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Justicia para la paz

La tenacidad, el sacrificio y la perseverancia hacen de Piedad Córdoba una mujer valiente, sincera, transparente, comprometida con la paz de Colombia.

Javier Gómez, Javier Gómez
7 de julio de 2016

Piedad no oculta su simpatía con las ideas de izquierda, no es vergonzante. Su discurso es coherente, dice en público o en privado frases que hoy suenan a trasnochadas, fuera lo de común, y respalda con lealtad y sin titubeos, las bondades del gobierno del presidente Maduro. Por supuesto, su discurso es inclusión, equidad, igualdad, fraternidad, y eso, en este país, suena raro cuando viene desde la izquierda, de otra especie. Hablar así es políticamente incorrecto.

Borró de su camino cualquier obstáculo, y se dedicó a recuperar a los secuestrados en poder de las FARC por la vía de la negociación. Hecha la tarea, decidió mojarse por la paz de Colombia; y para ello contactó a los líderes guerrilleros y exploró los caminos posibles de la reconciliación. Arriesgó su capital político para poner en una foto, junto al presidente Chávez, al hoy jefe negociador de las FARC Iván Márquez. Nada de lo que hizo y ha hecho Piedad, para buscar la paz, se lo ocultó al país.

De ello tal vez el único funcionario que no se enteró, fue el procurador Ordóñez. Todo el país lo supo, él no.  Una decisión de esas, de sancionar a un personaje público como Piedad, por buscar la paz, solo la asume una persona taponada intelectual y jurídicamente. Pero al mismo tiempo, con claro afán de ocasionar un daño personal y político.        

Por todo lo anterior, es justo que el Consejo de Estado este revisando la sanción de la Procuraduría. Tamaña arbitrariedad del Señor Ordoñez se debe subsanar. Por donde se le mire, el propósito de este dignatario fue el de deslegitimar una opción de izquierda que Piedad Córdoba legítimamente representa.

Rescato el reclamo que la feminista y socióloga Florence Thomas le hizo al aspirante a la fiscalía Néstor Humberto Martínez en una reciente columna en el diario El tiempo, a quien le criticó su visión jurídica frente a la violencia intrafamiliar. Creo que en este caso de Piedad sus palabras caen como anillo al dedo:

 “Muchas mujeres hoy, gracias a su empoderamiento, no están dispuestas a dar un solo paso atrás en lo aprendido. Saben desde hace unas décadas lo que significa ser sujetas de derechos. Y entonces nadie ha podido hacer retroceder a las mujeres en su marcha adelante en el ejercicio de una ciudadanía moderna y plena. Nadie, ni siquiera el Procurador General de la Nación, lo ha logrado, a pesar de haberlo buscado y de seguir buscándolo a cualquier precio”.

En efecto, Piedad no ha dado un solo paso atrás. Y sería importante, por lo demás, que fuera la propia justicia colombiana la que reparara ese daño malintencionado que el Procurador Ordoñez le infringió a la exsenadora Piedad Córdoba, y que no sea la Corte Interamericana de derechos humanos –CIDH- la que le restituya sus derechos, a todas luces y sin lugar a duda,  violados flagrantemente.

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