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¿In-seguridad democrática?

La paradoja es que el retorno al gobierno del “partido de la seguridad democrática”, muestra en los primeros meses de gobierno, indicadores malísimos y peligrosos para la estabilidad del país en esa materia.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
27 de noviembre de 2018

La seguridad se deriva del control territorial y si bien el tiempo de gobierno transcurrido es poco para garantizarlo, lo perdido desde el 7 de agosto es mucho.

Antes que los hechos, en materia de seguridad existe la percepción, y hoy el sentimiento generalizado es que el país se está desbarrancando.

El Ministerio de Defensa va a la deriva con una persona que parece tener más capacidad para dirigir un congreso gremial de floricultores, que las tropas y las armas de un país retado por el florecimiento de actores armados no estatales alrededor del negocio del tráfico de drogas, que hace que autoridades civiles en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín, cuenten por cientos los grupos y bandas criminales que operan en sus barrios.

El cierre de año y la perspectiva para 2019, es de agravamiento de la situación en áreas rurales de once departamentos así: Chocó, Bajo Cauca Antioqueño y Nudo de Paramillo, Catatumbo, suroccidente de Nariño, región limítrofe entre los departamentos de Arauca Boyacá, Casanare; zonas del Guaviare y regiones que comprenden los departamentos del Putumayo, Caquetá y zonas del norte y sur del departamento del Cauca.

Los municipios comprendidos en estos espacios geográficos padecen el control de la movilidad y la economía de los ciudadanos por parte de grupos armados no estatales que se confrontan entre sí y contra los cuerpos de seguridad del Estado.

A lo anterior debe sumarse la perspectiva aplaudida por algunos de que la posibilidad de una paz negociada con el ELN llegue a su fin.

La seguridad: bastión sobre el que Álvaro Uribe, y luego el Centro Democrático construyeron su fortaleza discursiva y electoral, se está convirtiendo en la amenaza principal del período inicial del mandato Duque y de no lograr administrarla en modo eficaz, podría convertirse en su mayor dolor de cabeza en los siguientes años.

La paradoja es que el retorno al gobierno del partido de la seguridad democrática, muestra en los primeros meses de gobierno, indicadores malísimos y peligrosos para la estabilidad del país en esa materia: las voladuras del oleoducto se están volviendo rutina semanal al igual que se ha incrementado el número de desplazamientos derivados de enfrentamientos armados en zona rural.

El número de líderes sociales asesinados sigue creciendo especialmente en las áreas geográficas antes mencionadas, hay un incremento en el número de víctimas de las minas en lo corrido de este año casi del 300 % en contraste con el anterior, se ha cumplido el asesinato número 84 de excombatientes de las Farc que firmaron parte del acuerdo de paz y la percepción es que se agravará más el siguiente año.

En este escenario, la trágica situación humanitaria de los venezolanos migrando a nuestro país, parece un tema menor.

Las consecuencias de no tener el control del territorio, implica una vida en guerra para quienes viven en las zonas mencionadas y la imposibilidad de consolidar la vida institucional en esos territorios, con ello crecen la desazón, la desconfianza y la convicción de que tener nación y Estado modernos, continuará siendo una quimera imposible para los colombianos.

@alvarojimenezmi
ajimillan@gmail.com

Adenda: “La Negociación” es el documental que se estrena esta semana en 13 ciudades del país en salas de Cine Colombia, es dirigido por Margarita Martínez e invito a verlo no sólo por su valor histórico sino porque he sido testigo del enorme esfuerzo personal y de equipo que hay detrás de esta obra. Todos al cine: Jueves 29 Viernes 30, Diciembre 1 y 2 . horario 1:00 y 3:30 pm.

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