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De ciertas intervenciones foráneas

A veces aparecen funcionarios extranjeros que dan pautas sobre lo que debemos hacer o dejar de hacer en asuntos de política interna

Juliana Londoño, Juliana Londoño
1 de agosto de 2019

De un tiempo para acá la intervención de algunos estados, organismos internacionales y de ONGs en nuestro país se ha incrementado notablemente. Existe además un inusitado interés de profesores, tratadistas y periodistas, por venir a Colombia ya que aquí siempre hay tema. Somos definitivamente un caso raro. Pero no siempre vienen a ver las muchas maravillas de nuestra patria.

Desafortunadamente nos visitan para hacer “cursos rápidos” sobre temas colombianos, en especial, sobre el proceso de paz con las FARC y los que están pendientes con el ELN y los demás grupos armados que no se van a quedar atrás; sobre el narcotráfico y sus ramificaciones; y, sobre la situación de los derechos humanos, no obstante que, en muchos de los países de origen de los visitantes, se atraviesen situaciones similares.

No faltan naturalmente aquellos que, con mentalidad ajena a nuestro medio, no dudan en elaborar tesis y sacar conclusiones como si “Nuestro Lindo País Colombiano”, como lo describía Daniel Samper Ortega en su inolvidable obra premio nacional de geografía de 1937, fuera de esos a los que ciertos personajes viajaban ataviados con casco de corcho y botas media caña.

Algunos se movilizan por el país para entrevistarse con exconvictos, víctimas, jueces, guerrilleros, militares y autoridades civiles. Otros, citan a sus sedes diplomáticas a quien les plazca para que les den las informaciones que necesitan, ya que pocos son los invitados que se resisten a un almuerzo con rosbif y zanahorias cocinadas, a unas hamburguesas con cerveza, a un arroz con caraotas o a una alusión favorable en una publicación extranjera.

Aunque estamos en la era de la globalización, no hay que extrañarse mucho de esa costumbre, ya que en ocasiones incluso el congreso ha citado a diplomáticos y representantes de organismos para interrogarlos sobre diferentes tópicos de nuestro país, sintiéndose así estos empoderados hacer críticas o recomendaciones públicas sobre lo que debemos hacer o no hacer.

Naturalmente que la intervención de algunos organismos internacionales y de ciertos estados en el proceso de paz con las FARC fue definitivo y difícilmente se hubiera podido llegar a un acuerdo sin contar en una forma u otra con su participación. También en algunos serios problemas que padecemos, pero hay formas de hacerlo si es que el gobierno expresa o tácitamente lo permite.

Habría que preguntarse si todos los gobiernos de los estados de origen de los “expertos” permitirían que un funcionario colombiano acreditado, sea por un organismo internacional o por un gobierno, formule en su territorio declaraciones públicas sobre tópicos de su política interna.

A menos que se trate de algunos países a los que se les imponen obligaciones en el campo judicial, político o económico, que necesariamente deben cumplir a menos que quieran arriesgarse a la imposición de severas medidas. Como sucedió recientemente no sólo con Guatemala, sino con México, tradicional adalid del nacionalismo. Veremos cuál es el siguiente.


(*) Decano de la facultad de Ciencias Políticas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la universidad del Rosario