Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

La palma de cera nos une

En el ambiente que dejan las elecciones al Congreso y en la ruta hacia la elección presidencial, hay temas ambientales de convergencia que ameritan acción conjunta e inmediata. Salvar el símbolo arbóreo de Colombia, la palma de cera.

Margarita Pacheco M., Margarita Pacheco M.
16 de marzo de 2018

En el ambiente que dejan las elecciones al Congreso y en la ruta hacia la elección presidencial, hay temas ambientales de convergencia que ameritan acción conjunta e inmediata. Salvar el símbolo arbóreo de Colombia, la palma de cera (Ceroxylon quindiuense (1).

El estado actual de la palma de cera, erguida por encima del bosque mostrando su longevidad y belleza, es preocupante. Expertos palmeros dan el grito de alarma. Se acerca el Domingo de Ramos y la tala de hojas para fines religiosos y se evidencia una rara enfermedad que las está acechando. En los paisajes de los Andes de Quindío, como los llamó el Sabio Caldas, ya se ven palmas decapitadas, en fase terminal. Las evidencias en Anaime, Tolima, confirman el desastre anunciado.   

Esta situación aumenta silenciosamente, en medio de la politiquería regional y nacional. Ya Fedepalma y su centro de investigación, Cenipalma, Cortolima y otras entidades, están enterados de la emergencia. La iniciativa para lanzar el SOS y salvar la palma de cera está liderada por grupos ciudadanos en Bogotá, Ibagué y Calarcá.

En este período electoral, la palma de cera nos convoca para protegerla e invitar a la reflexión más allá de los partidos y las dinámicas de la primera vuelta. Nos unen los afectos por una especie simbólica asociada a la conservación de la biodiversidad andina y al respeto por el uso ancestral que le dieron los pueblos panches, pijaos, chibchas y otros, para iluminarse y asearse con jabones de cera y muchos otros usos caseros y medicinales.

Este fenómeno de muerte de la palma de cera en el siglo XXI, con paisaje de troncos decapitados, sin follaje, produce desolación. La alerta exige una política pública integral de conservación, atención sanitaria inmediata, monitoreo y capacitación de autoridades ambientales en cada jurisdicción con afectaciones evidenciadas. Esta alerta debe ser atendida desde la Sierra Nevada de Santa Marta hasta la Laguna de la Cocha, en Nariño, donde las comunidades indígenas han convivido con las palmas, tejiendo su propia historia.

A la palma de cera se asocian especies de fauna endémica como el Loro Orejiamarillo y otras decenas de especies de aves, mamíferos e insectos, asociadas al soto bosque, todas necesarias para la cadena alimenticia y reproducción de la palma. De la cadena alimenticia de la palma han dependido también una serie de mamíferos, muchos de ellos desaparecidos o en proceso de extinción. Toda esta fauna se alimentaba o encontraba protección y abrigo en los bosques de palma de cera. Igualmente, hubo un sinnúmero de invertebrados y especies vegetales, cedros, cobas negros y blancos, nogales, laureles, laurel tuno, aguacatillos, cipreses, guayacanes amarillos, blancos y lilas, ocobos, achote, cedro negro, comino, y hogar de abejas, abejorros, hormigas, mariposas y todos sus vecinos invertebrados.

Qué va quedando de esa riqueza natural, después de abrir estos territorios afectados por el conflicto y la violencia? Se están dando cambios rápidos en el uso del suelo, praderización para fincas ganaderas, para minería ilegal, monocultivos en zonas de ladera, erosión de suelos y quemas asociadas a incendios forestales. Todos estos fenómenos encienden las alertas y ponen en amenaza la supervivencia de ecosistemas donde convive la palma de cera con el paisaje andino que inspiró a Von Humboldt y Bonpland, en su ruta de Santa Fé hacia Quito. Ellos describieron en 1801 la ‘Ceroxylon andicola‘ en Des Plantes Equinoxiales, publicada en Paris en 1818.

