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Columna de opinión Marc Eichmann

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Honorables congresistas, esto es una plegaria

De su sensatez depende la viabilidad del país

21 de marzo de 2023

Hoy me dirijo a los Honorables congresistas, a cada uno de los senadores y representantes a la Cámara que representan a los colombianos en el poder legislativo. Ustedes, a diferencia de los representantes del poder ejecutivo, liderados por el presidente Petro, representan al pueblo y no solo a quienes votaron por ustedes.

Su popularidad anda por el suelo, en parte, por el estigma que trae la institución de la que hacen parte, pero también en gran parte porque la gente no considera que ustedes defienden los intereses de los colombianos. Si lo piensan por algo será, algo pensarán que deben ajustar en su comportamiento para que les crean.

Tienen que saber que no va a haber, en la historia republicana de Colombia, un mejor momento para que, como beisbolista, salten al plato y sean protagonistas. De eso depende su legado para con el país y que, cuando, como todos nosotros se enfrenten a la muerte, su conciencia los deje marchar en paz. De esto depende que en un futuro les dejen un mejor país a sus hijos, o por lo menos, un país medianamente vivible y viable. Solo con eso nos conformamos, no tienen que ser ‘Jesucristo Superstar’, con un poco de sensatez basta.

Todas las reformas que les presentó el ejecutivo para aprobación están erradas desde su concepción y hacen un daño incorregible a los colombianos. Arrancan del supuesto de que organizar la sociedad alrededor de los funcionarios públicos, que ganan las elecciones cada cuatro años, es la manera de traer bienestar. En todas las reformas propuestas a ustedes el gobierno es un elemento omnipresente, el Estado toma más responsabilidades en la interacción social a costa de los derechos de los individuos.

A raíz de las reformas, los colombianos, el Rappitendero, el negociante de Corabastos, el campesino, el diseñador gráfico, el obrero de la construcción, las madres cabezas de familia, en vez de poder definir día a día su destino, van a tener que confiar en el criterio del presidente de turno, que es elegido de acuerdo con un proceso en el que su imagen, y no sus capacidades, priman. Con la aprobación de las reformas, el colombiano de a pie está expuesto a que el presidente nombre a alguien responsable para manejar Colpensiones y la ADRES para prestar los servicios de salud. Y todos sabemos que con los compromisos políticos de campaña eso pocas veces es posible.

Es su responsabilidad como congresistas estar a la altura de la responsabilidad que les ha endilgado el pueblo. Acabar con el sector privado limitando su campo de acción, además de sumir a los más pobres en una pobreza inhumana, hace que el país dependa solamente del gobierno de turno: sin contrapesos y sin necesidad de que el gobierno tome buenas decisiones. Los empresarios, muchas veces demonizados, tienen la gran ventaja de tener intenciones claras que, para cumplirse en la gran mayoría de los casos, deben traer bienestar a la sociedad. Puede que los atraiga la utilidad y los retornos, pero eso solo lo logran cuando sus productos y servicios benefician a la sociedad. Si no traen beneficios sencillamente la gente no les compra.

Entiendan de una vez por todas que un empresario que no genera valor se quiebra solo. Las entidades públicas, así sean perversas y su servicio sea paupérrimo, no se quiebran porque tienen acceso a los dineros de nuestros impuestos. No pueden ustedes, Honorables Congresistas, condenarnos a que en la eventualidad de un gobierno deficiente nuestros derechos fundamentales queden comprometidos.

El gobierno del presidente Gustavo Petro ha demostrado una tendencia a irrespetar los derechos de todos los colombianos a costa de querer beneficiar a quienes son de sus afectos. La reforma laboral beneficia a menos del 50% de los trabajadores, dejando por fuera de los beneficios que promueve a los informales, la mayoría en el país. Dificulta la contratación de personal de las empresas que como consecuencia no tendrán otra alternativa que restringirla. Es una estocada al empleo y si ustedes, congresistas, la aprueban, serán responsables de una debacle de proporciones impensables.

La reforma laboral demuestra el talante de las reformas presentadas por el Pacto Histórico. Con una retórica elaborada evita abordar que está redactada para los sindicatos, que solo representan al 5% de la fuerza laboral colombiana, hasta los empleados de las empresas de servicios públicos podrán tener de rehenes a la población con un derecho de huelga absolutamente inconveniente. El resto, el que no me ayudó en mi campaña que se friegue, es la consigna de la misma.

La reforma a la justicia está diseñada para beneficiar a los delincuentes, aquellos que acuchillaron al hermano de un colombiano, golpearon casi hasta la muerte a su esposa y sus hijos, participaron en masacres o se lucran de los negocios de la muerte como la minería ilegal o el narcotráfico. Nada hace por aquellos que fueron victimizados, al contrario, con su impunidad nos condena a más violencia en las calles, a más economía ilegal. Ya los alcaldes de Bogotá y Bucaramanga se han quejado por las liberaciones que realizó el expresidente Duque en tiempos de pandemia y que incrementaron significativamente la criminalidad.

Las reformas a la salud y a la pensiones también buscan concentrar el poder en el gobierno y lejos de los ciudadanos. Si por casualidad las ADRES prestan un mal servicio o Colpensiones da malos rendimientos, los colombianos perderán con la reforma la libertad, que bajo el marco legal actual tienen, de escoger su proveedor. Una receta obvia para qua la calidad del servicio se deteriore.

Aunque suene a refrito este es el proceso que sufrió Venezuela bajo Chávez, con algunas variaciones menores. Y las consecuencias son evidentes. De ustedes honorables depende el futuro de los colombianos. Los más ricos no sufrirán tanto, seguramente tomarán otros rumbos. Con su dinero no tienen por qué aguantarse un país inviable. A los que estarían condenando es al colombiano del común. Piensen en sus hijos y sus nietos, piensen en la realidad de millones de venezolanos hundidos en el hambre y saliendo a recorrer América Latina buscando, a punta de zapato, un lugar decente donde vivir. Ustedes son colombianos ilustrados, saquen la cara por el país, es una plegaria.

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