurídicos y en altos costos financieros. Sumado a que ya se asumieron compromisos bancarios nacionales e internacionales y se proyectaron recursos provenientes de las vigencias futuras y los cupos de endeudamiento del Distrito. De ganar Bolívar no habría un frente de resistencia al antojo presidencial y quienes al final debemos asumir los costos, somos nosotros, los bogotanos.

No tenemos confianza como ciudad y eso es lo más importante de recuperar en este momento. En la más reciente encuesta Invamer se muestra que 7 de cada 10 bogotanos creen que las cosas están empeorando. Necesitamos un nuevo gobierno alejado de los populismos. Debemos construir puentes con la Policía Metropolitana y no dinamitarlos. Es urgente darle continuidad a las grandes obras de infraestructura como la Primera y la Segunda Línea del Metro, las troncales de Transmilenio, la ALO, la calle 13, la ampliación de la autopista norte, entre otras.

Merecemos como ciudad algo mucho mejor de lo que hemos tenido. Jane Jacobs, una famosa urbanista estadounidense afirmaba que: “Las ciudades tienen la capacidad de proveer algo para cada uno de sus habitantes, solo porque y solo cuando, son creadas para todos”. No sigamos prologando que los alcaldes que escogemos creen ciudades para sus réditos políticos. No nos hagamos el daño de escoger a Gustavo Bolívar.

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