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La culpa, la mujer y Cien años de soledad

A diferencia del Paraíso, de donde, por culpa de ella, son expulsados Adán y Eva, en Cien años de soledad son Ursula y José Arcadio los que deciden largarse.

Alonso Sánchez Baute, Alonso Sánchez Baute
5 de junio de 2017

Cien años de soledad está cruzada, de principio a fin, por la culpa del incesto antes que por el incesto mismo. La tragedia nace antes de consumarse el incesto e incluso el incesto podría suceder, pero sin culpa no hay conflicto, tal cual lo muestra la película húngara Delta, que cuenta la historia de dos hermanos que se enamoran en un pueblo a orillas del Danubio que bien podría ser Macondo. En Macondo la culpa primigenia la tiene una mujer. Ursula Iguarán se niega a entregarse a su marido por ser su primo. La maldición de los Buendía llega por cuenta de esta negativa y no por una tentación, como en Eva (la tragedia en el Paraíso nace con la aceptación de la tentación. La culpa es posterior). En Cien años de soledad la mujer no cae en la trampa. La enfrenta.

A esta culpa se le suma otra. Ante las burlas por no tener sexo con su mujer, José Arcadio mata a Prudencio Aguilar y esta culpa, la del asesinato, lo lleva a huir de su pueblo. La víctima de un asesinato con frecuencia se convierte en la sombra de su asesino. Eso dicen quienes han matado, que el muerto no los desampara nunca. En la conversación con Jorge 40 en 2007 que incluí en mi novela Líbranos del bien, dijo que el primer muerto es al único que nunca olvida. Igual sucede en Un profeta, la impresionante y portentosa película que ganó el Premio del Jurado en Cannes 2009: el protagonista es obligado a matar a un compañero de celda y en adelante ese muerto será su única compañía, y quien de paso lo convierte en profeta. Aquí, José Arcadio huye y funda Macondo, pero el fantasma de Prudencio, es decir la culpa, se le aparece repetidas veces lavándose la herida en la garganta con un tapón de esparto.

En la fundación de Macondo hay una culpa doble: tanto la del hombre como la de la mujer. Es muy curioso esto: en un pueblo remoto y perdido en la geografía costeña fundado a mediados del siglo XIX, García Márquez introduce la igualdad de géneros. A diferencia del Paraíso, de donde, por culpa de ella, son expulsados Adán y Eva, en Cien años de soledad son Ursula y José Arcadio los que deciden largarse. La misoginia, tan profundamente arraigada en el Magdalena de Aracataca, de Valledupar y de Riohacha, no es protagonista de esta novela. ¿Por qué?

Lo cierto es que Ursula es una mujer con un carácter tan fuerte, que su férrea voluntad inicia la tragedia. Las otras mujeres son aquí también protagonistas: Pilar Ternera (la que menos le come cuento a los hombres); Petra Cotes; Amaranta, quien rechaza el amor y hace que Pietro Crespi se suicide por ella; Remedios la bella, cuya presencia trastornaba a todos los hombres y hace que cuatro de ellos mueran trágicamente al intentar poseerla. En fin: ninguna se deja ningunear por un hombre. ¿Es feminista Cien años de soledad?

PD: Luego del portazo que dio Trump al cambio climático, sorprende positivamente que, a solo tres semanas de haber ganado, el presidente de Francia parezca encaminado a convertirse en el antagonista bueno. “La política es moderna”, dice el amante de Claire Underwood en esta nueva temporada. Moderna como Emmanuel Macron, quien domina a la perfección el lenguaje de los nuevos medios, tal cual lo demostró en el discurso del día siguiente (en francés e inglés: para Francia pero también para USA y el resto del mundo), en el que parafraseó al propio Trump con “Haz de nuevo grande el planeta”. El eslogan se volvió viral a los cinco minutos.

@sanchezbaute

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