¿Por dónde empezar? En medio del calor de las elecciones y antes de que se talen más palmas para el Domingo de Ramos, se están definiendo prioridades para acordar acciones concretas. Urgen un modelo de intervención y proyectos piloto que permitan identificar la situación sanitaria que amenaza con acabar las Palmas de Cera en el país y trabajar de la mano con entidades, científicos y especialistas de investigación de la palma.

La palma de cera nos une para garantizar que el ciclo reproductivo de la palma, llamado a sustituir los palmares existentes, no se interrumpa, y se restaure la palma de cera y su cadena. Esta acción, en medio de las diferencias, nos une para mirar el mediano plazo y salvar la especie, símbolo nacional.

Otra situación de alerta se vive con dos especies emblemáticas en zonas áridas y semiáridas en la costa Caribe. Siguen desapareciendo los Trupillos (Prosopis juliflora) o aipia (en lengua indígena wayuunaiki). Es uno de los árboles emblemáticos de Venezuela y de la península de La Guajira (Colombia). En el marco del convenio Ecopetrol/Fundacion Natura, se desarrollan estufas eficientes, en contextos rurales de bosque seco, en pueblos y rancherías wayuu en La Guajira.

Las estufas eficientes (2) están asociadas a la protección del Trupillo, cuya supervivencia  está asociada a otra especie en vías de extinción: el burro o Asno (Equus asinus),  esenciales en la vida rural de ancianas, madres, y niñas wayuu. Esta amenaza de extinción existe  por la pobreza en esas regiones apartadas, en donde, si escasea la comida, hay que vender el asno en el mercado ilegal de pieles que se exportan a China. La ausencia del asno familiar hace que en la vida nómada del desierto, las mujeres tengan que realizar largas caminatas para transportar agua, leña y víveres. La extinción de los asnos está afectando la salud femenina, reduciendo a su vez la dispersión de semillas del Trupillo, su alimento principal.

Este animal de trabajo, introducido por los colonos españoles, se adaptó a los climas ardientes del trópico y demostró ser ecónomo en alimento y agua. En la cadena alimenticia de la familia wayuu, el Trupillo y el Asno, son parte de la cultura como el  fogón, alimentado por el Trupillo. El fogón sigue siendo el espacio central donde las mujeres wayuu se encuentran para conversar, compartir y observar el fuego en medio de noches estrelladas. Al alba, el fogón es el sitio para compartir los sueños nocturnos. La selección del modelo de estufa eficiente, realizada por ellas, es transportable y ahorra combustible, ahorra la tala de Trupillos.

La alerta de extinción aplica entonces para la palma de cera como para los Trupillos y los Asnos. Soluciones propuestas en la “Apuesta de Mitigación y Adaptación al Cambio climático en los Territorios” (del convenio Fundacion Natura y Ecopetrol), muestran que sí se pueden transformar  comportamientos para salvar especies. La formación de un grupo amplio de productores ganaderos del Casanare, llaneros de las sabanas inundables de los ríos Guachiria y Ariporo, ya saben por qué hubo una mortandad de miles de chigüiros y por qué conviene tener una ganadería para la conservación, evitando la desaparición de especies de flora y fauna. Los vaqueros de la sabana inundable ya saben que no se pueden drenar las sabanas, que no se puede modificar el ciclo hidrológico de estos ecosistemas. Por Paz de Ariporo en Casanare, se logró capacitar un contingente de llaneros que ya están preparados para adaptarse a la vulnerabilidad del cambio climático y a prevenir la extinción de especies locales.

El nuevo gobierno deberá poner en marcha el Plan de salvamento de la palma de cera, escrito por Rodrigo Bernal y Gloria Galeano (Rip), las máximas autoridades en palmas de Colombia. Este plan deberá ser aprobado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

(1) Ceroxilum traduce “madera de cera”

(2) La Fundacion Natura entregó a Ecopetrol S.A. un certificado simbólico por la suma de 2.134 tCO2e provenientes del proyecto Estufas Eficientes de leña del Corredor de Robles, certificados por Gold Standard.
Más proyectos resilientes contra la vulnerabilidad al cambio climático se podrían apalancar con recursos de inversión obligatoria de Ecopetrol (hay  90.000 millones de pesos para 5 años)

Noticias Destacadas