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Claudia Varela, columnista

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Hablando del plan 2022

Entendamos los cambios con inteligencia, sin tanta resistencia y fluyamos mejor para 2022.

4 de diciembre de 2021

En general, 2021 fue un año que nos permitió aprender nuevas formas de trabajo. Un año diferente a 2020, primer año de pandemia en que estuvimos concentrados en el miedo de un contagio que nos hacía permanecer en casa añorando lo que llamábamos normal.

2021 trajo cosas positivas como las vacunas, que permitieron que menos gente muriera y que las economías empezaran a reactivarse. Factor fundamental en países como algunos latinoamericanos, donde la falta de oportunidades hace que más de 50 % de los empleos sean informales.

La humanidad muchas veces por un efecto de arrastre en el comportamiento actúa por miedo. Miedo a la desaprobación social, a quedar mal, a no ser reconocido, a morir, a quedarse solo, a no conseguir un nuevo empleo. Muchos crecieron bajo la premisa de un ser supremo que castiga y por tanto la vida misma debe ser dolorosa y regida bajo el miedo, bajo el interés de la sobrevivencia pura.

Ante una situación como esta los nuevos líderes, sin importar si corresponden literalmente a la descripción de millennials, tienen una gran responsabilidad en cómo entender el entorno. Con saberlo leer para no perder talento y para lograr el famoso compromiso que hoy en día es tan difícil de conseguir en las generaciones que pueden pensar más en derechos, que en obligaciones.

Pensemos en las características generales del ser humano después de pandemia, en ese empleado que evolucionó y aprendió que la vida es diferente cuando puede aprovechar otros tiempos que antes eran muertos.

Este empleado no tiene un horario definido, no trabaja de ocho a seis bajo los ojos implacables de un supervisor que observa a qué hora llegó, se sentó y empezó a “producir”. Esta persona maneja su tiempo y sabe que puede tener horas más productivas, espacios de eficiencia y de descanso que le permiten tener más equilibrio.

Este nuevo personaje trabaja desde cualquier parte del mundo. El tema es tener conectividad, un portátil o un celular y ya puede estar presente en todo lo que se requiera. Así que si quiere cambiar, estar fuera de la ciudad, compartir un espacio diferente, lo puede hacer sin tener que esperar un año para un par de semanas de vacaciones por ley.

Su enfoque está en producir resultados. En que los entregables estén claros, sean buenos y estén a tiempo. Se vuelve más útil recibir buenas instrucciones y guías desde el inicio, pero saber cómo moverse de una manera personalizada asumiendo la responsabilidad de sus acciones y de su aporte a la organización.

Adicionalmente, entiende que su crecimiento no está enmarcado solo por lo que dice o quiere la empresa en que trabaja, sino que es consciente de que puede apalancarse en procesos como coaching, master classes, plataformas como Domestika, Ted Talks, podcasts, entre otros. No está solo y sabe que puede aprender más sin depender solo de su empleador.

Es menos jerárquico así que no espera tener una gran oficina con sala para recibir las visitas. Sabe que teniendo un espacio para trabajar de manera colaborativa un par de veces a la semana puede funcionar. No tiene códigos de vestuario porque cree en la libertad de expresión y en la aceptación de los estilos diferentes. En general, podríamos decir que respeta la cultura de su organización, pero no está tan dispuesto a aguantar lo inaguantable por un sueldo, entre otras, que lo obliguen a vestirse como no le gusta.

Ante algunas de estas características, los nuevos líderes deben saber navegar los motivadores de cada uno de los miembros de su equipo. La presión y el reto para su equipo no consiste en repetirles o hacerlos quedar mal en público sino en entender que los mueve para así hacerlos mover más.

Las organizaciones están hechas de gente. La gente además suele ser el costo más alto en términos de gastos fijos de una organización, así que no liderar pensando en ellos, o pensando que deben actuar como el jefe dice, termina siendo un poco bizarro, ineficiente y definitivamente poco rentable.

Entendamos los cambios con inteligencia, sin tanta resistencia y fluyamos mejor para 2022. Igual no sabemos qué podamos estar diciendo en un año, planeando de nuevo 2023. La vida es ahora, así que mejor buscar ser feliz que buscar tener razón.

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